–Bajo la presidencia de Méndez Ferrín, la Real Academia de la Lengua Galega no va a organizar razzias pro-lingua que inspeccionen casa por casa y estigmaticen con una E que apriete los corazones las puertas de aquellas en que el galego no sea de uso común. Yo creo que esto podemos vaticinarlo desde Redes Escarlata, […]
–Bajo la presidencia de Méndez Ferrín, la Real Academia de la Lengua Galega no va a organizar razzias pro-lingua que inspeccionen casa por casa y estigmaticen con una E que apriete los corazones las puertas de aquellas en que el galego no sea de uso común. Yo creo que esto podemos vaticinarlo desde Redes Escarlata, que se honran en contar entre sus miembros a Méndez Ferrín y otros académicos como Fernández Rei o Antón Santamarina, pero, por supuesto, no tienen nada que ver con la RAG.
–Siempre la confrontación oscura, confusa e interesada entre derechos individuales y colectivos. Nadie puede ordenar a nadie en qué lengua organizará su existencia personal: castellano, galego o nahua; lo cual no excluye que exista un bien patrimonial, la lengua, que pertenece a la colectividad histórica que es propia de aquí y cuya conservación pasa por hacerla operativa en todo el entramado institucional y por discriminarla en positivo incluso presupuestariamente en los registros en que se halla precarizada, que son muchos. El galego es una lengua que vive peligrosamente, es un espacio de la tradición que ha logrado salvar los pulmones nadando hasta aquí, y un espacio vital, existencial, en donde se existe. Por eso es fundamental entre todos los objetos que articulan la tradición, tradición no en sentido cutre, sino antropológico, identitario. Por eso hay que cuidarla, no nadearla; como hay que cuidar, en distintos órdenes de cosas, el Pórtico de la Gloria, el dolmen de Dombate o el régimen de propiedad mancomunada.
–Dicho esto, el monolingüismo, para quienes adhieren a él a la manera de Redes Escarlata, o la FPG (Frente Popular Galega), no es un kalashnikov, sino un horizonte estratégico cuya distancia de nosotros es inconmensurable, o sea, no se puede medir. Y como noción práctica se entrevera con el ideal de República Galega y la inserción en un independentismo -entendido como antiimperialismo, que no como ruptura con nuestros pueblos vecinos, al contrario- cuyo peregrinaje militante es igualmente inconmensurable, y que tampoco es un kalashnikov.
–Sin entrar en las habladurías y mistificaciones (ellos sabrán) de Libertad Digital y otros, no hay que confundir ni mezclar la militancia de Ferrín en la FPG (que él representa, cuando cumple hacerlo, por su personalidad, su pensamiento y su trayectoria histórica, pero que no dirige) con su presidencia de la RAG. Estructuras diferentes que requieren de sus cuadros y dignatarios actuaciones diferentes en espacios diferentes. Lo cual es una obviedad.
Pero no es extraño que Ferrín diga que defenderá el galego inflexiblemente, porque eso es tarea de la RAG sobre la lengua que tiene encomendada y vive peligrosamente.
–Finalmente, se ha elegido por mayoría absoluta a un autor de una reputación más que manifiesta en la literatura galega de nuestra época (por lo menos), además de filólogo y ensayista de primera magnitud: No se han visto en Europa muchas publicaciones como «A Trabe de Ouro», revista de pensamiento crítico que dirige desde su fundación, aquí en «finis terrae». Omito la estima de que goza en ámbitos exteriores a Galicia (no sólo como escritor) porque me parece casi una vulgaridad.
–Cuando nombraron presidentes de la RAG a Fernández del Riego o Barreiro, no recuerdo alteraciones vistosas en el hígado de los periódicos. Era el respeto o el silencio, debidos. Méndez Ferrín asume una muy alta función en el puente de la nave principal de nuestra lengua. Le corresponde todo el respeto, y el silencio.