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Aún alcanzaremos la esperanza

Fuentes: REDEPAZ Quindío

En estos d í as, nuestras laderas han sido consumidas por el fuego. El sol intenso convierte todo en un seco pajonal; el cual al incendiarse, empuja hacia arriba manojos de candela que pretenden quemar el aire y el espacio sideral. Algunos terrenos se han oscurecido como manchones de carb ó n acumulado el verano […]

En estos d í as, nuestras laderas han sido consumidas por el fuego. El sol intenso convierte todo en un seco pajonal; el cual al incendiarse, empuja hacia arriba manojos de candela que pretenden quemar el aire y el espacio sideral. Algunos terrenos se han oscurecido como manchones de carb ó n acumulado el verano a sido intenso y la lluvia bastante esquiva. Sin embargo en estas tierras tan benignas, en medio de este verano canicular, los arrayanes se despojan de su vestuario y, de sus l á nguidos chamizos brotan, como el agua en el oasis, refulgentes flores amarillas, moradas y rojas. Arrayanes y ocobos seducen los ojos que los miran y tapizan los caminos con sus flores ca í das, cual alfombra de color iridiscente.

Mientras la naturaleza se incendia por el verano, la sociedad Colombiana se incendia por el escalonamiento de la guerra, ning ú n sitio est á vedado, todo lo sagrado es profanado. Los corazones se insuflan de odio y plomo.

Del campo ya no brotan hortalizas, frutas y legumbres si no fogonazos de metralla, rugidos de motosierra tasajeando manos, pies y cabezas de humildes campesinos. Los p á jaros emplumados fueron reemplazados por met á licos aviones que esparcen glifosato y hongos asesinos que carcomen á rboles, tuestan pastizales, envenenan las aguas e intoxican la tierra. Todo en nombre de un tal PLAN COLOMBIA que cuesta 7500 millones de d ó lares, de los cuales el 90% servir á n para escalonar la guerra y el resto para aliviar las quemaduras que dejen los venenos, las bombas, la metralla y el desplazamiento campesino.

Al igual que en el campo, en la ciudad el conflicto se agudiza, la econom í a nos atosiga. M á s impuestos, m á s desempleo, 20% de la poblaci ó n sin en que trabajar,

Más reformas tributarias, m á s prostituci ó n, m á s drogadicci ó n, m á s pobreza, los cinturones de miseria polul a n como las moscas. El neoliberalismo o apertura econ ó mica acab ó con la producci ó n de caf é , con la producci ó n de arroz, de algod ó n, de sorgo y millo; casi todo lo que comemos es importado y cada vez m á s costoso, por ello cada vez comemos menos y tenemos que pagar m á s y nuestras cocinas est á n vac í as al tenor de tanta pobreza. El Estado se desentiende de sus funciones b á sicas, por ello asfixia a los hospitales y a la educaci ó n imponiendo actos legislativos; privatizar es la palabra de moda.

Pero como todo no puede imponerse por que los de a pie se levantan y pelean, entonces, e! congreso aprueba leyes de seguridad para deslegitimar la protesta, la movilizaci ó n, el derecho a la libre sindicalizaci ó n y asociaci ó n. En las universidades asesinan y desaparecen estudiantes por hacer valer el derecho a la educaci ó n p ú blica gratuita, a los trabajadores les matan sus l í deres por hacer valer reivindicaciones y sus derechos laborales, a los ni ñ os los mata la desnutrici ó n y a las mujeres la tristeza.

Este pa í s es un rugidero de muerte, al lado de hermosos paisajes naturales y exuberantes r í os, como cascadas danzarinas. Los de arriba aúpan la guerra para que los de abajo se enfrenten. Los pol í ticos hablan de guerra por que no es con sus hijos, ni con su familia; es el pobre pueblo el que se mata. Pero ¿ Qu é hacer en medio de tanta desolaci ó n, pobreza, desempleo y abandono?

Todav í a no podemos regalar una flor, darnos un abrazo, so ñ ar con nuevas alboradas de brillantes gotas de roc í o; por eso, nosotros venimos a hablar con el lenguaje de la paz, de la tolerancia, con el lenguaje de manos que se estrechan, no para ser dos manos, si no para ser manos unidas, como dijera el poeta GONZALO ARANGO nosotros somos los de la Guacamaya, la de plumas multicolor como el arco iris, los de la Kinich Kakm ó , como le dicen nuestros ind í genas al ave de fuego de rostro solar, para mencionarla como el ave de colores, con ojos brillantes y pura como el agua que nace de nuestras monta ñ as.

Somos los indoblegables luchadores por la paz, los que creemos en nuevas alternativas que produzcan un mejor ser humano, digno de estas hermosas tierras; por lo tanto no creemos que aumentando helic ó pteros halc ó n negro se mejora el pa í s. Tampoco dedicando cinco billones m á s para la guerra, se alcanzar á la paz, por el contrario, ser á el dinero el que se debe invertir en la paz, pero no la paz de las palomas, ella es solo un s í mbolo de No é , quien la envi ó a mirar si ya hab í a desaparecido el diluvio, y ella trajo una rama de olivo. Tampoco la paz de las banderitas blancas, ellas son solo un s í mbolo que se agita en este mar de sangre. No, nosotros, los de REDEPAZ, los de la guacamaya, anhelamos una paz sin hambre, con empleo productivo, con equidad social, sin intolerancia pol í tica, sin ni ñ os inhalando pegante y sin ancianos olvidados y mendigos. Una paz con pan y trabajo. Una paz que no sea mezquina, ni de solo silenciamiento de fusiles, si no una paz tan grande como la que anhelamos despu é s de tantas guerras.

Una paz que renueve la esperanza, como dijera el maestro JUAN RULFO:

«Uno ha cre í do a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habr í a despu é s; que no se podr í a encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero, s í hay algo. Hoy un pueblo, se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza».

Esa esperanza se traduce, para la mayor í a de los Colombianos, en una paz integral con justicia social, equitativa y solidaria.

ALAS DE COLIBR Í

Hoy propongo fundar, un partido de sue ñ os

Taller donde reparar alas de colibr í ;

Se admiten tarados, enfermos… gordos sin amor

Tullidos, enanos, vampiros y d í as sin sol.

Hoy quiero patrocinar; el cantor desahuciado

Esa cr í tica masa de Dios; que no es pos ni moderna.

Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar;

Desaparecidos, deudores de la banca mundial.

Por una calle descarada, por una mano

Bien apretada…………alas, alas

Hoy voy hacer asamblea de flores marchitas

De desechos de fiesta infantil,

De pi ñ atas usadas

De sombras en pena del reino natural

Que otorgan licencia a cualquier artefacto de amor.

Por el levante,

Por el poniente,

Por un deseo,

Por tanta noche,

Por el sol diario,

En compa ñí a y

En solitaria.

(Silvio Rodríguez)

Y terminamos recogiendo las frases celebres de ese gran maestro y pensador latinoamericano del siglo XIX JOSÉ MARTI: «Que nuestros sue ñ os y nuestras utop í as, se conviertan en las realidades del ma ñ ana» y que la tan anhelada paz que queremos los colombianos se convierta en la realidad de hoy».