Dicen los libros de historia que soy del mismo lugar que ese gran poeta que murió joven por ser fiel a sus ideales. Leo en mi carné de identidad que nací en la misma ciudad que ahora celebra el centenario de su nacimiento. Longevo asentamiento humano pleno de huellas del pasado, de su mejor y […]
Dicen los libros de historia que soy del mismo lugar que ese gran poeta que murió joven por ser fiel a sus ideales. Leo en mi carné de identidad que nací en la misma ciudad que ahora celebra el centenario de su nacimiento. Longevo asentamiento humano pleno de huellas del pasado, de su mejor y peor parte: de la excelsa expresión artística de diferentes épocas y de los rostros de muerte que financiaron su existencia. Pequeña urbe circundada de sierra y atravesada por un sendero de agua otrora amiga de los niños y los juegos compartidos de la infancia. 1 De transeúntes acentos y dialectos, a veces hospedados, otras hacinados en estas tierras sedientas de agua, robada por sus oficiosos valedores, esquiva, a causa de nuestro maltrecho clima; igual que en casi todo el mundo: mal repartidas. Así es Orihuela, como cualquier sitio, como ningún otro.
Y de ese pedacito del Planeta me reclaman. Dicen, mas yo no digo.
No soy de ese lugar donde los explotadores se apropian del nombre de honrados artistas que lucharon por la justicia y murieron por republicanos proyectos. Donde los que ahora son sus autoridades, herederos socio-históricos de los mismos que lo dejaron morir entre rejas, 2 se ufanan en promocionarlo como si de una atracción de feria se tratase, vaciando su contenido y extrañándolo de su legítima forma, travistiéndolo hasta poder meterlo en una especie de disfraz de simpática mascota. 3 Seguro que algunos distraídos bolsillos se llenan, que no es poca la cosa, ni tontos los que se asoman; mas de allí no pertenezco yo.
Sí soy de ese lugar donde la gente se alza contra un sistema asesino y sus desvergonzados promotores. Donde mujeres y hombres no se callan ante la podredumbre, y cuando lo hacen, es para coger aire y decirlo más fuerte. Donde las personas viven de su trabajo y sus manos no se sonrojan por estar marcadas con las líneas de la vida.
No soy de ese lugar donde la política ensucia a lo público día a día, donde el «todos» se diluye en la infamia de la mentira, donde la corrupción viste de euros y la ebria noche nubla al día.
Sí soy de ese lugar donde las madres y los padres enseñan a sus hijos con orgullo por qué tener el brazo con el puño apretado bien alto, 4 por qué mantenerlo con el paso de los años, aguantarlo frente al peso de la costumbre y la tentación del descanso pagado; por qué este mundo necesita que lo alcemos todos y que únicamente lo bajemos para dar la mano a nuestros hermanos: para saber que no estamos solos, para beber de la mirada cómplice, del hombro en el que apoyarnos, para ser más y mejores, para evitar agotarnos antes que caiga la noche.
No soy de ese lugar donde la basura vestida de traje ensucia el agua del río, sembrando enfermedad que en tiempo de recolecta se lleva a nuestros seres queridos. 5
Soy de ese lugar donde los amigos se juntan para tomar té, mate, o unas cervezas… para entre risas darle sentido a la vida, entre rostros diferentes, rodeados de distintas facciones queridas. Donde los vecinos entre un «¡Díos mío!», «¡As-salam alaikum!» y «¡Hostia!» (con o sin mayúsculas), se conocen y acompañan, en el parque, el mercado o la tienda de la esquina. Entre todos ellos, con el mismo respeto, entendiendo que las formas se forman en el camino que trazamos , que no importan si lo importante late dentro: en corazones aquejados de penurias y felicidad compartida.
No soy de ese lugar donde el Capital decide quién trabaja y quién no, quién puede pasar por esa puerta y quién por aquella otra más chica, quién asfixiarse en una cárcel perdida y quién respirar en una gigante que alcanza mucho más allá de nuestra vista, donde se nace para morir y se malvive para que otros se crean en la mejor de las vidas.
Soy de ese rincón de San Juan donde se recita frente al mar Caribe versos de «Viento del Pueblo», de esa barriada socialista de Caracas que conoce tantos «niños yunteros», de ese grupo de estudiantes progresistas de Osaka o Estocolmo, de Renquiu o Tegucigalpa, que saben sin duda lo que «no quieren ser» 6 en sus vidas … Soy de ese lugar con anhelo de esperanza y sabor a compañía. Allí donde se inhalan sueños esbozados con retales de alegría, cuarteados por la vida, sin fáciles esnifadas de farmacias lejanas, con las que pretenden adormecer nuestro espíritu y enfermarnos el alma.
No soy tampoco de allí donde las personas se pelean por telas alzadas al viento, pintadas por otros, en largos mástiles que evitan que nadie las arranque y les dé mejor uso, donde a los de abajo se les azuza los unos contra los otros por el desigual reparto de las migajas y se les lleva a la muerte en genocidas batallas. Matanzas organizadas por respetables señores con culos manchados de oro salpicado de esmeraldas.
Soy de ese lugar que aún no tiene nombre, himno ni bandera, donde el hombre es el mejor amigo del hombre y vivimos para nuestros iguales en democracia, justicia y alegría. Donde ninguno mira por encima al otro y donde nuestros diferentes tonos, notas y sabores enriquecen nuestros sentidos. Donde cualquiera es igual a nadie, y nadie quiere ser más que cualquiera. Donde a la Geometría se le invitará a servir a los seres humanos y se la desterrará de su conocido papel separadora de pueblos y familias. Donde soñar se considerará un derecho y no una pérdida de tiempo.
Mientras llega ese momento seguiremos siendo emigrantes, extraños a sus leyes, ajenos a sus papeles humedecidos e ilegibles por algún costoso vino; mas sí aferrados a nuestros sueños que nos anclan a la vida, que si por sincera la queremos, se hallará fugitiva de cualquier privada plusvalía.
Mientras lo hacemos arribar, construiremos poco a poco, mucho a mucho, entre todos. Y con nuestras manos plantaremos esos fuertes pilares acogidos entre sonrisas cercanas, esas paredes robustas de igualdad creativa, esa techumbre abierta a los rayos de luz, pero cerrada a cal y canto a los ojos de la explotación, la envidia y la ira.
Ojalá un día cercano, Miguel y yo, volvamos a casa.
* Jon Juanma es el seudónimo artístico/revolucionario de Jon E. Illescas Martínez, artista plástico, escritor y teórico del socialismo democrático.
Para contactar con él: [email protected]
Blog: http://jonjuanma.blogspot.com/
Arte: http://jon-juanma.artelista.
Notas:
1. Hace 50 años aproximadamente los niños jugaban y se bañaban en el río Segura. Actualmente no lo hacen ni los animales. El río es contaminado por empresas capitalistas que vierten sus desechos industriales ante la pasividad de las autoridades.
2. Capturado por la Guardia Civil franquista una vez concluida la Guerra Civil, Miguel Hernández ingresó en diversas prisiones, siendo la última de ellas el Reformatorio de Adultos de Alicante. Allí fue trasladado en 1941, donde enfermó de tuberculosis (antes lo hizo de bronquitis y tifus) y murió un año después, el 28 de marzo de 1942. Fue enterrado el 30 de marzo en el nicho número 1009 del cementerio de Nuestra Señora del Remedio en la misma Alicante.
3. La derecha ha conseguido muy inteligentemente vaciar el contenido socialista/comunista de la obra de Miguel Hernández hasta hacerlo imperceptible para la mayoría. La universidad pública que los conservadores del PP en el poder inauguraron para competir con la Universidad de Alicante (pro-PSOE) fue bautizada con el nombre de Universidad Miguel Hernández siendo su tendencia de los altos puestos claramente neoliberal y conservadora. Así mismo promocionaron a un poeta de extrema derecha que «rindió homenaje» a Miguel Hernández con la publicación de un poemario en el que aprovechaba para hacer apología de su ideología reaccionaria y machista: http://www.kaosenlared.net/
4. En una estrofa de su poema «Canción del esposo soldado», Miguel Hernández le dice a su mujer desde la trinchera: «Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado/envuelto en un clamor de victoria y guitarras/y dejaré a tu puerta mi vida de soldado/sin colmillos ni garras.» En el siguiente enlace se puede leer el poema completo y ver una reinterpretación plástica del autor que les escribe estas líneas: http://www.artelista.com/obra/
5. Los incrementos de casos de cáncer en la Vega Baja vinieron aumentando gravemente en los últimos años en que se conocen datos (http://www.diariocriticocv.
6. Referencias al poemario «Vientos del Pueblo» (1937, editado primeramente por Socorro Rojo Internacional) y los poemas «El niño yuntero» (perteneciente a la obra anterior) y «No quiso ser».
(El presente texto fue escrito y publicado a finales de marzo de 2010, para Argenpress Cultural bajo licencia libre Creative Commons)