Ahora que Latinoamérica se prepara para celebrar los Bicentenarios de su Independencia, España se apresura a pagar la fiesta, enviar las tarjetas de invitación y redactar la nota de prensa que se publicará en los libros de historia que leerán las próximas generaciones. Han creado una Comisión Nacional Bicentenaria de alto nivel para «acompañar» y […]
Ahora que Latinoamérica se prepara para celebrar los Bicentenarios de su Independencia, España se apresura a pagar la fiesta, enviar las tarjetas de invitación y redactar la nota de prensa que se publicará en los libros de historia que leerán las próximas generaciones. Han creado una Comisión Nacional Bicentenaria de alto nivel para «acompañar» y «colaborar» con esta celebración «iberoamericana». Esta debe ser la primera vez que los vencidos organizan la fiesta de los vencedores. ¿Tanta generosidad no ocultará la intención de dictarnos desde España la «línea editorial» de la celebración de nuestra Independencia?
La sospecha tiene sus antecedentes en la conmemoración del V Centenario del eufemístico «encuentro de dos mundos». Desde el punto de vista americano cabría esperar que España pidiera perdón a Hispanoamérica por no haber aceptado pacíficamente nuestra decisión de declararnos «libres, soberanos e independientes» y hacernos la Guerra por ello. Eso no resarcirá la tragedia que significó nuestra dolorosa Guerra de Independencia, con sus millones de muertos, sus abusos y sus excesos, pero al menos sería un gesto de autocrítica histórica.
Muy por el contrario, la matriz de opinión que con ingentes recursos para financiar eventos y publicaciones viene promoviendo la comisión de festejos española, es que se cumplen 200 años del momento en que ELLOS nos ayudaron a ser libres. En el acto de instalación de la Comisión, el Rey Juan Carlos declaró que «el nacimiento de las repúblicas americanas estuvo inspirado en los principios de libertad, igualdad y solidaridad que también se plasmaron en la Constitución española de Cádiz, cuya aplicación se extendía a ambos continentes.»
Lo que su majestad olvidó decir, o quizás ignora, es que la Constitución de Cadiz data de 1812; mientras que la Declaración de Independencia de Venezuela y nuestra primera Constitución (que fue la primera de América Latina) datan de 1811.
Desde esta mínima trinchera queremos enviarle un mensaje a los comisionados del Reino de España que nuevamente se han propuesto maquillar la historia de manera descarada: Señores, en esta hora de gloria americana ustedes no tienen nada que celebrar. Por respeto a la memoria de Francisco de Miranda, de Simón Bolívar, de O’Higgins, de San Martín y todos los mártires de nuestra Independencia, recuerden que cuando este pueblo decidió que no quería seguir siendo súbdito ni esclavo, ustedes pudieron haberse ido en paz. Latinoamérica sólo puede decirles: ¿Por qué no se callan?
Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.