Jordi Soler Alomà [JSA] señala en su artículo «Sacristán versus Marx (I)» que su escrito «es la primera parte de un análisis crítico del tratamiento de que es objeto el pensamiento de Marx por parte de Manuel Sacristán». En una de las notas finales de su trabajo añade: «En la segunda parte de este análisis […]
Jordi Soler Alomà [JSA] señala en su artículo «Sacristán versus Marx (I)» que su escrito «es la primera parte de un análisis crítico del tratamiento de que es objeto el pensamiento de Marx por parte de Manuel Sacristán». En una de las notas finales de su trabajo añade: «En la segunda parte de este análisis del tratamiento del pensamiento Marx por Sacristán demostraré (sic) que éste nunca (sic) se sintió cómodo dentro del marxismo, y que, en realidad, era un escolástico heideggeriano (sic) que oscilaba entre el formalismo lógico (sic) académico y el humanismo cristiano (sic)». No es poca tarea la finalidad de JSA: demostrar -¡demostrar!- que Sacristán nunca -¡nunca!- se sintió cómodo dentro de la tradición marxista y que, en el fondo, el editor de la Antología de Gramsci era un escolástico heideggeriano (su tesis doctoral estuvo dedicada a la gnoseología del ex rector de Friburgo) cuyo pensamiento oscilaba entre el «formalismo lógico», acaso porque Sacristán fuera un lógico competente y tradujera a lógicos de la talla de Quine y Gisbert Hasenjeager, y el humanismo cristiano, probablemente por sus artículos y aproximaciones a la obra de Simone Weil y el personalismo, y por su excelente conocimiento de autores y poetas cristianos
El cóctel, admite JSA, es fuerte. No le falta razón. Pero, señala, que «no le he añadido nada de mi parte». Lo de JSA, según él mismo indica, es descripción básica sin complementos interpretativos. Finaliza su nota indicando que sería útil «investigar cómo autores del tipo de Sacristán y Althusser son percibidos como gurúes del marxismo». No creo que Sacristán fuera percibido nunca como un gurú marxista en el sentido de guía espiritual o jefe religioso que no permite la disidencia. Sea como fuere, JSA no se compromete por ahora a esa investigación sociológica que aquí meramente anuncia.
Causa extrañeza el título del artículo. No es improbable que el autor lo haya pretendido. ¿El traductor de El Capital, el prologuista y también traductor de Engels, uno de los grandes estudiosos españoles de Gramsci, el corresponsal, traductor y comentarista de Lukács, el crítico de líneas de interpretación marxistas practicadas por Colletti y Althusser, el autor de Sobre Marx y marxismo, el traductor castellano de más de 15.000 páginas de clásicos marxistas, el buen conocedor y comentarista crítico, entre otros autores, de la obra de Marcuse, Labriola, Bordiga, Luxemburg, Matick, Togliatti, Lenin, Harich, Bernal,…, el filósofo que consideraba el «yo no soy marxista» como una de las declaraciones epistemológicas de mayor interés y profundidad para la tradición, el epistemólogo que apuntaba con rabia que todo pensamiento decente debía estar en crisis permanente y que, por tanto, también el marxismo debía tener esa naturaleza dinámica, de renovación, el político revolucionario que apostó con fuerza, y con muestras incomprensiones por la esperanza socialista que representó la esperanza de Praga, enfrentado, en oposición, a la obra del autor del Manifiesto Comunista, uno de los clásicos marxistas sobre el que hizo aproximaciones de más interés? ¿Es consistente un «Sacristán contra Marx»? Francamente, suena raro, muy raro. Veamos como JSA construye su crítica. Esta primera entrega está centrada básicamente en los preámbulos de su argumentación.
JSA recuerda que «la crítica cinegética contra Marx es un deporte que no se ha dejado de practicar» desde que Marx empezó a ser «conocido». En su opinión, suele ser un ejercicio de «crítica con las armas», cuyas municiones «son los tópicos, prejuicios, insultos, descalificaciones y falsedades», en vez de un uso inteligente de las «armas de la crítica». Dentro del muy amplio abanico de críticos de Marx, apunta JSA, están los que, siendo grandes pensadores en otras áreas, «son extremadamente triviales, frívolos y superficiales cuando su crítica recae sobre Marx». Mario Bunge y Karl Popper son los filósofos que JSA destaca en este ámbito.
Sobre estos dos físicos y filósofos, ahora no es JSA quien habla, habría que señalar alguna diferencia de interés: a pesar de que, como es sabido, muchos pasajes y capítulos de su obra tienen a Marx como referencia, no es seguro que Karl Popper haya leído con suficiente calma y atención la obra marxiana a pesar de algunas penetrantes consideraciones sobre el estilo dialéctico marxiano. Mario Bunge es otra cosa muy distinta. Aunque no sea un filósofo que haya cultivado la tradición, Bunge conoce directa o indirectamente las grandes líneas de la obra de Marx. Políticamente no está en el mismo nudo. Popper fue asesor del partido conservador inglés, y nada menos que en tiempos de la dama de hierro. Mario Bunge es un pensador de tradición y tendencias socialistas o socialdemócratas si se prefiere llamarlas así. Bunge no es partidario del neoliberalismo ni del capitalismo desbocado ni del individualismo metodológico ni de ningún nudo similar. Además de ello, Bunge ha criticado en más de una ocasión no sólo la filosofía política del autor de La miseria del historicismo sino su misma epistemología, en opinión del físico argentino muy alejada de las prácticas efectivas de las comunidades científicas.
Es cierto que Sacristán los cita juntos en alguna ocasión pero lo hace siempre para señalar que ambos, sin ocultar diferencias, comparten la crítica al programa dialéctico, hasta el punto que parecen abonar casi su aniquilación, y que en ese nudo, precisamente en ese nudo, él se separa y distancia de ambos.
JSA señala a continuación que existe «otro grupo de autores que el peor favor que le podían hacer a Marx es proclamarse marxistas». En ese saco, altamente heterogéneo, incluye a Althusser, Colletti, Lenin y Stalin. No digo que no puede haber algún aire de familia en el grupo, cuesta verlo de entrada, pero al no ser inmediato ese supuesto aire familiar la hipótesis exige algún matiz o alguna argumentación complementaria, más allá de la misma afirmación de que todos ellos fueron malos lectores o pésimos intérpretes de Marx (Permítaseme apuntar, aunque sea sólo en breve paréntesis, que Sacristán no sólo fue un neto crítico de Stalin y su herencia político-cultural -recuérdese su conferencia «Sobre el estalinismo» de 1978 [2]- sino que también lo fue, y documentadamente, de Colletti y Althusser [3]. De igual modo, tampoco en sus aproximaciones a Lenin cultivó el papanatismo y la ceguera acrítica. Así, Sacristán abría «El filosofar de Lenin» con las siguiente palabras ciertamente inusuales: «La insuficiencia técnica o profesional de los escritos filosóficos de Lenin salta a la vista del lector. Para ignorarlo hacen falta la premeditación del demagogo o la oscuridad del devoto» [4]. No se solía escribir así en la tradición a finales de los años sesenta; ni en España ni en Europa.
Desde el propio interior de la amalgama marxista, prosigue JSA, han surgido «voces críticas que, como Habermas o Sacristán, proclaman superar a Marx desde el marxismo». ¿Superar a Marx desde el marxismo? Ignoro si Habermas ha enunciado esa curiosa, y no sé si consistente, finalidad en algún momento, pero no recuerdo que Sacristán haya apuntado esa tarea en algún momento de su obra político-filosófica. Nunca estuvo esa sigular arista en el programa de investigación y en la actividad praxeológica del autor de Sobre Marx y marxismo a no ser que con ella quiera señalarse que Sacristán pensaba que era bueno y necesario ir más allá de Marx a partir de los ejes centrales de su aportación. Lo pensaba claro está, como lo piensa y practica cualquier científico o filósofo que se precie al cultivar creativamente una tradición. Einstein fue más allá de Newton, superó la obra de Newton si se quiere, cultivando su propio legado. ¿Alguna dificultad en este vértice?
JSA se despacha rápidamente sobre Habermas. En su opinión, la crítica del filósofo frankfurtiano es banal y estéril «cuando no carente de significado». Lo único que lo hace «respetable», prosigue JSA, «es su uso deliberadamente retorcido del lenguaje […] que intimida e impresiona al esnobismo filosófico que domina en nuestras instituciones académicas». No sé si la acusación tiene solidez, tiendo a pesar que no por lo poco que he leído a Habermas, en el que no se observa, o cuanto menos yo no lo he observado, ese uso retorcido del lenguaje que sí puede verse en otros autores de la tradición filosófica alemana, sean o no marxistas (o francesa desde luego), pero tampoco veo claro que esa crítica sobre la lectura de un autor, más allá de la afirmación del desacuerdo, tengan mucho valor. Supongamos que Habermas fuera retorcido siempre o lo fuera en ocasiones; innecesariamente además. ¿Qué pasaría entonces? ¿Ya no valdrían un higo ni siquiera un pimiento ninguna de sus reflexiones? No acabo de ver qué argumento explícito señala JSA para criticar la aproximación de Habermas a Marx. No es la finalidad del artículo, podrá señalarse. De acuerdo, el objetivo es otro, la meta es demostrar el escolasticismo heideggeriano del autor de Papeles de filosofía. Vayamos a ello.
También de pasada, JSA añade que «estos filósofos (si es que merecen ser llamados así)» refiriéndose no sólo a Habermas sino a Hegel o Heidegger, «hacen como los teóricos economistas que esconden su ignorancia tras un muro de ecuaciones y su desconocimiento de la realidad tras un montón de modelos estériles». No sé si la comparación ayuda y no sé si la crítica es pertinente por lo que tiene de menosprecio general, sin matices, del uso del lenguaje matemático en economía o en ciencias sociales en general. Es posible que muchos economistas construyan modelos teóricos de muy escaso éxito al ser contrastados con sistemas sociales reales. No es imposible que algún economista, bastantes de ellos acaso, tenga adicción matemática sin sustancia empírica pero de ahí no puede inferirse, de hecho no se infiere, que el lenguaje matemático no pueda ser útil para comprender la realidad social como sí lo es para comprender la realidad natural, ni que las ecuaciones matemáticas sirvan siempre para construir muros que ocultan abismos de ignorancia y desvarío teóricos.
Dejémoslo aquí. Tampoco éste es el punto central del texto de JSA. Sacristán contra Marx es el nudo básico
En el caso de Sacristán, JSA se detiene básica y únicamente en lo que él mismo llama «la conocida crítica marxiana de Manuel Sacristán publicada en mientras tanto» [5], indudablemente motivada, afirma, por su traducción de la obra «La estructura lógica de «El Capital de Marx»», de Jindrich Zeleny. No acabo de entender qué quiere significar exactamente aquí «crítica marxiana» para hablar de un artículo que pretende ahondar en las concepciones epistemológicas de Marx y en su propio trabajo científico, y, puestos, no es históricamente trivial, aunque sea secundario para nuestro tema, que la motivación del escrito de Sacristán cuelgue directamente de una traducción, la de la obra de Zeleny, que se publicó cuatro años antes en la colección «Teoría y Realidad» de Grijalbo que dirigía su amigo y discípulo Jacobo Muñoz. Sea como fuere, la aproximación de Sacristán, apunta JSA, «parece más meditada y profunda, pero el análisis demuestra que no es consistente y, por otro lado, sucumbe, alguna vez, a la tentación del insulto más falaz, como en el siguiente párrafo». Deténgamos en este punto, veamos si el análisis de Sacristán es o no consistente y veamos también si cae o no en el «insulto más falaz».
Por lo demás, resulta curioso que, más allá de la solidez y fundamentación de su crítica, JSA extraiga conclusiones para su asunto a partir de un artículo, sde ólo un artículo de Sacristán, aunque ciertamente sea uno de las grandes aportaciones filosóficas del traductor de Marx, Engels, Heidegger, Taton, Quine y Platón.
Notas:
[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=109464
[2] Manuel Sacristán, Seis conferencias. Mataró (Barcelona), El Viejo Topo, 2005. Presentación de Francisco Fernández Buey; epílogo de Manuel Monereo. Edición de Salvador López Arnal
[3] Algunas de sus críticas a Althusser y Colletti pueden verse ahora en Manuel Sacristán, Sobre dialéctica. Mataró (Barcelona), El Viejo Topo, 2009.
[4] Manuel Sacristán, «El filosofar de Lenin». Sobre Marx y marxismo. Icaria, Barcelona, 1983, p. 133.
[5] Puede verse ahora en M. Sacristán, Sobre Marx y marxismo, ed cit, pp. 317-367. La conferencia puede oírse en el cuarto DVD de los documentales del cineasta barcelonés Xavier Juncosa, «Integral Sacristán». El Viejo Topo, Barcelona, 2006.
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