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Horas decisivas para romper la exclusión de la izquierda

Fuentes: Rebelión

En medio de los nuevos vientos que recorren a Latinoamérica y la creciente crisis del capitalismo global, nuestra izquierda chilena puede, por fin, romper la exclusión que dicta la espúrea Constitución del 80 y que aun todos toleramos. Todo el país fue testigo como en las últimas elecciones municipales se experimentó la brutal deficiencia del […]

En medio de los nuevos vientos que recorren a Latinoamérica y la creciente crisis del capitalismo global, nuestra izquierda chilena puede, por fin, romper la exclusión que dicta la espúrea Constitución del 80 y que aun todos toleramos.

Todo el país fue testigo como en las últimas elecciones municipales se experimentó la brutal deficiencia del sistema binominal. Este sistema electoral implementado constitucionalmente en los años 80 al alero de la oprobiosa dictadura militar, sigue vigente hasta hoy y, las reformas acordadas en el Parlamento no van al fondo del asunto que tiene ribetes de imposición e inmoralidad respecto al libre ejercicio de la democracia y el valor real del voto ciudadano.

Para de alguna manera superar esta grave anomalía que tiñe negativamente a nuestra democracia y, ante la imposibilidad de terminar o reformar el actual sistema electoral binominal, diversas personalidades del acontecer nacional más diverso coinciden en que llegó la hora de terminar con el lastre de la exclusión que sufre parte importante de la ciudadanía que se ubica en el sector llamado «izquierda extraparlamentaria».

Tomando en cuenta nuestra realidad política y teniendo ad portas la elección Presidencial y Parlamentaria que se vislumbran tan reñidas como decisivas para el devenir ciudadano, tanto la Izquierda, encabezada por el Partido Comunista, como la Concertación gobernante, han coincidido en primera instancia diseñar un Pacto Instrumental Parlamentario para, en algunos Distritos, doblar a la Derecha y, así, por fin elegir a representantes de la Izquierda tan afectados por el binominalismo.

En este nuevo escenario que abre posibilidades ciertas de romper el cerrojo del binominalismo, está llamada a jugar un rol determinante la Democracia Cristiana. Partido de inspiración humanista que a lo largo de su historia ha tenido una buena relación y sintonía con los postulados esenciales de la democracia sin exclusiones. Los votos de la Falange fueron los decisivos para terminar con la llamada «Ley Maldita» que persiguió y exilio a los comunistas a partir de septiembre de 1948.

Fue en esos años que se escuchó la voz del joven Falangista, Radomiro Tomic, que sentenció: » Los comunistas deben estar incluidos en la vida civil y ciudadana mientras acepten las normas externas de la democracia. Seria un error político dejar a este partido fuera de la legalidad». Posteriormente, cuando el Parlamento derogó esa oprobiosa Ley que vulneró los derechos políticos de los comunistas al ser borrados de los registros electorales, fue el Rafael Agustín Gumucio, uno de los fundadores de la D.C. quién encabezó la cruzada parlamentaria para poner fin a esa medida odiosa: «Chile puede hoy decir en propiedad que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos políticos, es decir, funciona la Democracia». Manifestó el legislador por el fin a la «Ley Maldita».

En este nuevo siglo, de nuevo la D.C. está llamada a ser un protagonista clave en esta larga lucha por terminar de una vez con la exclusión política. Por este motivo de fuerte contenido ético, casi la totalidad de la dirigencia democratacristiana, partiendo por los presidentes del Partido y la Juventud, han declarado que en este momento histórico aceptan y avalan el Pacto Electoral Instrumental en que todos, con generosidad y realismo pueden ganar, siendo, evidentemente, la Derecha la que pierda en aquellos Distritos en que el Pacto logre el «doblaje» en términos puramente matemáticos-electorales.

Sin duda que la derecha al verse afectada por este eventual Pacto Electoral, hará todo lo posible para que no se concrete o, al menos, de diversas formas tratará de operar e incidir desde diversos ámbitos para que surjan dificultades o retrasos innecesarios. Pero la realidad política del Chile de hoy, la historia y los acontecimientos que se están viviendo en toda América Latina, ayudan, sin duda, a que finalmente se logre un sólido acuerdo en que todos juntos libremos la batalla final por poner fin a la exclusión política que en palabras de Monseñor Goic es una situación «insostenible».

En estas horas decisivas tanto la Izquierda extraparlamentaria, representada en el Juntos Podemos y, especialmente, el Partido Comunista cuentan con un contundente apoyo transversal para que sus mejores dirigentes lleguen al Parlamento del cual nunca debieron ser excluidos. En este punto, moralmente, hemos de reconocer y no olvidar que el Partido Comunista tenía al momento del golpe militar una nutrida cantidad de brillantes Diputados y Senadores electos democráticamente por el voto ciudadano libre.

Para los cristianos la actividad política es un medio, no un fin. Es decir, en primer lugar se ha de servir a la comunidad, organizarla y, así, lograr una vida digna y buena para todos sin exclusiones de ninguna especie.. Es la propia doctrina de la Iglesia quién nos señala: «Los partidos políticos deben promover todo lo que a su juicio exige el bien común; nunca, sin embargo, está permitido anteponer intereses propios al bien común«. (Gaudium et spes / 75 e.).

– Jaime Escobar M. es director de la revista Reflexión y Liberación.