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Diagrama del Chile social

27F: El terremoto de todos y la tragedia de los nadies

Fuentes: Rebelión

 Dos son las verdades que se confrontan previas horas de cumplirse un año del terremoto y tsunami que afecto al núcleo central de Chile. Por un lado, organizaciones sociales y autoridades locales, que acusan incertidumbre, lentitud y corrupción. Y por el otro, el gobierno y autoridades regionales, que curiosamente con sus chaquetas rojas difunden los […]

 Dos son las verdades que se confrontan previas horas de cumplirse un año del terremoto y tsunami que afecto al núcleo central de Chile. Por un lado, organizaciones sociales y autoridades locales, que acusan incertidumbre, lentitud y corrupción. Y por el otro, el gobierno y autoridades regionales, que curiosamente con sus chaquetas rojas difunden los avances de las localidades afectadas, recalcando transparencia y una buena gestión del proceso. Y en efecto, el terremoto y tsunami ocurrido el 27 de febrero pasado, mostró realidades sociales profundamente irresueltas, importantes de ocultar y fáciles de estallar. Sin embargo, la discusión política de la reconstrucción, se centro en sí fue rápida o lenta, o bien, transparente o corrupta. En ese marco, el nuevo gobierno derechista reforzó su proyecto y aceleró su agenda, sin mayor adversario político. Ello indica que en Chile no existe un debate público de fondo que cuestione al modelo económico a partir del 27F. Aún así, desde una composición diversa y arraigada en lo territorial, las organizaciones locales se organizan y comienzan a coordinar lo nacional, y preparan protestas ante lo que ellas afirman «la mercantilización de la catástrofe». En la intimidad social, hogares pobres se ensanchan y afirman el carácter clasista de la dignidad ultrajada por el terremoto. Mientras que una fuerte ola especulativa acelera el negocio inmobiliario y establece las pautas para nuevos circuitos productivos al amparo tributario del gobierno. Finalmente, la lucha ideológica rearma un imaginario del poder que preconiza el terremoto de todos, mientras los que se organizan desde abajo, socializan la tragedia de los nadies y arman la ruta de sus luchas.

 

Las nuevas marcas mundiales y el descalabro

 

No fue cualquier terremoto, de eso, al parecer hay consenso. Según la agencia Disaster Center [i] , el 27F quedó como el cuarto terremoto más grande, -tanto por el costo proporcional al PIB, así como por sus daños- de los terremotos mundiales. La suma ascendió al 18 por ciento del PIB, equivalente a 30 mil millones de dólares. En cifras oficiales: 555 personas fallecidas, 800 mil damnificados, más de 500 mil viviendas afectadas, 4 mil quinientas escuelas deterioradas, 25 hospitales con daños serios, entre otras insuficiencias. En términos geofísicos, fue el quinto más grande del registro mundial. Los 8,8 grados Richter fracturaron 350 kilómetros entre las placas de Nazca y Sudamericana.

 

Fue a las 3:34 hrs. cuando se estremeció la tierra y despertó una buena parte de chilenos, aproximadamente el 75 por ciento de su población nacional. Los intensos e interminables 8,8 grados Richter impactaron directamente a las Regiones Metropolitana, Valparaíso, Libertador B. O´Higgins, Maule y Biobío. Estas últimas tres Regiones fueron las más afectadas [ii] .

 

A las 3:46 hrs, doce minutos más tarde del sismo, el Centro de Alerta de Tsunami del Pacífico (PTWC) desde Hawai le advierte al Servicio Hidrológico de la Armada (SHOA) – responsable para alertas de tsunami en Chile- que producto del terremoto (de epicentro en el océano Pacífico) existe una alta probabilidad de efectuarse un destructivo tsunami en las costas chilenas. El SHOA retiene la información, pero su socialización se limita producto que el mensaje viene en inglés. Aun así, cuentan los investigadores [iii] de alerta de la Universidad de Chile, que el Dr. español Víctor Saldaña, integrante del PTWC, dos minutos más tarde, 3:48 hrs, enviaba un oficio en español recomendando la precaución del tsunami.

 

Una hora más tarde, 4:48 hrs, el mismo científico volvía a escribir, ahora sí con la certeza: «las lecturas del nivel del mar indican que un maremoto se generó». Por relatos de los sobrevivientes del tsunami y la constatación de caza videos se supo que la última ola (de un total de tres) llegó a eso de las 6 de la madrugada. Sin embargo, solo después de dos días, las autoridades chilenas a través del Ministro de Defensa, reconocían la existencia del tsunami, que dicho sea de paso, se llevó la vida de más de 300 personas, de las cuales 31 aún están desaparecidas.

 

¿Shock del desastre o gobierno de clase empresarial?

 

La historia de Chile es también la historia de sus terremotos. No han sido pocos los sismos que se han cruzado con procesos políticos que han gatillado nuevos paisajes económicos para la vida nacional. Por ejemplo, el terremoto de Chillán [iv] de 1939 con el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, fundaba la Corporación de Fomento y Reconstrucción (CORFO) y daba inicio a profundas transformaciones económicas que marcarían la fisionomía de gran parte del siglo XX .

 

Hoy en cambio, el actual gobierno de Sebastián Piñera, lejos de implementar un proyecto de reconstrucción productivo y nacional, reduce el tamaño del estado y contribuye al incentivo del crecimiento económico. Dos terremotos en medio de contextos políticos y económicos difíciles de corresponder. Sin embargo, la inflexión de ambos indica ilustrativamente la dirección de la historia reciente: el desmantelamiento del keynesiano para la entrada del neoliberalismo .

 

Y es el liberalismo avanzado al cual irrumpe el 27F en Chile. En el plano político, coincide con una inflexión muy relevante: la derrota de la Concertación después de cuatro gobiernos (1990-2010) y el triunfo de la Coalición derechista que retoma la Moneda tras cincuenta años -si consideramos la vía electoral- mediante el bloque de la Alianza.

 

«(…) Va a significar cambios en nuestro programa de gobierno» [v] , advertía Piñera antes de firmar como Presidente. Y en efecto, hubo cambios para el gobierno, pero claramente funcionales a su agenda, que se aceleró. En una jerga más cristiana, fue un regalo del cielo. Decimos regalo porque en términos políticos el terremoto ocurrió días antes de comenzar su gobierno, por tanto, todas las posibles inconsistencias provenientes del estado (SHOA y Onemi, entre otras) remitidas tras la emergencia, le cabrían a la Concertación. Más aún, las metas incumplidas podrían justificarse debido los recursos «extra» propios de la reconstrucción. Ello sin contar que solo por el Fondo de Estabilización Económico Social (FEES), el gobierno disponía de 12 mil millones de dólares para enfrentar la emergencia. Buenos alicientes para echar a correr la nueva empresa.

 

El instrumento concreto que aceleró la agenda de gobierno, fue el plan de reconstrucción pública (8.431 millones de dólares para los próximos cuatro años) y su combinación financiera que se tradujo en las ventas de las empresas sanitarias [vi] estatales y la implementación de una reforma tributaria regresiva. Ambas medidas crean directa o indirectamente condiciones para los mercados de capital extranjero y nacional, y de paso disminuyen la expresión del estado, extendiendo el poder privado, que a su vez desviaba ese imaginario de aquella clásica derecha incapaz de aumentar los impuestos.

 

En cuanto a la combinación tributaria, «en ningún caso busca hacer más equitativo y horizontal el sistema tributario de quienes tienen mayores ingresos» [vii] , explica Libio Pérez. La reforma de impuestos establece una subida parcial por los años de reconstrucción: 17 por ciento en el 2010, 20 por ciento para el 2011, 18,5 por ciento al 2012, 17 por ciento para 2013. Por tanto, la dirección de los impuestos es regresiva al beneficio de las empresas y no para engrosar las arcas fiscales de manera permanente. Otra variable se presenta en la nueva ley de donaciones, que establece un descuento del 17 por ciento a las empresas donantes. Es decir, lo que se le quita por un lado, se le ofrece recuperar por el otro.

 

En cuanto al royalty, el plan de reconstrucción estableció una subida del 4 al 9 por ciento, pero de carácter voluntario y solo durante el período de la reconstrucción (2010-2013). En otras palabras, las corporaciones cupríferas a cambio de aceptar la subida parcial del impuesto obtienen una invariabilidad tributaria hasta el 2025. Grave agresión a la soberanía, si consideramos que actualmente concentran más del 70 por ciento de la extracción nacional del cobre, y presentan utilidades superiores a los 20 mil millones de dólares anuales, equivalentes a 2/3 del plan de reconstrucción.

 

Dentro del paquete tributario también se contempló «disminuir las exenciones al impuesto a la renta para las propiedades nuevas acogidas al DFL-2» [viii] , según Hernán Frigolett. ¿Qué significó esta medida? Entre enero y noviembre del 2010 se vendieron más de un 55 de por ciento que las propiedades del 2009. Exactamente, 4017 departamentos fueron adquiridos para hacer nuevos negocios. Es decir, una medida tributaria destinada a financiar la reconstrucción generó que el mercado inversionista inmobiliario creciera de un 9,5 a un 12,5 por ciento. Excelente medida para los empresarios inmobiliarios, pero nada relacionada con los afectados del terremoto, más allá de contribuir al financiamiento del plan, que tal como decíamos, contaba con recursos al interior del estado.

 

Estos elementos (exenciones, tributo regresivo, condiciones pro mercados, reducción del estado) nos hablan de un gobierno claro en objetivos y que no tiene mayores obstáculos para llevarlos a la práctica. Y claro, en un país donde los dos bloques políticos comparten el mismo proyecto país, el resultado no podría ser otro. Por ello que a un año del terremoto el debate político no considere los caminos del cómo se enfrentó y la respectiva definición de estado. Las principales polémicas se resumen en si el proceso de reconstrucción ha sido ejecutivo o burocrático, o bien, si hay más o menos corrupción para que la Intendenta del Biobío se vaya o se quede.

 

«Perversamente, el desastre facilitó la tarea de elevar el crecimiento» [ix] , decía el Financial Times refiriéndose al año del bicentenario. E l terremoto reactivo la economía del país y fue el impulso que pudo sacar a Chile de su prolongada recesión del 2009, resultado de la crisis económica y financiera mundial. Según el informe de Terram, para el año 2011, habrá un estimulo importante: «el impacto neto del programa de reconstrucción en el PIB debiera ser de alrededor de 4.000 millones de dólares, es decir un 2,5% del PIB. En consecuencia, si el pronóstico anterior al sismo situaba el crecimiento de 2011 en torno al 5%, con el programa de reconstrucción se podría llegar a más de 7% de crecimiento del PIB» [x] . Al parecer, el terremoto es un buen puente para el crecimiento, pero ¿Será ese mismo crecimiento equivalente al avance social después del terremoto?

 

La tragedia de los nadies

 

La alarma social la emitió el programa Informe Especial y su capítulo titulado Por favor, no nos olviden [xi] . En esa ocasión, el estelar de prensa divulgaba las malas condiciones de las viviendas de emergencia, y la dudosa asignación de recursos entre los gobiernos locales (la culpa era de los municipios). Aunque más allá de esto, lo central del capítulo, es que había una manifiesta condición social del terremoto. Ello porque tras la pantalla se conocían los verdaderos golpeados y humillados ante la naturaleza; eran los hogares pobres de las localidades afectadas. Fue el llanto de un niño enfermo que dormía junto a la lluvia y el terrible lamento de su madre, el que rompía el silencio público y soterraba la repetitiva expresión del Presidente que «el terremoto nos golpeo a todos».

 

Más tarde fue el turno de l a encuesta Post Terremoto: Efectos en la calidad de vida de la población afectada por el terremoto/tsunami [xii]   levantada por el Ministerio de Planificación (MIDEPLAN) . El documento señala: «El impacto del desastre sobre las viviendas fue mayor en la población de bajos ingresos»; «En las seis regiones afectadas el 12% de las personas del quintil más pobre experimentaron daño mayor o destrucción de la vivienda, comparado con un 4,6% en el quintil más rico»; «El desastre deja así en evidencia que los pobres no sólo tienen escasos ingresos, sino que están más afectos a experimentar los efectos adversos de los desastres naturales».

 

El terremoto es también un radiograma elocuente de las diferencias de clase y sus condiciones. Un ejemplo destacable que arroja la encuesta, es que mientras la dinámica nacional de la pobreza presentaba un » aumento neto en tres puntos porcentuales, de un 16,4 a un 19,4 por ciento» [xiii] , el mercado inversionista de nuevas propiedades crecía del «9,5 aun 11,2 por ciento» [xiv] . En otras palabras producto el terremoto hay nuevos pobres y más riqueza. Es importante recordar que al momento del terremoto, la pobreza venía en alza. Durante el período 2006-2009 la tasa de pobres indicó un aumento del 1,4 por ciento (del 13,7 al 15,1 por ciento) [xv] . Y no solo eso, la riqueza también venía en alza. Entre el 2003-2005 el crecimiento de las utilidades de las empresas trasnacionales y chilenas aumentó un 164 por ciento, superando inclusive el crecimiento de la economía (75 por ciento) [xvi] . Por tanto, el efecto del 27F tristemente viene a reforzar lo establecido, siendo un gatillo más de las desigualdades de vida, felicidad y libertad de los chilenos.

 

Fabulas del miedo y las masas

 

«Hace poco menos de un año la ciudad de Concepción estaba asolada por hordas de maleantes que recorrían las calles saqueando tiendas, amenazando viviendas particulares y sembrando el miedo tras el terremoto» [xvii] , nos recuerda un abogado. Curiosamente olvida que tras dos semanas de estos acontecimientos los tribunales y carabineros afirmaban que los protagonistas de los «saqueos» eran ciudadanos chilenos sin problemas con la justicia, mayoritariamente. Y que si bien hubo robos y expresiones de violencia, hay que señalar que realmente fueron robos menores y violencia aislada (prueba de ello, es que no hubo cifra de muertos por esta índole), ya que en general prevaleció la solidaridad barrial y la resiliencia de las comunidades para enfrentar las urgencias propias del terremoto: recolección de alimentos, agua, aseo, comunicación, etc.

Las «hordas de maleantes» fue un imaginario del miedo, altamente funcional a la autoridad, que antes de haber cubierto la emergencia social de alimentos e insumos básicos, ya tenía a las fuerzas armadas en las calles y reconstituía la necesidad de unidad. Había que avanzar la idea de que » somos todos chilenos, todos sufrimos por el terremoto» [xviii] , como señala Piñera en cada una de las localidades que visita. Sin embargo, tras días del terremoto la misma prensa alentaba la batalla de ideas y de clases. Fernando Villegas en su columna de la Tercera (con la imagen de un carabinero apuntando su pistola a un penquista que seguramente participo de los saqueos) argumentaba la represión hacia los «saqueadores», encarando una cierta deuda dictatorial frente a hechos delictuales:

P or eso la imagen del carabinero poniendo una pistola en el cuello de uno de los miserables entregados al pillaje es una notable excepción, pero también una muestra de hasta dónde es preciso llegar cuando métodos menos elocuentes ya no hacen mella. Y es una valiente excepción, porque hace ya mucho tiempo que el carabinero teme siquiera levantar la voz, no sea que le abran un sumario, se le eche del servicio y se le lleve a juicio. De eso es muy consciente la inmensa cantidad de ciudadanos resentidos, frustrados y llenos de instintos destructivos y depredadores que ha criado el sistema por las razones expuestas más arriba. Se sienten con esa sensación de derecho a cometer delitos que otorga la impunidad. ¿»Por qué yo no», dijo una mujer que se llevaba objetos robados de una tienda, «si lo hacen todos? Y pudo haber agregado: «y nada nos va a pasar porque somos el pueblo». De ahí que sea la sociedad, no ese punga, quien está hoy con la pistola al cuello. Y que, en la hora mona, deba sacarse al Ejército a la calle [xix] .

 

Y si bien es muy cierto que en Chile existe una alta frustración, la única impunidad prevaleciente al año del terremoto, ha sido la del Estado (aún no hay condenas por los errores) y el poder económico, que ha desarrollado el lucro de la tragedia. Ejemplo de ello, es lo que ocurre con la constructora JCE S.A., líder en edificios dañados del Biobío, que se adjudicó una licitación del Ministerio de Obras Públicas (MOP) para estabilizar cinco de las torres dañadas [xx] . En otras palabras, los mismos responsables de departamentos inhabilitados y damnificados, producto de una mala construcción que violenta la ley, no son juzgados, por el contrario, sus negocios crecen al amparo del gobierno.

 

Esta es la ética del sistema que nos gobierna la vida y nos cercena los sueños. La misma ética que patenta que al año de la tragedia seamos testigo de un pueblo humillado, invisible y ultrajado de su dignidad (terremoteados) y una minoría insensible, poderosa y victoriosa del desastre (terremoteadores). Probablemente las verdades se conquistan, pero de que hay algo insoslayable, es que por más que seamos todos chilenos, tras el terremoto se refuerzan dos países opuestos.

 

Redes Sociales: ¿Reimpulso popular?

 

«Estamos todavía sin agua, los servicios básicos no están completos, todavía estamos hacinados, tenemos problemas de trabajo, necesitamos subsidios y a un año del terremoto no hay nada» [xxi] , asegura el dirigente Miguel Barra. Su relato demuestra que efectivamente, hay más dudas que certezas de la reconstrucción del gobierno. Por ello, conviene conocer las organizaciones locales y la trayectoria de sus demandas, ya que son ellas las que empiezan a florecer los quehaceres del campo popular en Chile.

 

La razón es simple. El arraigo del quehacer de las organizaciones sociales es transversal, se funda en lo territorial (de localidades a comunas), por tanto, incluye a diversos actores sociales (estudiantes, pobladores, colectividades sexistas, profesionales, dirigentes, artistas, etc.) que se deciden enfrentar la tragedia social, creando un dialogo político sumamente extenso que supera la cotidianidad organizativa de los de abajo, al menos la más clásica. «Ha sido muy interesante tener a evangélicos y organizaciones homosexuales marchando juntos», comenta un dirigente de la RedConstruyamos de Concepción. Con ello podemos pensar en una superación de la actual división al interior de las organizaciones de izquierda: la ofensiva es el territorio.

 

Es de esperar que sea así, ahora bien, ¿Cuál ha sido su respuesta frente a las amplias tendencias políticas y las diversas ideologías? Por un lado, defender los intereses comunitarios ante la reconstrucción, planteándose plataformas políticas para conquistar sus demandas, sin la mediación de los partidos políticos. Por el otro, articular redes sociales para conquistar recursos públicos y gestionar la emergencia. Actualmente estas dos tendencias se discuten al interior de las expresiones organizacionales. Frente al arraigado derechismo cultural, no es muy fácil avanzar lo político desde lo social. Sin embargo, considerando que la gran mayoría de las redes se han desarrollado sobre la base de la democracia directa, las necesidades de los más pobres, del dialogo abierto y transversal entre diversas colectividades y un continuo traspaso de confianzas, puede ser que la ruta política aparezca con más fuerza.

 

Un hito importante se vivió en la ciudad de Talca, los días 29 y 30 de Enero del presente año. En dicha ocasión, agrupaciones de distintas partes del país aunaron criterios para impulsar el Movimiento Nacional por la Reconstrucción Justa, bajo la consigna «Un año sin Reconstrucción». Tres son sus demandas: 1) Inmediata reconstrucción de vivienda digna y participativa, con plazo fijado junto a las comunidades; 2) Reconstrucción de servicios públicos de salud y educación, garantizando su carácter público; 3) Freno inmediato al lucro y a la privatización con la reconstrucción. También elaborarán un documento titulado Agenda para una Reconstrucción Justa y organizan actividades conmemorativas y protestas a lo largo de las principales ciudades del país para el 27 de febrero del 2011.

 

Es de esperar que ese día sea más enseñanza para la conciencia de los chilenos. Será difícil. Conoceremos tan solo una parte de la realidad, que de paso será muy desproporcional. Por un lado, programas de televisión centrados en lo melodramático y escasamente reflexivos, con un gobierno exitista y hábil en la rueda de apelaciones. Y por el otro, una disminuida y pujante red de organizaciones sociales desplegando manifestaciones de distinto tipo, muy bien reprimida, pero con su haber de llevar las banderas de la dignidad y solidaridad de los pueblos, que dicho sea de paso, son las únicas capaces de brillar el sol de la esperanza y la rebeldía.  



[i] Se basa en las estadísticas del Centre for Research of the Epidemology of Disaster (CRED).

[ii] E n ellas habita alrededor del 23 por ciento de la población nacional: 3,85 millones de personas.

[iii] Daniel Brzovic, Rodrigo Cornejo, Juan González, Rodrigo Sánchez, Mario Sobarzo, integrantes del Centro de Alerta e investigadores OPECH – Facultad de Ciencias Sociales -Universidad de Chile

[iv] Mas información del terremoto de Chillan en: http://www.memoriachilena.cl/temas/dest.asp?id=terremotoschillan

[v] 03/03/2010 La Nación.

[vi] Ver Iván Valdés, el ciudadano, febrero 2011.

[vii] Ver Libio Perez, edición chilena Le Monde, mayo 2010.

[viii] Hernan Frigolett, Impactos del Terremoto y opciones de Reconstrucción, Octubre 2010, Fundación Terram.

[ix] Hernan Frigolett, Impactos del Terremoto y opciones de Reconstrucción, Octubre 2010, Fundación Terram.

[x] Hernan Frigolett, Impactos del Terremoto y opciones de Reconstrucción, Octubre 2010, Fundación Terram

[xi] Informe Especial TVN 16/09/2011 http://www.24horas.cl/programas/informeespecial/2010/index.aspx?id=89167∩=s

[xii] Osvaldo Larrañaga (PNUD) y Rodrigo Herrera (MIDEPLAN).

[xiii] Dato de la encuesta Post Terremoto.

[xiv] El Mercurio, 20/02/2011.

[xv] La Tercera , 23/01/2011. En Chile hay 2,5 millones de pobres y de ellos, 634 mil son indigentes. Entre 2006-2009 cayeron 355mil personas en la pobreza.

[xvi] Ver Paul Walder, edición chilena Le Monde, enero-febrero del 2011.

[xvii] Luis Larraín, El Mercurio, 20/02/2011.

[xviii] 11/02/2011 http://www.gob.cl/destacados/2011/02/11/quisiera-convocar-a-los-chilenos-a-unirnos-para-enfrentar-no-solo-la-catastrofe-sino-que-tambien-los.htm

[xix] La Tercera , 02/03/2010.

[xx] Al cierre de este edición existía una demanda en la Controlaría para impedir el contrato y e sta encabezada por Fuad Chaín (DC).

[xxi] http://radio.uchile.cl/noticias/103247/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.