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El abogado de la familia acusa a la guardia civil de secuestrar y torturar al miembro de ETA desaparecido hace 11 meses

La guerra sucia planea sobre el caso Anza

Fuentes: Diagonal

La desaparición del miembro de ETA Jon Anza, hace 11 meses y en circunstancias sin aclarar, así como la sorprendente aparición de su cadáver, el pasado 12 de marzo en la morgue del hospital Purpan de Toulouse, ha despertado el espectro de la guerra sucia. El hallazgo del cuerpo da por respondida la pregunta «Non […]

La desaparición del miembro de ETA Jon Anza, hace 11 meses y en circunstancias sin aclarar, así como la sorprendente aparición de su cadáver, el pasado 12 de marzo en la morgue del hospital Purpan de Toulouse, ha despertado el espectro de la guerra sucia.

El hallazgo del cuerpo da por respondida la pregunta «Non da Jon» (¿Dónde está Jon?), que ha llenado las calles del País Vasco durante los últimos meses, pero deja muchas incógnitas. La confirmación de que el cadáver ha permanecido durante diez meses en el hospital -cuando los protocolos sanitarios franceses prevén un máximo de dos meses para cuerpos no identificados- deja en entredicho la versión oficial francesa y arroja sombras sobre una investigación que arrancó con la denuncia por desaparición interpuesta por la familia de Anza el 15 de mayo.

«Desaparición inquietante»

Sólo tres días después de la denuncia, el 18 de mayo de 2009, la fiscal de Baiona, Anna Kayanakis, abrió una investigación oficial para esclarecer una «desaparición inquietante». Nueve meses después, el 14 de marzo, y en una concurrida rueda de prensa, el resoplido inicial de la fiscal era el vivo espejo de su fracaso. La acompañaba, guardando un estricto mutismo, el comisario judicial Patrick Leonard, cabizbajo y de brazos cruzados. Sólo confirmaron que el cadáver era el de Jon Anza, asumieron los errores y despropósitos sucesivos y se mostraron incapaces de explicar por qué el cuerpo no ha aparecido hasta ahora.

La versión de la Fiscalía francesa presenta ahora una secuencia de hechos según la cual Jon Anza habría sido encontrado el 20 de abril a las 11 de la noche, inconsciente, con una ropa distinta a la que llevaba el día de su desaparición, apoyado en una jardinera del restaurante Hippopotamus de la avenida Estrasburgo.

Localizado por la Policía municipal fue trasladado al hospital, donde moriría el 11 de mayo sin haber recuperado la conciencia en ningún momento. La versión oficial no tiene ninguna respuesta para aclarar qué pasó entre el 18 de abril -cuando Anza tomó un tren en Baiona dirección Toulouse para acudir a una cita con miembros de ETA que nunca se produjo- y el 29 de abril.

Cabe señalar que, sólo cuatro meses antes de la desaparición de Anza, el refugiado vasco Juan Mari Mujika, según su propia denuncia, fue abordado y secuestrado durante dos horas por agentes españoles, que pretendían que colaborase en la lucha contra ETA. La investigación judicial francesa en curso ya apunta a cuatro números de móviles españoles, en un contexto donde la presencia de policías españoles en el País Vasco francés se acrecentó tras el atentado mortal contra dos guardias civiles en Capbretton en 2007, hasta alcanzar el centenar de agentes.

Además, según informó el diario El Mundo, el mismo día -18 de mayo- que la fiscal anunciaba la apertura de la investigación, guardias civiles abandonaron precipitadamente las habitaciones que ocupaban en el hotel Adaggio de Toulouse. En la huida, dos de los agentes olvidaron sus pistolas debajo del colchón. La fiscal Kayanakis ha afirmado que tenía conocimiento de estos hechos pero que no los vincula con el caso Anza por ser una «misión clásica» de agentes antiterroristas españoles. Las armas de los guardias civiles fueron devueltas a través de la comisaría de Toulouse y los agentes implicados, que se registraron en el hotel con su documentación real, nunca fueron interrogados.

La fiscal descarta el robo

En ese confuso escenario, la fiscal Ana Kayanakis anunció el viernes 19 que dejaba el caso, aduciendo la complejidad del mismo, y que derivaba el caso, como solicitaba la familia, a los juzgados de Toulouse. En la misma comparecencia, la fiscal sólo descartó la versión sugerida en su día por Pérez Rubalcaba, que insinuó que Anza habría huido con 300.000 euros que iba a entregar a ETA. Kayanakis responsabilizó al hospital Purpan de los errores en la identificación, pero pocas horas después el centro médico la desmentía con un pormenorizado comunicado en el que detallaba que contactó con la policía hasta tres veces, remitiendo la ficha completa de Anza, en ese momento sin identificar, a la Oficina de Desaparecidos. El hospital afirma además que nunca recibió aviso alguno de la Policía judicial de Baiona. Y ello pese a que había una investigación abierta y que el anuncio de la desaparición de Anza movilizó a centenares de personas en mayo de 2009, que organizaron brigadas de búsqueda colocando fotografías en el recorrido entre Baiona y Toulouse.

Once meses después, el cadáver habría sido localizado en la morgue de Toulouse, gracias al celo de un trabajador según la versión final. Pero nadie aclara lo sucedido entre el 18 y el 29 de abril de 2009, dónde estuvo Anza y dónde están sus pertenencias, así como el supuesto dinero que llevaba -fue encontrado con un solo billete de 500 euros-.

El cadáver del militante de ETA ha aparecido justo cuando empezaba a ser un caso molesto y la prensa francesa empezaba a hacerse eco de un tema incómodo y señalaba los indicios de la pista de la guerra sucia española. Incluso el libro publicado por el periodista Jacques Massey a finales de febrero (ETA, histoire secrète d’une guerre de cent ans) aporta datos sobre la implicación de los servicios secretos españoles, ya que sostiene que fuentes de la Ertzaintza responsabilizan a agentes españoles de la desaparición, y apunta que incluso hay escuchas telefónicas sobre el caso.

«No descarto nada. No soy un ingenuo»

Tras 11 meses de movilizaciones y denuncias, familiares y allegados de Jon Anza comparecieron en Baiona el 14 de marzo para anunciar que se personan como parte civil en la causa judicial. El abogado Jon Enparantza manifestó que no creen en las casualidades, que sospechan «que el cuerpo ha sido escondido todo este tiempo» y que la versión oficial tiene una «absoluta falta de credibilidad». Enparantza afirmó que la «Guardia Civil lo secuestró, torturó y asesinó» y sugirió a la fiscal Kayanakis que preguntase «en las cloacas, porque estamos frente a una cuestión de Estado». El mismo día, la izquierda abertzale enmarcó la muerte y desaparición de Anza en un «nuevo capítulo de guerra sucia». Al día siguiente, 8.000 personas recorrieron las calles de Donosti en recuerdo de Jon Anza, tildando a Rubalcaba de mentiroso y situándolo como máximo responsable. Éste sólo se ha pronunciado para amenazar con denunciar a quien sostenga que tras el caso Anza están los cuerpos de seguridad del Estado. Por su parte, el comisario François Bodin, director de la Policía Judicial de Burdeos y responsable de la investigación, afirmó: «No descarto nada. No soy un ingenuo. Contribuí a tumbar a los GAL».

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-guerra-sucia-planea-sobre-el.html