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La refundación posible

Fuentes: TerceraInformación

Ya es un lugar común dentro y fuera de IU afirmar las diferentes concepciones, reales o supuestas, que se tienen sobre la refundación. Esta diversidad afecta a los objetivos, los contenidos y los itinerarios del proceso. Existe la refundación como marketing electoral, como expiación de algunos pecadillos de la pasada etapa o como maniobra para […]

Ya es un lugar común dentro y fuera de IU afirmar las diferentes concepciones, reales o supuestas, que se tienen sobre la refundación. Esta diversidad afecta a los objetivos, los contenidos y los itinerarios del proceso.

Existe la refundación como marketing electoral, como expiación de algunos pecadillos de la pasada etapa o como maniobra para consolidar mayorías. También está la refundación como búsqueda de un «año cero» de la izquierda o más certeramente como proceso de búsqueda y acumulación de fuerzas sociales, políticas e ideológicas para construir un proyecto constituyente.

Todas estas visiones pugnan por definir el proceso según sus propios parámetros e intereses. Se puede rastrear esta pugna en todos los documentos referidos a la refundación que se han elaborado hasta la fecha, o mejor aún en los contrastes que hay entre esos documentos y determinadas prácticas en determinados niveles de la organización.

La pugna no es en sí negativa, pues puede ayudar a impulsar el proceso. Y sobre todo no es negativa porque el proceso ha conseguido imponerse ya como una realidad incontestable.

Si la praxis es criterio de verdad, es la no-praxis, la inacción, lo que falsea e instrumentaliza el proceso de la refundación. La Asamblea de Refundación del 26 de junio marcó un punto de referencia práctico, real, y por tanto ineludible a la hora de ir definiendo la refundación.

El proceso ya tiene en su haber dos convocatorias exitosas como fueron la Asamblea y el Acto Público en el Auditorio Marcelino Camacho en noviembre pasado como comprobaciones prácticas de lo que, al menos de momento, es la refundación; de lo que el proceso, al menos de momento, da de sí.

¿Un par de convocatorias exitosas bastan para congratularse? Ni mucho menos. Pero hay un par de elementos que dan una diferencia cualitativa a estas convocatorias al margen de su éxito cuantitativo.

Por un lado, «el Acto en el Marcelino Camacho» (hay que empezar a popularizar esta expresión: por «el Acto» y por Marcelino) fue el evento de IU, al margen de coyunturas electorales o luchas internas, con más impacto mediático y presencia activa de diversos sectores de la sociedad (cultura, universidad, movimientos sociales, etc.) en muchos años.

Por otro lado, la Asamblea no sólo siguió por esta senda sino que la amplió. Un 40 % de las y los delegados de la Asamblea no eran afiliadas o afiliados y no fueron a la Asamblea a saludar, sino a participar.

Y el último elemento: el de la movilización. El éxito de la manifestación es un éxito de la refundación.

La manifestación del 27 de junio no quería marchar sobre las consignas de la refundación, como estúpidamente se preguntaba un periódico al día siguiente, sino sobre las reivindicaciones programáticas exasperantemente, ansiosamente, necesarias. Y se puede decir que una cosa es la refundación (que se explica por el colapso puro y simple del proyecto en la forma que le conocemos) y otra la manifestación (que se explica por la necesidad de dar una respuesta en la calle a la situación de crisis y las medidas del gobierno), que responden a necesidades distintas y es verdad. Se podría plantear, por tanto, que no necesitamos la refundación para hacer la manifestación. Pero es que sólo desde el planteamiento de la refundación, sus causas y sus conclusiones, se ha podido convocarse la manifestación. Sólo desde el impulso generado por la refundación se ha llevado a cabo la primera manifestación a nivel estatal y en solitario de IU en los últimos diez años.

En esto es en donde puede notarse el principal sentido que a día de hoy ha generado el proceso. La refundación está funcionando hasta ahora como una estrategia de motivación. Y esto no carece de importancia, al contrario, tiene toda la importancia. Es absolutamente imposible realizar cualquier acción, fácil o difícil, sino existe voluntad. Y para que la voluntad maximice el esfuerzo y el resultado es imprescindible la motivación.

No podemos girar la cabeza ante las evidentes limitaciones que todavía existen. Limitaciones estructurales como la persistencia de viejas dinámicas, la inercia de lustros de luchas internas, intereses particulares enquistados y un largo etcétera. De entre todas sobre salen los conflictos todavía no resueltos.

También hay limitaciones que nos imponemos nosotras y nosotros mismos y no por masoquismo sino por el trauma de años de descensos electorales y sinsentidos internos. La militancia en esas condiciones es dura y desesperante. Desmotivadora. Acostumbrados a que «todo lo que va mal irá peor» se había olvidado no ya la voluntad de vencer, sino la de hacer. O lo que se hacía se sumaba en casilleros particulares y no engordaba la cuenta del proyecto porque el sentido del mismo estaba roto, se había perdido. Entonces se instaló a sus anchas eso que se suele decir cuando no confiamos en nuestras propias fuerzas y capacidades: «no se puede».

Pero incluso a pesar de estas limitaciones, a pesar de los errores, la práctica confirma que esto se mueve, que sí se puede.

Una cosa está clara: si no nos motivamos nosotros mismos, difícilmente podremos motivar a nuestro alrededor. Y si estamos empeñados en generar movimiento para unir, para acumular, para converger no haremos nada sino damos el primer paso. El primer paso es el más importante y ese ya se ha dado. Vendrán luego los dolores de huesos, las zancadillas, los cambios de ritmo y demás achaques de un organismo que llevaba años ensimismado, pero eso será otra historia.

Sabemos que queda demasiado por hacer, prácticamente todo: clarificación estrategia, método de trabajo y dirección colectiva, cultura de la unidad, formulas organizativas adecuadas, etc. Y que no es sólo cosa nuestra, de IU o la gente de sus proximidades, sino de los cientos de miles, de los millones necesarios y necesarias para realizar la refundación.

Pero es sobre el terreno de lo ya ganado, de lo ya conseguido, sobre el terreno de lo hoy posible donde se puede hacer que la refundación avance. De momento ya nos ha puesto en la calle. Eso es algo. Es mucho. Agradezcámoslo.

Y no olvidemos que no es sólo la izquierda lo que queremos refundar, sino el país.

Fuente: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article16890