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Gilbert Achcar defiende la intervención de la OTAN en Libia, basándose en algunas disyuntivas que son falsas

Fuentes: Portal Rodriguista/Rebelión

Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter […]

Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. 

 Lenin – El socialismo y la guerra (La actitud del P. O. S. D. R. ante la guerra)

 

Antecedentes

En «Libia: un debate legítimo y necesario desde una perspectiva antiimperialista» (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125073) el profesor Gilbert Achcar defiende la intervención de la OTAN en Libia, basándose en algunas disyuntivas que son falsas. El presente análisis busca situar el debate en una perspectiva de clases.

Unas palabras sobre el contexto del Tratado de Brest – Litovsk

(Achcar inicia el artículo con una cita a un escrito de Lenin a propósito del Tratado de Brest – Litovsk)

En ningún momento el «compromiso con los imperialistas» supuso un abandono de los principios. Por el contrario, es totalmente coherente con ellos.

Desde antes que estallara, Lenin denunció incansablemente el carácter imperialista de la Primera Guerra Mundial, buscando «transformar la guerra imperialista en guerra civil». Acusó a los socialdemócratas alemanes y franceses de traidores y provocó la bancarrota de la II Internacional.

Denunciar la guerra para posteriormente salirse de ella, aún a costa de cederle territorios a Alemania, sólo podría considerarse una traición desde las filas de las burguesías norteamericana, francesa e inglesa y desde las filas de los oportunistas, pero no desde las filas de la causa del proletariado.

Genocidio en Ruanda

«Sólo por el bien del argumento: si pudiéramos volver atrás la rueda de la historia y remontarnos al período inmediatamente anterior al genocidio de Ruanda, ¿nos opondríamos a una intervención militar liderada por Occidente y autorizada y desplegada por las Naciones Unidas con el fin de evitarlo? Claro, muchos dirían que la intervención de fuerzas imperialistas/extranjeras corre el riesgo de que se produzcan muchas víctimas. Pero ¿puede alguien en su sano juicio creer que las potencias occidentales habrían masacrado entre medio millón y un millón de seres humanos en cien días?»  

Difícilmente el imperialismo hubiera intervenido en pos de parar el genocidio, toda vez que los principales agentes de las transnacionales, Paul Kagame y Woseri Museveni, son los principales responsables de la depredación del Congo y del financiamiento y armamento de los grupos rebeldes. No se trata sólo de las inmensas riquezas minerales de esas tierras, sino de destruir para siempre la idea del Congo democrático e independiente que impulsó Patrice Lumumba.

El desmembramiento de naciones en África es una política seguida por el imperialismo, con claros éxitos en el Cuerno de África.

Entonces habría que cambiar los supuestos: el genocidio es producto de lo que señalaban los grandes medios, una guerra entre tribus-naciones. Ni aún así es posible pensar en una intervención de la OTAN si no es en defensa de intereses corporativos / geopolíticos.

Segunda Guerra Mundial

«Por hacer otra analogía extrema en aras de mostrar el ámbito completo de la discusión: ¿pudo haberse derrotado al nazismo por medios no violentos? ¿No eran los medios utilizados por las fuerzas aliadas asimismo crueles? ¿No bombardearon salvajemente Dresde, Tokio, Hiroshima y Nagasaki, matando a un gran número de civiles? En retrospectiva, ¿diríamos ahora que el movimiento antiimperialista de Gran Bretaña y de Estados Unidos debería haber hecho campaña contra la participación de sus Estados en la guerra mundial? ¿O todavía pensamos que el movimiento antiimperialista hizo lo correcto al no oponerse a la guerra contra el Eje (al igual que lo hizo cuando se opuso a la anterior, la guerra mundial de 1914-18) pero que debería haber hecho campaña contra cualquier daño intencionalmente causado a las poblaciones civiles sin razón evidente de que fuera una necesidad con el fin de derrotar al enemigo?»  

En ningún caso los bombardeos a Dresde, Tokio, Hiroshima y Nagasaki hubieran cambiado el curso de la guerra. Los cientos de miles de muertos en esos bombardeos fueron civiles que no aportaban al esfuerzo de una guerra ya perdida. Tampoco hubo destrucción de infraestructura o instalaciones militares. Fue barbarie simple y llana, para demostrarle a la URSS un poder de fuego incontrarrestable y una disposición a la total inhumanidad, además de buscar el total sometimiento de las naciones enemigas.

Sin embargo, el quid del ejemplo no son las víctimas civiles, sino la génesis y el carácter del conflicto: la paulatina asfixia geopolítica de las naciones del Eje. Además de la expulsión de las pocas colonias, la carencia / pérdida de fuentes de petróleo dejaba a las corporaciones alemanas, japonesas e italianas a merced de sus contrapartes francesas, inglesas y estadounidenses.

Cierto que el fascismo, como estadio extremadamente autoritario del capitalismo, se había enseñoreado en el Eje, y uno de sus objetivos (común con el de los aliados) era destruir el movimiento comunista internacional encabezado por la URSS.

No obstante ello, el carácter de la guerra seguía siendo imperialista, y la principal víctima fue el proletariado. ¿Debía el movimiento antiimperialista de Gran Bretaña y EEUU oponerse a la participación de sus estados en la guerra? Absolutamente sí. Era una guerra imperialista por un nuevo reparto a la fuerza de los mercados, colonias y fuentes de recursos.

Los devaneos, tanto soviéticos como de los aliados, buscando aprovechar el belicismo alemán contra el otro bando, permitió el descomunal desarrollo del potencial industrial y militar del Eje, con las consecuencias conocidas. Todavía después de desatarse la guerra en el frente oriental, los aliados se contuvieron esperando un desgaste o incluso una derrota soviética…

Si de retrospectivas se tratara, ¿por qué partir de 1944? Retrocedamos a 1939: la coherencia soviética con el internacionalismo proletario y la oportuna intervención de los aliados cuando Alemania invadió a Checoslovaquia hubieran disminuido enormemente los costos humanitarios de esa guerra.

Régimen de Gadafi

«A estas consideraciones hay que añadir lo siguiente: que no tiene sentido, y constituye un ejemplo de «materialismo» muy crudo descartar por irrelevante el peso de la opinión pública sobre los gobiernos occidentales, especialmente en el caso de los gobiernos europeos cercanos… o sólo estaban en juego sus intereses económicos sino también la credibilidad de su propia ideología. Y la presión de la opinión pública árabe sin duda jugó un papel importante en el llamamiento de la Liga de Estados Árabes…»  

Hablar del peso de la «opinión pública» sobre los gobiernos europeos, donde se prometió una y otra vez salirse de las invasiones a Afganistán y a Irak, donde hay crecientes movilizaciones contra los recortes y resistencia frente la guerra del capital contra el trabajo, ‘no tiene sentido y constituye un ejemplo de «materialismo» muy crudo’. Hablar del peso de la opinión pública sobre la Liga Árabe simplemente cae fuera de cualquier materialismo.

La disyuntiva frente al régimen de Gadafi no reside en el grado de progresismo o antiimperialismo del gobernante, ni en los apoyos que prestó a los distintos movimientos insurgentes en los 80. Desde los inicios del conflicto se denunció la pretensión de la OTAN de intervenir el Libia. Un materialismo ‘menos crudo’ podría revelar dónde están las raíces del conflicto: las pugnas entre las castas o tribus por mayor acceso a la riqueza incluyendo la burguesía, la sublevación popular por mejores condiciones económicas y políticas, el control efectivo sobre el petróleo (cierto que todas las petroleras están presentes en Libia, pero las políticas de producción y distribución, así como la renta, las controla el gobierno libio). Sin embargo, el escenario que más preocupa al imperialismo es el de una larga guerra civil que desestabilizara los precarios regímenes egipcio y tunecino, amén de los regímenes pro imperialistas de la península arábiga.

Las urgencias del imperialismo entonces son: Controlar la sublevación árabe, impedir que el internacionalismo proletario se manifieste en los objetivos de las revueltas, estabilizar a Libia promoviendo dos o tres gobiernos de las principales tribus y proteger a los principales aliados de la región.

Finalmente

«La izquierda debe aprender a exponer la hipocresía del imperialismo usando contra él las mismas armas morales que aquél explota cínicamente, en lugar de hacer que esa hipocresía sea más eficaz pareciendo que no se preocupa de las consideraciones morales. Ellos son los que tienen un doble rasero, no nosotros»  

Pretender combatir la hipocresía del imperialismo usando las mismas armas morales, es decir, las mismas categorías vacías de contenido que le permite justificar todas las tropelías hasta llevar a la humanidad al borde del cataclismo, es verdaderamente absurdo.

La feroz represión de los regímenes «pro imperialistas» y «antiimperialistas» de la región contra las fuerzas de izquierda y la «flexibilidad moral» de su intelectualidad amenazan las posibilidades de éxito de las revueltas del Magreb y el Oriente Próximo.

El apego a los principios del internacionalismo proletario, distinguiendo claramente los intereses del imperialismo de los intereses del proletariado, evitando los chovinismos y los encasillamientos esquemáticos de «buenos» y «malos»…

La férrea defensa del principio de la autodeterminación de los pueblos, afirmando su soberanía y conquistando su libertad y su dignidad en su territorio…

La renuncia a las prebendas y ventajas de corto plazo, teniendo presente las tendencias y los planes del imperialismo…

La permanente denuncia de las maquinaciones del imperialismo, destacando que su defensa de los derechos humanos sólo busca justificar la demonización de regímenes insumisos…

El combate el oportunismo y el total compromiso con la causa de los oprimidos, entendiendo que los «compromisos» ideológicos debilitan las posiciones internacionalistas…

Todos estos son los pilares que permitirán a la larga crear organizaciones consecuentes que puedan conducir a los pueblos a su emancipación y al socialismo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.