Recomiendo:
0

Roque Dalton: la ética que demanda

Fuentes: Rebelión

Ni para tener edad de pensar nos alcanzaba cuando el mayor poeta que parió el paisito cayó dejándonos toda la vida que podía nacer de su esperanza, hace 35 años. Ahora, tiempo después, no quiero pensar que lo medio pensantes que somos ahora, a no decir mal pensados, o proyectistas del bien pensar, podríamos concluir […]

Ni para tener edad de pensar nos alcanzaba cuando el mayor poeta que parió el paisito cayó dejándonos toda la vida que podía nacer de su esperanza, hace 35 años. Ahora, tiempo después, no quiero pensar que lo medio pensantes que somos ahora, a no decir mal pensados, o proyectistas del bien pensar, podríamos concluir que fue una trama macabra para eliminar «lo pensante» en esos turbios años.

Se trataba de «El proceso», decían, para disfrazar, los milicos argentinos sobre la matanza que urdieron contra sus mismos compatriotas y sus vecinos en el sur del continente. Y el poeta Roque Dalton murió como parte de «un proceso»: dice ahora uno de los señalados en la trama de asesinar al poeta, en una entrevista, cuando es indagado sobre el crimen, y antes que se destape en su orgullo actual de ser un «salvador de vidas» del primer gobierno que aun queremos sea el de la esperanza. Un ministro habló de difamación, solo por cuestionar sobre el crimen, y de paso, cubrir otras oscuridades. Luego, alguno que otro mal asesorado rabió también siguiéndole la tónica, con argumentos tales como que la guerra les llevó parentelas. Sépalo usted, quien así arguye: no fue el único que perdió sangre de su sangre. Yo perdí hermanos, primos, tíos, parientes, amigos, compañeros. Sobre todo compañeros, un término ninguneado por tantas veces falseado. Y no perdí hijos porque no tenía edad para tenerlos y perderlos en la guerra por los mínimos espacios de democracia que se ganaron.

Muchos quisieran vivir de sus galones, demasiados de sus historias. Pero ahora es el tiempo, de a poquito en poquito si se quiere y no defraudan más de lo hecho, de los olvidados. A esos de siempre, a los que han cantado Silvio y grandes voces más. Por esas voces, por ellos los pequeños sin nada, por sumarme, digo.

Sobreviviente que soy, demando el mínimo: saber qué pasó, la explicación debida que se sobreponga al cliché tantas veces maniobrado por los militares que con asesinatos y desapariciones convirtieron a Nuestra América en el paraíso de las dictaduras y las manos duras para solucionar divergencias políticas. Y justicia.

Que eso de verdad y de justicia sea por algo. Por algo la ética, eso que nos hizo diferentes desde tiempo atrás, y que a tientas comenzó a hacer sonar su voz en el paisito, y nos trajo a ganar al primer gobierno de izquierdas en la historia del paisito. Digo esto aunque ello resuene más de lo debido.

Supo escribir el poeta esperanzas, y repartirlas. Sepamos los que estamos, tal como escribió Dalton, que «no hay héroes posibles / cuando la tempestad ocurre / en un oscuro mar de mierda».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.