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La “democracia” en Colombia

Bases militares de Estados Unidos, neocolonialismo y expolio

Fuentes:

Agro Robo seguro: consolidando el expolio de 6.000.000 de hectáreas   de tierra En Colombia circula actualmente un chiste, el del «Agro Robo Seguro», es un chiste por el apodo que se le ha dado a una realidad realmente macabra: el sentido del humor del colombiano forma parte de las estrategias de supervivencia ante la […]

Agro Robo seguro: consolidando el expolio de 6.000.000 de hectáreas   de tierra

En Colombia circula actualmente un chiste, el del «Agro Robo Seguro», es un chiste por el apodo que se le ha dado a una realidad realmente macabra: el sentido del humor del colombiano forma parte de las estrategias de supervivencia ante la barbarie e impunidad de un Estado genocida. El «Agro ingreso Seguro», por su nombre oficial, consiste en conceder subsidios millonarios a los grandes empresarios amigos de Uribe, el presidente de Colombia, quien tiene probados nexos con narcos y paramilitares. Los paramilitares son subcontratistas que hacen el trabajo sucio de torturas con moto sierra y otras atrocidades propias del Terrorismo de Estado, buscando preservar así una imagen de institucionalidad del ejército oficial. Los paramilitares son armados y entrenados por el mismo ejército colombiano, por los boinas verdes de USA y por otros formadores en técnicas del tortura como el Mossad, cometen las peores masacres para infundir terror en la población y lograr así, en los supervivientes, que abandonen sus tierras y que paralicen su reivindicación social…

El ejército protege a los paramilitares durante las masacres, y los helitransporta, y cuando se van, llenos de sangre, el ejército se encarga de consolidar los territorios ya «limpiados» de sindicalistas, maestros, líderes agrarios, que son los primeros en las listas de muerte de militares y paramilitares… Así, las multinacionales y los latifundistas disponen de grandes extensiones vacías de reivindicación social(cuando no de habitantes), y el ejército oficial del Estado se lleva los créditos como «garante» de la seguridad ciudadana, todo avalado por los mass-media que invisibilizan las masacres perpetradas por el ejército y su brazo paramilitar, y presentan al ejército como la «fuerza de paz», ignorando las voces de los millones de desposeídos .

Las sumas de dinero público del «Agro ingreso seguro» son así regaladas a los grandes empresarios palmicultores y latifundistas que han agrandado notablemente sus tierras en base a las masacres de campesinos: más de 6.000.000 de hectáreas de tierra han sido robadas a las víctimas de masacres en los últimos 8 años. Así se consolidan los paramilitares convertidos en «agricultores-empresarios», y los latifundistas que monopolizan las tierras de los miles de desaparecidos. Estos subsidios son presentados por el Estado como una medida para el crecimiento agrario y económico del país; pero la realidad es que son 4 millones de campesinos desplazados que mal viven en los cinturones de miseria de las ciudades colombianas después de haber sido expulsados de sus tierras por los militares y sus paramilitares… ahora el cinismo culmina con el «Agro ingreso seguro», o «Agro robo Seguro» por su nombre más popular (video: http://www.youtube.com/watch?v=gu5IFX6Apt0)

El Gobierno colombiano concede subsidios a sus amigos, y estos devuelven el favor haciendo donaciones para las amañadas campañas políticas de Uribe y su camarilla… Las «elecciones» con un sistema así, son una cruel farsa de «democracia» contra un pueblo empobrecido hasta la médula. Hasta hoy el desfalco está en la total impunidad.

 

El hambre en el décimo país más rico del mundo: su riqueza significa para la población, la instalación de dictaduras funcionales a los intereses del gran capital.  

 

Colombia ocupa el puesto número 11 de coeficiente GINI de desigualdad en el mundo, lo que quiere decir que es el onceavo país con más desigualdad social del mundo… Siendo Colombia un país riquísimo, la mayoría de la población sufre hambre y desnutrición. Colombia es uno de los 10 países más ricos en recursos del mundo, con yacimientos minerales de oro, cobre, manganeso, petróleo, nickel, carbón, esmeralda; es 4to país del mundo en riqueza hídrica, país amazónico y andino con la bifurcación de 3 cordilleras, y con una biodiversidad de las más abundantes del mundo con incluso plantas y animales aún sin clasificar… Pero es que la riqueza de Colombia significa que la codicia recae sobre ella con la brutalidad más despiadada característica de la lógica capitalista: tal como ocurre con países como Nigeria o el Congo, su riqueza significa para sus poblaciones, la instalación de dictaduras funcionales a los intereses del gran capital.

Ante la situación escalofriante de empobrecimiento generalizado de la población, que causa analfabetismo, delincuencia, epidemias, insalubridad, exilio económico, y un sinfín de sufrimientos tangibles para los empobrecidos de cada día, cabe preguntarse si es posible cambiar las cosas. Lamentablemente la historia en Colombia ha demostrado una evidente imposibilidad de cambiar las cosas por la vía política y civil: hemos de recordar que la «democracia» en Colombia ha desaparecido a más de 50.000 personas en los últimos 20 años, lo que, lamentablemente, ya supera hasta las dictaduras asumidas como la de Pinochet en Chile… Hoy en Colombia, se estima que de 7 a 12 desapariciones diarias de personas son perpetradas, tanto por el ejército como por su Herramienta paramilitar.

 

50.000 desaparecidos, y 5.000 miembros de un partido asesinados : hay que sacar una lección histórica

Son ya más de 50.000 desaparecidos que no debemos sumir en el olvido, ni por su humanidad, ni por lo que representaban: seres humanos que buscaban justicia social… su desaparición evidencia cual es la respuesta del Estado colombiano ante la reivindicación social: responde con tortura y muerte. No podemos más seguir obviando una evidencia tan dolorosa y tan persistente: estas víctimas del ejército oficial y su forma paramilitar en la «democracia colombiana» nos gritan que abramos los ojos ante la realidad, y que dejemos de creer que jugando con sus cartas amañadas vamos a llegar a algo. Recordemos también siempre a las 5.000 personas del partido opositor Unión Patriótica, que fueron asesinadas por el Estado colombiano, mediante su ejército oficial y su Herramienta paramilitar, durante el último gran intento de cambiar las cosas por la vía «electoral» en Colombia. La Unión Patriótica fue formada por sectores diversos de la población colombiana que le apostaron a la participación electoral como vía para cambiar la situación de desigualdad social: en ese partido había desde guerrilleros que habían depuesto las armas creyendo en que podrían llegar al cambio social por la vía civil, hasta personas cuya vinculación partidista empezaba con la Unión Patriótica, pasando por militantes comunistas, sindicalistas, estudiantes, profesores, campesinos, ecologistas… una composición variopinta que tenía una cosa en común: querer justicia social y creer en poder lograrla mediante las urnas… la respuesta del Estado colombiano fue asesinarlos.

50.000 desaparecidos, y 5.000 miembros de un partido asesinados por un Estado no son poca cosa, y son suficientes para que podamos sacar una lección histórica y no seguir jugando el juego que nos propone una oligarquía genocida, con el único fin de podernos sojuzgar, saquear y asesinar con suma facilidad. Porque nuestras vidas valen, es una lección vital que algunos hayan escogido otras formas de lucha: clandestinas y por fuera de las reglas diseñadas para ser usadas para ganancias de los mismos opresores.

 

¿Cómo definimos la Guerra?

En Colombia mueren anualmente 20.000 niños menores de 5 años por causa de falta de agua potable, en la guerra económica declarada por la oligarquía y las multinacionales contra el pueblo colombiano.

En Colombia hay una guerra, sí, pero no hay que cometer el error de creer que la guerra consiste solamente en el conflicto armado, no, el conflicto armado es solo parte de esa guerra: la base de la guerra (base que genera el conflicto armado) es el Expolio y empobrecimiento del pueblo en su gran mayoría, para beneficio de un puñado de familias oligarcas, y de las multinacionales que extraen inmensas riquezas de Colombia.

Otro dato del empobrecimiento: Solo por razones de parto son casi mil mujeres las que mueren cada año en Colombia. El 44.7% de las mujeres gestantes son anémicas. Para viabilizar el expolio generador de tanta muerte, el Estado es puesto al servicio de las multinacionales, y ejerce una labor esencial de represor, encarcelando, torturando, desapareciendo y asesinando a todo aquel que eleve su voz contra la injusticia social: hay más de 7.500 presos políticos secuestrados en las cárceles del Estado colombiano…. de los que nadie habla…

Mientras las cifras de ganancias de las empresas mineras, energéticas y del agro-combustible crecen en Colombia, las cifras de miseria en la población crecen también… Según la CEPAL más del 49.2 por ciento de la población de Colombia vive bajo la línea de pobreza y el 14.7 por ciento en condiciones de pobreza extrema. La pobreza rural asciende al 68.2 %. Las cifras de los niños víctimas de la pobreza y la indigencia en Colombia son escalofriantes: 45% de ellos son pobres y 17% se encuentran en la indigencia.  

El empobrecimiento y la represión sistemática de un Estado al servicio de las multinacionales y la oligarquía contra el pueblo, con el fin de viabilizar la guerra económica, ha generado el actual conflicto armado. Ante la guerra clasista de expoliación y represión contra las mayorías, generadora de miseria y sufrimiento, algunos expoliados han decidido no dejarse matar a lo «Jesús Cristo de mejilla tumefacta».

Para analizar la cuestión colombiana de forma integral, hay que ver la Guerra cómo lo que es: ante todo una guerra económica declarada por la oligarquía contra el pueblo, una guerra genocida, que procura a los que la han declarado al pueblo, ganancias económicas astronómicas, y por ello, cuando el pueblo reclama, reivindica por sus derechos, es asesinado, desaparecido, encarcelado por un Estado garante de los intereses del gran capital privado.

El derecho a la rebelión: alzarse en armas por la justicia social, no por «naturaleza violenta»

La injusticia social es la guerra misma, el pueblo alzado en armas se ha debido alzar cuando, cansado de soportar empobrecimiento hambre y abusos ha tratado de reivindicar en los marcos civiles de sindicatos, estudiantado organizado, comunidades campesinas, y se ha visto entonces masacrado torturado, asesinado… Por eso es que el pueblo se ha alzado en armas: no porque sea violento, sino porque no le han dejado otra opción de reclamar. Es por ello que en las guerrillas en Colombia se refleja la composición de lo que es el pueblo: hay miles de campesinos, sindicalistas, estudiantes, líderes comunitarios, ecologistas, líderes de negritudes, indígenas: son todas personas de paz, pero personas obligadas a tomar un fusil para defender su tierra y su pueblo del Saqueo neocolonial.

 

Mentiras de los mass-media se caen por su propio peso, pero su repetición logra lo que no logra su lógica

Los mass-media tratan incansablemente de desprestigiar a las FARC, inventando una y otra mentira, tratando de construir en el imaginario colectivo una realidad virtual llena de incoherencias evidentes a la luz de la lógica, pero que, repetidas millones de veces acaban revistiendo de apariencia de «verdades». Así pasa por ejemplo con el invento de que «los indígenas no luchan en las guerrillas porque son pacíficos por naturaleza»(como si luchar en la guerrilla fuera por una condición de «violento nato», y no por un contexto objetivo de expolio y represión Estatal), esa mentira se cae por su propio peso cuando está claro que los integrantes de las guerrillas son del mismo pueblo colombiano: o sea son indígenas, afro descendientes, mujeres, mestizos, campesinos, sin discriminación alguna, porque son todos los expoliados que mantienen viva la rebelión frente a fuerzas de Saqueo que gozan de armamentos tan sofisticados que si no fuera por el aliento popular de la guerrilla, esta ya no existiría.

Además cabe recordar que los primeros guerrilleros de «América» fueron indígenas, y después cimarrones, y todos ellos usaron la violencia y las armas, y no por «violentos natos» o por una «mala conexión con el espíritu Zen» sino por la situación objetiva de expolio y represión que vivían desde entonces.

El que el Estado Colombiano, responsable del desarraigo sistemático de comunidades indígenas para ofrecerle sus tierras a las multinacionales (como es el caso con los Wayú en el Cerrejón, de los Yukpas y Baris en el Perijá, de los Emberá en el Chocó) ahora se haga el adalid «indigenista» no es sino otro empleo más del cinismo más puro. Pero el colmo de la desinformación es que algunos «intelectuales» de «izquierda» se hagan eco de este empleo cínico de un «indigenismo» por demás racista, pues nos presenta a los indígenas según un constructo occidental que roza lo «Pocahontas», desposeyendo a los indígenas de su derecho a la rebelión, y separándolos de la realidad objetiva capitalista y de la sociedad colombiana en su conjunto.

Los indígenas no son ni más ni menos que los campesinos mestizo o los afro-descendientes, todos tienen su riqueza cultural y anímica, que les ha permitido sobrevivir; viven también en tierras codiciadas, son también víctimas de la codicia multinacional, y como tal, como humanos, reaccionan, y muchos de ellos se hacen guerrilleros. Los indígenas reaccionan más allá de constructos imaginarios utilitarios a las mismas fuerzas de un Estado que por decenios los ha exterminado, a ellos también, y que ahora pretende, en su gran campaña de prostitución de la noción de «Paz», y en su gran campaña de «la bala cruzada» involucrar un imaginario del «indígena pacífico» por oposición a las «guerrillas violentas», al modo más infantilizante de la propaganda Nazi. Esto es aberrante pues el carácter pacífico o violento, no obedece a cuestiones raciales ni culturales en Colombia, sino a cuestiones claras de represión, empobrecimiento y desposesión de tierras.

La riqueza del conocimiento indígena de las plantas y de la tierra es de un valor incalculable, así como el hecho de que son sobrevivientes del colonialismo inicial, esta riqueza científica, ecológica y cultural se expresa en el movimiento armado guerrillero: es una de las fortalezas de la guerrilla sin la cual uno no se explica que haya podido sobrevivir al descomunal ejército colombiano, respaldado por el imperio USA.

 

Aliento popular y fortalezas de resistencia: empirismo y desarrollo endógeno en la selva

El desarrollo endógeno es una realidad de la guerrilla en la selva colombiana, paliando por ejemplo el bloqueo de medicinas que ejerce criminalmente el ejército colombiano, por el aprendizaje e investigación constante de las virtudes de las plantas y substancias animales.

La cuestión del desarrollo endógeno, de la evolución social, y de la ciencia ecológica en la guerrilla, son dignas de estudio: forman parte de nuestra historia, de nuestra cultura, de la reflexión sobre un desarrollo diferente… estudio importantísimo que en la actualidad es entorpecido por la criminalización que perpetra el Estado colombiano contra historiadores, sociólogos, ecologistas, investigadores que quieran ahondar esta realidad.

 

La resistencia del pueblo colombiano entorpece el saqueo y logra contener la agresión imperial contra Venezuela

Hoy el sufrimiento de los campesinos masacrados en Colombia se firma en los despachos del BID y del Banco Mundial. Pero estructuras de expolio tan importantes como el IIRSA, Iniciativa de Integración de Infraestructuras para Sudamérica, una extensa red fluvial y terrestre de vías de transporte de recursos extraídos en todo el continente Americano, destinada a encaminar fácilmente los recursos hacia USA y UE, tienen todavía una dificultad con la resistencia del pueblo Colombiano. La codicia de las empresas y sus megaproyectos es ampliamente favorecida por el Terrorismo del Estado colombiano, pero es frenada por la resistencia popular colombiana. Asimismo el Estado colombiano se erige en policía de USA para toda la región, haciendo pender la amenaza de agresión armada sobre Venezuela y otros vecinos, pero gracias a la resistencia del pueblo colombiano el avance imperial se ve frenado.

 

Neocolonialismo y lucha de liberación

El alzamiento del pueblo en armas se hace aún más vigente hoy, cuando el gobierno títere de Colombia le ha dado la venia a USA para instalar 7 bases estadounidenses en suelo colombiano. ¿Y qué más neocolonialismo que un gobierno que ha firmado con USA un tratado según el cual los nacionales de USA no podrán ser perseguidos ante el TPI (Tribunal penal internacional), por sus crímenes cometidos o a cometer en Colombia?