Para mi hijo Miguel, Daniel Martínez Cunill Visita personal a La Moneda Llegué a Chile justo para presenciar la paliza electoral que le metió la derecha al candidato de la Concertación. Las elecciones del 13 de diciembre dieron al empresario pinochetista Sebastián Piñera una ventaja de 14 puntos sobre Eduardo Frei. (44,05% contra 29,60%). A […]
Para mi hijo Miguel, Daniel Martínez Cunill
Visita personal a La Moneda
Llegué a Chile justo para presenciar la paliza electoral que le metió la derecha al candidato de la Concertación. Las elecciones del 13 de diciembre dieron al empresario pinochetista Sebastián Piñera una ventaja de 14 puntos sobre Eduardo Frei. (44,05% contra 29,60%).
A la semana siguiente visité la Moneda. Tuve un momento personal, luctuoso y lleno de remembranzas, al entrar en el llamado Salón Blanco, que reproduce con fidelidad la antigua oficina de Salvador Allende. Mientras las imágenes del pasado me desbocaban el corazón, atiné a pensar que esa remodelación era un legítimo homenaje al presidente mártir. Le siguió una cascada de entrañables recuerdos de los días de la Unidad Popular y la efervescencia de Chile y América Latina en esa época de movilizaciones populares.
Luego me imaginé a Piñera, como nuevo Presidente de Chile, invitando a algún miserable igual que él, (Aznar por ejemplo), a visitar el lugar y haciendo mofa de la gesta que allí se vivió en 1970. La imagen fue como vivir una reedición del 11 de septiembre que no precisa calificativos. Salí hecho ruinas y repensando las razones por las que, aunque la presidenta Bachelet tiene un 80 % de popularidad, el candidato de la Concertación ni siquiera alcanzó el 30% en la primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas.
Mis molestias y los disensos
Como es sabido los analistas chilenos hacen buenas y profundas reflexiones sobre la coyuntura política. Lo que es menos conocido es que a la gran mayoría se les atora el tren de aterrizaje, lo que me hace temer que para cuando aterricen y concluyan que era preferible apoyar a Frei, ya habrá ganado Piñera.
La mayoría de los análisis que he leído sobre las razones de la derrota parcial del candidato de la Concertación están enturbiados por el grado de frustración y/o resentimiento que el autor(a) tiene con la conducta de la coalición gobernante en los últimos años. Si bien eso ilustra la postura política del analista en cuestión no nos aporta muchas luces para la interpretación.
Peor tantito. Si de interpretar se trata creo yo que es para contribuir en la elaboración de estrategias que fortalezcan a la izquierda chilena y el movimiento social y -lo digo claramente- no para quedarse mirando los toros desde la barrera desde donde es muy fácil descalificarlo todo. Cito un ejemplo. Un autor a quien respeto, dice que «Derivar las explicaciones hacia un agotamiento de la coalición es demasiado simplista».(1) A caray, pero si justamente desglosar las razones que agotaron la Concertación es básico para una nueva propuesta. ¿O cuatro gobiernos de la Concertación habrán pasado en vano? Y los antecedentes históricos, ¿ya se consideran obscenidad?
Otros dicen que no debemos pensar en un «voto de castigo» y menos aún vincular el análisis con la alta tasa de respaldo que tiene Bachelet. Pues yo, de manera muy simplista, decidí preguntarle a toda la gente que pude y que votó por Arrate o Enríquez-Ominami cuales eran sus razones. La respuesta mayoritaria fue que querían marcar así su rechazo a los errores de la Concertación y a la forma en que designó a un candidato desprovisto de todo atractivo e impuesto por la elite política sin primarias ni consulta a las bases. Si eso no es voto de castigo no se cómo llamarlo.
Los analistas se preguntan, o les preguntan, si votar por Piñera es lo mismo que votar por Frei y comienzan por decir que la derecha es más mala, que Piñera se hizo millonario durante Pinochet. Luego le siguen con que de todas maneras Frei es un mal candidato y que la Concertación está llena de defectos e incumplimientos. Total, no llegan jamás a responder la pregunta concreta ¿Hay que apoyar a Frei en segunda vuelta o no?
Mis cercanos y que votaron por Arrate o ME-O contestaron que respaldarían a Frei. «Con nauseas» dijo una, «con el corazón arrugado» otro. En fin, que coincidimos esta bola de simplotes en que Frei es el peor candidato que pudo presentar la Concertación. Pero igual la respuesta es si, no hay que vacilar en apoyar su candidatura. Decir que Frei y Piñera son la misma cosa es una irresponsabilidad política y termina siendo un llamado a la desmovilización.
Ya para cerrar esta parte les comento que pregunté por Michelle Bachelet y hubo unanimidad en respaldarla y aprobar su desempeño, más allá de los matices y suspicacias. Aunque más linda una señora que le dijo el día de las elecciones «la esperamos en cuatro años» expresando un extendido sentir válido al día de hoy. Si Bachelet quisiera reelegirse como candidata de la Concertación volvería a ganar.
Lecturas sobre la Concertación y las elecciones
Comenzaré por decir que a mi juicio la Concertación es un zombi. Un instrumento político concebido hace una década para generar los consensos básicos que permitiría un proceso de transición a la democracia y que ya para 2005 estaba agotado. Y eso era lógico, ya que los fines y los alcances para lo cual se habían «concertado» una amplia gama de partidos políticos habían modificado de tal manera el cuadro nacional que la hacía anacrónica. El otro componente que la hacía obsoleta, era el pujante movimiento social que había larvado durante la dictadura una fuerza propia y una serie de reivindicaciones que trascendían el modelo político, económico y cultural que la Concertación se había propuesto.
Pienso que ya para 2005, cuando irrumpe Bachelet en el cauteloso y siniestro mundo de los barones (varones) del «Establishment» de la Concertación, era evidente que la coalición agonizaba y los jerarcas de los partidos se disputaban el derecho a la candidatura en función de cuotas de poder. No se detenían en el agotamiento de la propuesta de la Concertación y menos aún en renovaciones de fondo.
Por ello es que el aire fresco que trajo la candidatura de Michelle Bachelet los agarró por sorpresa y ante el ímpetu de esa candidata antisistémica hicieron un cálculo perverso. La candidata mujer, agnóstica, ex presa política, madre soltera sería el balón de oxígeno que mantendría viva a la Concertación y los llevaría nuevamente a la Moneda. El ejercicio del poder quedaría en las manos de siempre, las de ellos.
Así las cosas, el mandato de Michelle está jalonado desde sus inicios por la medición de fuerzas entre los viejos barones de la política y una mujer que poco a poco aprendió a ganarles las batallas e incluso se les adelantó en varias ocasiones a sus «muñequeos», como se dice en Chile.
Propongo que para el análisis del gobierno de Bachelet se tenga en cuenta que gobernó a pesar de la cúpula de la Concertación, enfrentando el machismo hipócrita de los dirigentes, sometida a un constante fuego amigo de los partidos políticos, que no se resignaban a que los gobernara una mujer. Aunque fuera de sus filas. Como escribió Manuel Cabieses en Punto Final, la sometieron a un «feminicidio político» y ese es un elemento obligado para analizar su desempeño y la profunda espiral de deterioro en que entró la coalición de gobierno.
Por esta razón creo que no puede haber una transmisión mecánica del 80% de popularidad de Michelle Bachelet al candidato Eduardo Frei. Porque la gente no la identifica con la Concertación, sino como una propuesta distinta que con errores y desaciertos procuró justamente desmarcarse de la política tradicional de una izquierda anquilosada.
Eso no la exime de responsabilidades, pero reorienta el análisis y ya habrá tiempo para analizar el fenómeno Bachelet. Pero no se pueden desconocer los avances de la Concertación en materia social por ejemplo. Algunos analistas enfocan el gobierno de Bachelet exclusivamente desde lo que dejó pendiente y le cobran las deudas que tiene con el país sin detenerse en las responsabilidades que a otros actores les corresponde en estos casos.
Lo que urge ahora es medir la incoherencia programática de la Concertación, la orfandad ideológica de la izquierda institucionalizada y la ausencia de nuevas propuestas. Una redefinición estratégica que no se empantane en buscar caras nuevas sino que se consagre a escuchar los reclamos de la sociedad y diseñe una nueva idea de democracia. Ya no hay que andar a la búsqueda del consenso perdido, de «concertar». La verdadera democracia se nutre de consensos y de disensos y de la contradicción entre las ideas
Hay un dato aterrador, que demuestra la orfandad de propuestas propias de los sectores progresistas chilenos: Piñera recibió el 42,31% de los votos en las diez ciudades con mayor desempleo del país y el 51,02% en las diez comunas con mayor tasa de pobreza, entre ellas las comunas mapuches. (Estudio estadístico de El Mercurio, 15 de diciembre).
¿Cómo es posible que no hubiera una oferta política que atrajera esos sectores sociales tan desprotegidos? Acaso no fue posible coincidir en que hay que cambiar el sistema electoral, abrir un referéndum para derogar la Constitución pinochetista, reconocer los derechos de los pueblos indígenas y acabar con criminalización de las luchas de los mapuches, entre otras cosas?
Contexto internacional
Ya por último, los que dicen que Piñera y Frei son lo mismo, no se ha detenido a pensar que una victoria del millonario empresario es una derrota para todos los progresistas del Continente. ¿Se han puesto a pensar que a Piñera la faltará tiempo para salir corriendo a hacerse gemelo de Uribe, hijo putativo de Aznar y nuevo vocero de EEUU en el Cono Sur?
Aquí también están en juego las correlaciones de fuerzas internacionales y el peor concertacionista siempre será mejor que un neopinochetista como Piñera. La izquierda chilena no puede deslindarse de este esfuerzo internacionalista por fortalecer UNASUR, el ALBA y y una serie de propuestas que buscan un mundo mejor desde una perspectiva social, enemiga del neoliberalismo y hastiada de ver sacrificados sus derechos por un modelo de explotación en crisis.
(1) Marcos Roitman (Rebelión, 05-01-2010)
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.