Celebrar el centenario de José Lezama Lima (Cuba, 19 de diciembre de 1910 – 9 de agosto de 1976) es abrir la puerta (de nuevo y siempre) de la literatura (necesariamente) compleja. «Sólo lo difícil es estimulante», decía el poeta. Lezama, además de poeta, fue novelista y ensayista de fondo, de largo aliento. Leer a […]
Celebrar el centenario de José Lezama Lima (Cuba, 19 de diciembre de 1910 – 9 de agosto de 1976) es abrir la puerta (de nuevo y siempre) de la literatura (necesariamente) compleja. «Sólo lo difícil es estimulante», decía el poeta.
Lezama, además de poeta, fue novelista y ensayista de fondo, de largo aliento. Leer a Lezama requiere entrega, exige talento, pues al lector también se le pide participación, inventiva. El escritor (como Lezama) convierte cada palabra en una puerta, el lector es quien articula con su talento las herramientas invisibles con las que tropieza en su recorrido. La literatura no es un objeto de consuelo ni una bolsa de plástico con la que se cubren los problemas. Al contrario, la literatura es una batalla cuerpo a cuerpo entre el individuo y la palabra.
El centenario de José Lezama Lima ha pasado desapercibido en la «gran prensa» y en muchos sectores literarios (que han cedido a la autoritaria presión del mercado). Y no podía ser de otra manera en una época donde se sobrevalora la palabra obvia, la frase mediocre. La historia maquillada de «personajes buenistas y malos desgraciados». Su novela «Paradiso» llegó a ser comparada (por su fuerza y experimentación) con el «Ulises» de Joyce. Hoy, como tantos otros clásicos, Lezama es un subversivo de la palabra que atraviesa en silencio la falsa luz (cegadora) que ilumina el valle de sombras.
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