Tan sólo dos días después del asesinato del dirigente sindical Fiscal de Aseinpec, Hernán Ordoñez Dorado y tres días después del atentado criminal contra el dirigente sindical de Sintramienergética Seccional Segovia, compañero John Jairo Zapata Marulanda, la OIT ha retirado a Colombia de la lista de los 25 países en los que se comenten más […]
Tan sólo dos días después del asesinato del dirigente sindical Fiscal de Aseinpec, Hernán Ordoñez Dorado y tres días después del atentado criminal contra el dirigente sindical de Sintramienergética Seccional Segovia, compañero John Jairo Zapata Marulanda, la OIT ha retirado a Colombia de la lista de los 25 países en los que se comenten más violaciones de los «derechos humanos». Es una vergüenza, se trata de un grave error.
Esta decisión es inaceptable para un país en el que durante los últimos doce meses han sido asesinados 29 dirigentes sindicales y en los últimos 8 años de gobierno de Uribe la cifra de asesinatos a dirigentes sindicales se acerca a los 600. Se trata de una decisión orquestada a espaldas de los trabajadores con el objetivo de ofrecerle más tiempo al régimen colombiano en vez de condenarlo.
Esta lamentable situación nos lleva a preguntarnos una vez más cuál es el verdadero papel que desempeñan los organismos internacionales.
La FSM mediante su representante en el grupo de trabajadores (aplicación de Normas) ratificó su posición de que Colombia de ninguna manera deber ser excluido de las lista de la OIT, por cuanto continúan los asesinatos. La FSM rechaza enérgicamente la decisión de la exclusión de Colombia de la lista que examinará el Comité de Normas de la OIT y pide que se cancele de inmediato la retirada de Colombia.
El hecho de retirar a Colombia de la lista de países que violan las libertades sindicales tuvo lugar con el consentimiento de la CSI, el grupo de los empresarios y el gobierno de Colombia. Una vez más, la directiva de la CSI se convierte en cómplice. En realidad está brindando su apoyo al gobierno de Colombia, les está ofreciendo tiempo para actuar. También tienen su parte de responsabilidad los dirigentes de las principales centrales sindicales de Colombia afiliadas a la CSI, las cuales buscan ahora el modo de justificarse, crean excusas.
Todos los delegados de trabajadores participantes en dicha comisión han podido percibir claramente que hubo negociaciones clandestinas entre el gobierno de Colombia, empleadores y las centrales sindicales afiliadas a la CSI, con el protagonismo de un miembro sindical del Consejo de Administración.
La clase obrera de Colombia y sus sindicatos clasistas, así como el pueblo luchador de Colombia tienen una rica historia y gran experiencia y por ello saben bien quiénes son sus verdaderos amigos, sus verdaderos compañeros y quiénes fingen serlo.
EL SECRETARIADO