En la penúltima jornada del Premio Casa 2011, celebrada este miércoles 26 de enero, se celebró la mesa «Para dar testimonio», compuesta por los jurados de literatura testimonial que participan en el certamen
El testimonio no es un género muerto. Se alimenta con el paso del tiempo y refleja el nuevo estado de las cosas. Esta fue una de las ideas centrales del discurso de la narradora y poetisa norteamericana Margaret Randall, durante la mesa «Para dar testimonio» celebrada en la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas.
Para la autora de No se puede hacer la revolución sin nosotras, el escritor de un buen testimonio no solo debe tener un conocimiento profundo sobre el tema abordado, sino también la pasión por la historia contada. Y estas condiciones, al mismo tiempo, deben estar unidas a una actitud de riesgo que ayude a romper los límites y las barreras sociales.
Sobre la importancia de un género cuyos inicios, según Randall, se remontan al surgimiento de la literatura como manifestación artística, la escritora se refirió a las mujeres que en Estados Unidos han sufrido por años las consecuencias del maltrato físico y al fin rompen el silencio para contar sus vidas. Las diferencias de orientación sexual, raza y statu quo también encuentran eco en la narrativa testimonial, sostuvo la autora.
Sin embargo, para la ensayista estadounidense, una de las premisas del testimonio es aludir a las contradicciones de la realidad inmediata, pues no es un género abstracto sino que está en constante evolución con los años. Por tanto, en los momentos actuales otras preocupaciones como la identidad con respecto al otro enriquecen los tópicos de esta forma de expresión literaria, confirmó.
Por otra parte, para la narradora y periodista colombiana Flor Romero, hacer una definición conceptual del testimonio resulta una tarea difícil. Para la autora de Mujeres inolvidables este género converge con otros, pues desde cualquier manifestación literaria se puede testimoniar.
No obstante, Romero advirtió que toda obra testimonial debe ser contada en primera persona, la calidez y seducción de este género se puede perder en la voz de otro, aseguró.
Como miembro del jurado encargado de otorgar el premio en literatura testimonial, la fundadora de la revista colombiana Mujer, expresó que en América Latina todavía existen numerosas áreas para testimoniar. Los pueblos indígenas abandonados en las zonas más apartadas del continente tienen muchas historias por contar, afirmó la escritora.
En otro momento de la conversación, el poeta y editor cubano Yamil Díaz, después de dar lectura al artículo Para una definición del género testimonio de Manuel Galich, optó por mencionar una serie de dicotomías literarias presentes en el testimonio.
Al referirse a la relación dialéctica entre los hechos y la palabra, Díaz señaló que a veces se corre el riesgo de leer libros testimoniales con historias fascinantes y, sin embargo, la pobreza narrativa con que fueron escritas puede hacer perder toda la pasión, manifestó el autor de La calle de los oficios.
En cuanto a los polos de verdad y ficción, el también periodista cubano afirmó que la objetividad y fidelidad hacia los hechos constituyen pilares esenciales del testimonio. El proceso de selección literaria de la realidad debe ubicarse dentro de un contexto histórico- cultural, afirmó el escritor.
Con respecto a la oralidad y la escritura, el autor de Crónicas martianas apuntó que la expresión oral en bruto no es todavía un testimonio en sí, pues el escritor mediante la palabra y la composición es quien convierte un hecho en una historia literaria, aseguró Díaz.
Al mismo tiempo, reconoció que un testimonio debe mantener desde el comienzo un ambiente cálido y de confesión, pues de lo contrario se estaría violando un pacto importantísimo con el lector.
Otro de los puntos contradictorios intrínsecos en el testimonio señalado por el poeta villaclareño recayó en la frontera entre periodismo y literatura. Para quien egresara de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana, el profesional de la prensa del siglo XXI deberá recurrir a las estéticas de la literatura sin perder su presupuesto de objetividad.
Con un total de veintidós títulos presentados en la categoría de literatura testimonial, estos tres escritores que conforman el jurado de este género en la 52 edición del Premio Casa, reconocen la variedad temática de las obras concursantes. Sin embargo, exhortan a las mujeres latinoamericanas a participar en próximos años debido a la marcada ausencia de autoras en el certamen.
Fuente: http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=5953