«El pulso de la economía se ha estabilizado y hay evidentes signos de recuperación». Así resumía ayer Bachelet el optimismo del gobierno y sectores patronales frente al desarrollo de la crisis en estos meses. Velasco, el ministro de Hacienda, siguiendo estos dichos decía que luego de salir de un período difícil ahora «vamos a seguir […]
«El pulso de la economía se ha estabilizado y hay evidentes signos de recuperación». Así resumía ayer Bachelet el optimismo del gobierno y sectores patronales frente al desarrollo de la crisis en estos meses. Velasco, el ministro de Hacienda, siguiendo estos dichos decía que luego de salir de un período difícil ahora «vamos a seguir viendo indicios de rebrote en nuestra economía» (La Nación. 26/09). Estas palabras alentadoras parecieran calcadas de políticos patronales de EEUU o economistas bien intencionados de Wall Street. Es que en estos últimos meses a nivel mundial hay distintos indicadores que darían luz verde para pasar a una tendencia de recuperación económica.
El gobierno ha sido el fiel reflejo del tras paso de este optimismo, intentando inyectarle más confianza al mercado. Habría otros signos de «brotes verdes» y de recuperación económica: el aumento de un 8,8% en las ventas minoristas en Santiago; las ofertas crediticias que empezaron a ofrecer los bancos; que el desempleo no está tan alto; y que la caída del crecimiento anual esperan en el gobierno sea de 0,25 a 0,75% (anque muchos economistas plantean que el decrecimiento será mayor, bordeando al -2%) ¿Estamos ad portas de una recuperación económica? ¿Ya pasó lo peor de la crisis? Estas son preguntas abiertas y en permanente discusión.
Ciertamente no podemos negar los «signos» que nos muestra que hay índices de recuperación económica. Pero centralmente son índices que darían «la posibilidad» de una recuperación netamente parcial, es decir, que no abre en ningún caso perspectivas de largo aliento o un período de «vacas gordas», como sí sucedió desde el 2002 con altas tasas de crecimiento. Esto, porque son las propias bases estructurales de la economía capitalista las que están en crisis y de la cual no pueden salir fácilmente, esto es, que tras largos 30 años de ofensiva capitalista sobre los trabajadores -neoliberalismo-, golpeando fuertemente el salario obrero hacia abajo para mantener mayores ganancias, esta ganancia fué a parar a una fuerte especulación en el mercado accionario y bursátil, y solo se pudo sostener en base a un espectacular sobreendeudamiento de los hogares.
La respuesta de la patronal para mantener sus ganancias: despidos y rebajas salariales
La crisis ha llevado a una serie de quiebras a nivel mundial, como lo son los 77 bancos norteamericanos y múltilples empresas como la General Motors. Acá en Chile, la suspensión de la construcción del edificio de Costanera Center fué el «signo» de que la crisis había aterrizado en el país, desmintiendo los dichos de Velasco acerca del blindaje de nuestra economía. Además, han cerrado cerca de 60 aserradores forestales en el sur, mineras de medianos pirquineros a inicios de año cerraron más de 40 faenas. En el sector salmonero los cierres de empresas son pan de cada día. En la construcción se han paralizado edificios y construcciones, y se ha despedido a casi 1/3 de los trabajadores de la construcción, es decir, cerca de 200.000 desde los inicios de la crisis. En el retail además de despidos, ya empiezan a ver numerosas rebajas salariales.
Las patronales para frenar la crisis y seguir manteniendo ganancias, lo hacen a través de «rebajar los costos de producción» es decir, los salarios de los trabajadores. Los despidos son el pan de cada día. Mientras, los patrones siguen manteniendo millonarias ganancias. Por ejemplo, el sector bancario donde han habido cientos de despidos, de conjunto este semestre tuvieron utilidades cercanas a 1.000 millones de dólares. Las mineras, sector donde se han despedido más de 20.000 trabajadores mantienen millonarias ganancias tras el repunte del valor del cobre, hoy cercano al U$2,5 la libra. Las patronales salmoneras como Aqua Chile o Aguas Claras, fuertemente anti-obreras como mostró su impunidad contra los trabajadores en numerosas huelgas desde el año 2006, se siguen beneficiando de rebajas tributarias, planes de ayuda del Estado y leyes a favor de los patrones como la ley aquícola, mientras a mansalva vienen despidiendo trabajadores para frenar la caída en sus ventas. Las trabajadoras y trabajadores de Quellón lo saben mejor que nadie: estuvieron años trabajando con salarios míseros en las salmoneras -donde los capitalistas ocupaban centralmente mujeres para rebajar salarios-, y ahora la crisis la descargan sobre ellos, como muestran los datos de un 60% de desocupación en este pueblo al sur del país.
Las cifras oficiales de desempleo es el 10,7% a nivel nacional, es decir, cerca de 750.000 trabajadores. Otros economistas como Orlando Caputo y Graciela Galarce han planteado que estas cifras no muestran la realidad, que en verdad la desocupación alcanzaría a mas de 1.500.000 trabajadores. A nivel mundial la crisis ya dejó mas de 50 nuevos millones de desocupados y sigue su tendencia al alza. La Organización Internacional del Trabajo y numerosas instituciones como la Cepal, han planteado que el desempleo no se recuperará a los niveles antes de la crisis sino en 5 años… ¡y eso que con el pronóstico de un crecimiento económico en los próximos años! Es decir, en el mejor de los casos, con recuperaciones parciales, no habrá creación de empleos, sino que justamente lo contrario, los despidos serán durante años la receta de los patrones, banqueros, comerciantes y distintos capitalistas para seguir teniendo márgenes de ganancias, es decir, seguirán traspasando la crisis como hasta ahora, sobre los trabajadores.
¡Por una salida obrera a la crisis! ¡Sigamos el ejemplo de los obreros de Zanón de Argentina!
Ya sabemos la receta patronal ante la crisis: despidos y rebajas salariales. Hay que oponerle la organización y la lucha obrera independiente para frenar estos ataques. La derecha y las patronales piden mayor flexibilización para despedir más fácilmente y con menos indemnizaciones y rebajar brutalmente los salarios. El gobierno ha dado millones en ayudas y salvatajes a las empresas: solamente respecto a las ayudas crediticias a las Pymes Velasco señalaba el otro día: «si se suman los créditos entregados para ayudar a reprogramar deudas, los créditos a los exportadores, los créditos factoring que le entregan a su vez recursos a la pyme y los créditos Corfo Inversión, resulta que hay más de mil millones de dólares que han beneficiado a más de ocho mil empresas en todo Chile» (La Nación. 26/09). Además, la ministra del Trabajo defendió la «adaptabilidad laboral pactada» que estará en la próxima ley de negociación colectiva, es decir, flexibilidad con otro nombre. Los patrones y sus políticos de la derecha y la concertación, además de «nuevas figuras» como Ominami (que pretende privatizar parte de Codelco y se declara «Pinochetista» frente a la salida al mar a Bolivia), o el PRI, no son ninguna alternativa para los trabajadores. Tampoco son una alternativa los sectores que hacen alianza con las Pymes y con políticos patronales que descargan la crisis sobre la clase obrera y el pueblo pobre.
Los trabajadores deben imponer, con sus propios métodos, su organización y su lucha, frenar los ataques patronales y tener su propia salida: Ningún despido y reincorporación inmediata de todos los despedidos. Además, hay que imponer el Reparto de las horas de trabajo sin rebaja salarial entre ocupados y desocupados, y así resolver el problema de la cesantía, que la causan los capitalistas. Frente al fraude capitalista de decir que tienen pérdidas, hay que exigir la apertura de los libros de contabilidad. Que toda empresa que cierre o despida sea estatizada y puesta a producir bajo control de sus trabajadores.
Los trabajadores de la fábrica ZANON, en Neuquén-Argentina, lucharon con sus propios métodos y con esta política frente a la enorme crisis que vivió Argentina el año 2001. Este año, tras años y jornadas de lucha defendiendo los puesto de trabajo frente al cierre de la empresa, consiguieron la Ley de Expropiación de la fábrica, con la gestión obrera, es decir, una fábrica administrada y dirigida por sus trabajadores, sin capitalistas. En estos años de gestión obrera, doblaron los puestos de trabajo haciendo un plan de reparto de las horas de trabajo. Aumentaron los salarios, y desarrollan durante años un plan de producción de cerámicas para hospitales, escuelas y viviendas del pueblo pobre. Esta es la única alternativa viable para la crisis, es decir, una respuesta obrera independiente y en alianza con el pueblo pobre, siguiendo el ejemplo de las obreras y obreros de Zanón para que la crisis la paguen los capitalistas.