Aunque siguen los ecos y las oleadas post rescate de los 33 mineros, pareciera que las cosas vuelven a su lugar y que la racionalidad se impondrá sobre los aprovechamientos faranduleros de lo que pudo ser una nueva masacre obrera. Es claro que hablar de «racionalidad» pudiera ser muy optimista, pues lo cierto es que […]
Aunque siguen los ecos y las oleadas post rescate de los 33 mineros, pareciera que las cosas vuelven a su lugar y que la racionalidad se impondrá sobre los aprovechamientos faranduleros de lo que pudo ser una nueva masacre obrera.
Es claro que hablar de «racionalidad» pudiera ser muy optimista, pues lo cierto es que por sobre los asuntos de auténtico interés ciudadano, la cuidada tendencia a continuar el show ya comienza a cultivarse con los reality veraniegos: Teletón, Festival de Viña, por ejemplo.
Con grandes titulares se celebra el alza del cobre, pero no se pone en el tapete adónde irán las ganancias de esa bonanza: no ciertamente a Chile, socio menor de la Gran Minería «chilena».
Y se trata, precisamente de esos «temas», sobre el fondo de los cuales el ultra promocionado ministro de Minería guarda estricto silencio.
De reconstrucción sí se habla, aunque no precisamente porque avance a ritmo de tortuga, sino porque se pone en entredicho la «excelencia» de una ministra cuya causa y «prestigio» moviliza al gobierno, la derecha y sus medios.
«La reconstrucción no se puede hacer con cesantes, hay que hacerla con la gente trabajando». Son palabras del alcalde de Lota, Jorge Venegas, que sintetizan el drama de miles de chilenas y chilenos que además de terremoteados están cesanteados. Y a ellos hay que agregar el daño al pequeño y mediano comercio -los halagados «emprendedores» en los que Piñera quiere convertir a cada chileno- que no pueden hacer otro emprendimiento que el de la retirada cuando su mercado se ha estrechado por los altísimos niveles de pobreza.
¿Por qué no despega la reconstrucción?, es una pregunta que está en boca de todos, así como lo están los desastrosos efectos de una lluvia de verano que deja al descubierto la improvisación irresponsable de empresarios inmobiliarios que sólo buscan la máxima ganancia, y la desidia o complicidad de organismos públicos encargados de autorizar y fiscalizar sus proyectos.
Nada nuevo bajo el sol, se dirá. Pero sí hay algo nuevo, y es el ánimo renovado de gente que se sacude viejos marasmos para movilizarse en demanda de lo que con razón estima sus derechos.
Son los estudiantes, en defensa de una educación digna, y la altiva resistencia a la jibarización de las universidades estatales, históricos pilares de nuestro desarrollo económico y cultural. Son habitantes en lucha por los daños al medioambiente que acarrea la explotación indebida de suelos y ríos. Son los trabajadores que demandan trato justo, respeto a sus derechos, mejores condiciones laborales. Son las mujeres en demanda de sus reivindicaciones. Es la otra cara buena de la moneda.
Porque de la otra cara de La Moneda, mejor ni hablar. Todavía no logra convencer su inquilino mayor de que sus manos no estuvieron metidas en las elecciones de la Asociación Nacional de Fútbol, aunque no fuera más que por el sencillo hecho de poseer una alta dosis de sus acciones, y otra dosis también significativa de la cartera accionaria haya quedado en su propio círculo familiar.
De su pintoresco -o «piñerezco»- paso por Europa, mejor ni hablar: «über alles, über alles».