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Une película de Fernando Trueba

«El baile de la victoria», otra historia chilena

Fuentes: www.analitica.com

Mantenemos en nuestro sistema de recordación una extraordinaria capacidad para reencontrarnos amablemente con la familiaridad de espacios donde ya hemos estado. Hasta revivir las peripecias de algunos héroes conocidos o descubrir por la imagen lugares que estaban medio desdibujados en la evocación. Es el placer de degustar lo amorosamente reiterativo. Derrotar la amnesia y volver […]

Mantenemos en nuestro sistema de recordación una extraordinaria capacidad para reencontrarnos amablemente con la familiaridad de espacios donde ya hemos estado. Hasta revivir las peripecias de algunos héroes conocidos o descubrir por la imagen lugares que estaban medio desdibujados en la evocación. Es el placer de degustar lo amorosamente reiterativo. Derrotar la amnesia y volver a vivir y ordenar las imágenes en retazos que teníamos, por ejemplo, de una ciudad. Esto me sucedió cuando me enfrenté con los cuadros de la bella película de Fernando Trueba, el Baile de la Victoria: España, 2009.

La anécdota de la película es muy sencilla, con la llegada de la democracia el nuevo gobierno dicta un indulto general para aquellos detenidos que no tuviese sentencias por causas de delitos de sangre. Un imaginativo y sensible joven sale de la cárcel junto con un famoso e irónico, ladrón especialista en cajas fuertes. Ambos sueñan con rehacer su vida. Uno sensible y volátil el otro un militante de la desconfianza, así lo retrata la Novela de Skarmeta Pág. 115 : » No sea tan detallista profesor (personaje Vergara Grey). Apuesto a que si va a un funeral hará que le muestren el cadáver y si llevan a un bautizo exigirá ver la guagua».

El otro, el joven Ángel, cuyo único capital es una feerica imaginación, con ella trata de inducir al mañoso veterano, para hacerle ver que solo pueden salvarse si ejecutan el siempre anhelado «gran golpe». La fantasía e inagotable imaginación sostiene su sueño por un plan que su compañero de cárcel, El Enano, le ha confiado (cita del libro Pág. 55: «Los Enanos tienen un sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista», tomado por Skarmeta del libro de los Enanos de Monterroso).

En sus peripecias, como recién licenciados de la cárcel, y por azar se engarzan con la joven bailarina Victoria, erigiendo un extraño, fantasioso y funambulesco triangulo de amistad, amor, gracia que difícilmente podremos olvidar. Son seres de constelaciones opuestas pero perfectamente complementarias por la grandeza de sus renegadas vidas

Para mí la película es un homenaje a Santiago de Chile, recorrer con la cámara de Trueba, las calles del Centro de la ciudad, recordar lugares que tanto valoro, las Liberarías de Huérfanos, la Plaza de Armas, mirar el triste e inolvidable perfil del Palacio de la Moneda, sus cercanas callecitas de hotelitos de amor y cines porno, nos mueve y hace resentir esa siempre grata energía de la ciudad.

Escuchamos a Trueba cuando afirmaba que era imposible no sentirse traidor con la historia de Antonio Skarmeta y sobre todo con Santiago de Chile, si no hubiera realizado la película en estos predios. Razón le sobra, esta es una historia absolutamente santiaguina: «Me hubiera parecido muy feo rodar en otra ciudad»

Nos pasea por la ciudad y lleva, entre otros ámbitos, hasta el viejo Hipódromo de la Avenida Independencia y allí nos hace percibir lo que siente un fanático del turf un día de carrera con ese Clásico tan chileno de St. Leger. Trueba nos reveló que su obra habla de la hípica haciendo del caballo otro personaje, con el pretende rescatar algo que se ha perdido en la narrativa y el cine: la épica. La aventura de la dama bella, lánguida, Victoria, que es rescatada por un caballero que la transporta en ancas por la montaña y luego lleva al mar y al amor.

Trueba es muy cuidadoso con su búsqueda de actores y entre bromas nos comentó: «pensé en Ricardo Darin desde el principio, desde que estaba leyendo la novela. No sólo era perfecto para el personaje, de Vergara Grey, era también el actor con quien más ganas tenía de trabajar».

Sigue luego con Miranda Bodenhofer, Victoria Ponce, a quien vio bailando en el Ballet Municipal de Santiago, luego hizo casting en diversos lugares del mundo para volver con » aquella chica que yo había dicho que era Victoria era «mi Victoria»

El tercer personaje es Ángel: «Cuando apareció Abel Ayala pensé que había aparecido el personaje de Ángel Santiago: » Un ángel sin dudas, hasta el punto de que creo que Abel Ayala es más Ángel Santiago de lo que pueda decir el guión o la novela»; «Abel Ayala, parece un ser alado que anda a veinte centímetros del piso y es una perfecta y armónica combinación entre Cantinflas con Montgonery Cliff» , bueno, de un personaje tan serio y respetuoso de la gente y mas de sus actores como Trueba, esta es una benevolente travesura.

Sin duda todos son unos personajes muy hermosos, esos que te conquistan y no te cansas de apreciar y recordar.

El guión fue trabajado por Fernando Trueba y Antonio Skarmeta, autor de la novela «El baile de la victoria», Premio Planeta 2003. De esa novela es inolvidable para mi un texto Pág. 24, que acompaña el primer encuentro entre Ángel y Victoria frente a la boletería de un cine porno : » un afiche proclamaba las virtudes del film de esta semana: «Una japonesa engañada por su marido se venga de él acostándose con todo el mundo». El titulo era Emmanuel en el paraíso de la lujuria».

En la película, también hay humor tanto como en el libro de Skarmeta y eso impone un ameno contrapunto al drama de fondo y también a todo lo que obra de Fernando Trueba desarrolla: la tragedia, el respeto al humanismo, el romanticismo, el «thrillers», y hasta el western! coexistían de una forma poética, graciosa y armónica.

Maravilla la forma como mezcla los géneros, el humor, el romanticismo, elementos de acción, de novela policíaca, todo en cóctel que cinematográficamente le funciona muy bien a Trueba valido hasta en sus chilenismos y en los de Skarmeta: Pag. 311. » y en el mero escenario del templo de las artes, zangoloteándose al compás de temas como el Baile de la botella y Mechupín tocaba el piano y Mechupái la corneta».

«El baile de la victoria» es un baile de libertad, de huida, de escape de esos humos y gases tóxicos que aun respira el país que sigue padeciendo el hedor de los vahos de la Constitución pinochetista, que defiende y protege a quien no debe. Un día llegará ese baile de la victoria, de vuelta al país, tal como hoy en Uruguay adonde se acaba de promulgar una Ley contra la impunidad de los asesinos de la dictadura. Verla es un compromiso y leer la Novela de Skarmeta una obligación con la literatura latinoamericana

 

http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/7958531.asp