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El sapo y el escorpión

Fuentes: El Siglo

Bajo este título, en nota de «Cubadebate» el destacado académico brasileño Theotonio Dos Santos, gran amigo y compañero, a propósito del golpe en Honduras explica la naturaleza perversa del imperialismo norteamericano recurriendo a aquel cuento según el cual el escorpión pidió al sapo que lo trasportara al otro lado del río. El sapo dijo que […]

Bajo este título, en nota de «Cubadebate» el destacado académico brasileño Theotonio Dos Santos, gran amigo y compañero, a propósito del golpe en Honduras explica la naturaleza perversa del imperialismo norteamericano recurriendo a aquel cuento según el cual el escorpión pidió al sapo que lo trasportara al otro lado del río. El sapo dijo que no, pues el escorpión lo picaría. «Pero esto es ilógico» – replicó el escorpión – » Si te pico moriremos ambos pues yo me ahogaría contigo». El sapo le creyó y lo transportó. En la mitad del río, el escorpión lo picó. El sapo desesperado reclamó: «Pero vamos a morir ambos, tú me lo hiciste comprender»… «Verdad», dijo el escorpión, «pero es que no puedo ir contra mi propia naturaleza«.

Así es en efecto. Con Obama o sin Obama, el imperio es lo que es por su propia naturaleza. Es el imperio criminal que lanzó la bomba atómica sobre Japón terminando en segundos con la vida de 200 mil personas. Es el imperio que quemaba con napalm a los niños en Vietnam. Es el imperio que invade Afganistán e Irak. El mismo que ha invadido países de nuestra América o ha impuesto dictaduras militares sangrientas. El que hoy impone bases militares en nuestro continente y exige impunidad para sus soldados. El que apoya y respalda a los regímenes más reaccionarios, corruptos y serviles. El que duplica su gasto militar. El de los 2.500 aviones de guerra. El imperio que amenaza la supervivencia misma de la humanidad. Y que acaba de lograr el triste suceso del «abuenamiento» y apretón de manos entre el dictador hondureño y José Miguel Inzulza, jefe de la apatronada y cada vez más meliflua e inútil OEA.

Un imperio que niega a sus propios habitantes el elemental derecho a la salud en un país en que un examen de sangre cuesta 500 dólares, mientras que la mayoría reaccionaria de su Congreso legislativo impide la reforma que permitiría extender los servicios de salud a 50 millones de norteamericanos que no tienen dicha atención. Todo cual ha lamentado el Comandante Fidel Castro en reciente reflexión.

Precisamente, en el otro extremo y pese a sus enormes dificultades producto de la crisis mundial, el bloqueo, los huracanes y errores propios, la Revolución Cubana sigue ganando batallas, sin armas de fuego sino con las armas intelectuales y morales que le son propias. Dos estudiantes cubanos, Leandro Castillo y Ramón Reyes, del Instituto Preuniversitario Federico Engels de Pinar del Río, obtuvieron sendas medalla de bronce en la XXI
Olimpiada Internacional de Informática, celebrada recientemente en Bulgaria, compitiendo con otros 300 estudiantes y las que se suman a las logradas en el certamen de Física, esta vez en Alemania, y otras más alcanzadas en Matemáticas y Química, en México y el Reino Unido, respectivamente. Son los frutos de la Revolución puestos al servicio del conocimiento del conjunto de la humanidad.

Los chilenos tenemos sapos y escorpiones también en casa, desde luego el primer chupa sangre, el candidato de la derecha. Los hay también quienes quieren llevarnos «a la modernidad» sobre la base de los supuestos éxitos de los gobiernos habidos en la transición. Como si el pueblo no conociera su propia realidad y no supiera de qué se trata esto de «llegar a la modernidad». Hay quienes proponen construir futuro «todos juntos», pinochetistas y demócratas, torturadores y torturados, las transnacionales y los trabajadores, la izquierda y la derecha. Todos revueltos.

Pero afortunadamente hay también luchadores de visión clara y compromiso firme. Así fue toda su vida, por ejemplo, la gran chilena que acaba de dejarnos, Matilde Ladrón de Guevara. Si las generaciones más jóvenes no conocieron la profundidad de su poesía, sí conocieron la tenacidad y fuerza con la que libró el combate por la libertad de su hija prisionera de la dictadura peruana. Y está hoy la candidatura presidencial de la izquierda chilena, la única con propuestas concretas, viables, transformadoras. La izquierda que encabeza Jorge Arrate, candidato que recorre Chile sembrando las esperanzas del tiempo nuevo.