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Entrevista a Javier Mestre sobre Komatsu PC-340 (Caballo de Troya, Madrid, 2011)

«Es urgente llenar la literatura de realidades sociales y políticas»

Fuentes: Rebelión

Javier Mestre estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó como periodista en diversos medios (la cadena SER, el diario Levante de Valencia) de los que se fue por decisión propia. Actualmente es profesor de Lengua y Literatura y colabora en diversos medios de Internet (Rebelión entre ellos). * Después de felicitarle por la […]

Javier Mestre estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó como periodista en diversos medios (la cadena SER, el diario Levante de Valencia) de los que se fue por decisión propia. Actualmente es profesor de Lengua y Literatura y colabora en diversos medios de Internet (Rebelión entre ellos).

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Después de felicitarle por la que creo que es, aunque no lo parezca en absoluto, su primera novela, déjeme preguntarle por el título: «Komatsu PC-340». ¿Y eso qué es?, ¿una escisión tardo-aritmética del PC nipón?

Algo así. Pero no del PC nipón, sino de la propuesta inicial de título, «M-30, Victoria y el insomnio», que no nos satisfacía ni a mí ni al editor, Constantino Bértolo. Nos costó dar con un título definitivo, estuvimos un montón de tiempo dándole vueltas. Al final nos decantamos por utilizar el modelo de la excavadora que conduce Santiago, el protagonista de la novela. Aunque es raro en un principio, con la perspectiva del tiempo me va gustando más. Me gusta cuando oigo a alguien preguntar: «¿Has leído Komatsu?» Y, desde luego, el título te sitúa en el fragor de la batalla que la historia trata de contar, es como la banda sonora de lo que pasa, una enorme excavadora removiendo la tierra.

Abre usted su novela con una cita de Platón, de la Apología de Sócrates concretamente. Copio el final del paso que es de referencia obligada: «[…] ¿no te avergüenzas de estar obsesionado por aumentar al máximo tus riquezas y, con ello, tu fama y honores, y de descuidar la sabiduría y la grandeza de tu espíritu, sin preocuparte de engrandecerlas?». ¿Por qué esa cita?, ¿por qué cree usted que andamos tan obsesionados en riquezas, famas y honores?

Vaya, esa cita conecta directamente con el espíritu de Santiago, el protagonista, que es el de muchos compañeros y compañeras irreductibles que, a pesar de los pesares, a contracorriente de una realidad espesa y poderosa, nunca han dejado de dar guerra. Los conatos de revuelta cívica ciudadana de estos días, que suponen una enmienda a la totalidad de los valores dominantes del capitalismo, conectan perfectamente con lo que dice Sócrates y con la dignidad ciudadana que sigue siendo el meollo de los corazones de izquierda.

Su novela puede ser vista como un dueto operístico. Santiago y Victoria son las voces principales. ¿Por qué ha elegido esa doble atalaya para contarla? ¿Para contraponer dos puntos que luego confluyen sin apenas inconsistencias?

A mí esta novela me ha pasado por encima. La he escrito como un zombi, como una especie de médium poseído por los espíritus de los protagonistas, que son los que han decidido contarla así. Yo los he vivido en mi interior con más sensación de realidad de la que siento en algunas situaciones de determinados momentos de mi vida cotidiana. De todas formas, se trata de una confluencia difícil, conflictiva, que aporta una buena parte de la enjundia narrativa de la novela. Y tampoco hay que fomentar siempre desde la literatura ese regustillo cínico que sospecha por sistema cuando dos se quieren. «Amar es combatir», decía Octavio Paz, «si dos se besan, el mundo cambia».

Me ha robado la cita, ¡qué lástima! «Komatsu PC-340» puede ser analizada desde diferentes atalayas. Desde mi punto de vista es, ante todo, una hermosa y fresca historia de amor que empieza con besos apasionados y algo sorprendentes. Sea como sea, ¿una ingeniera de clase muy bien situada que enrojece y se enamora de un maquinista que sigue siendo militante del PCE? ¿No es usted un pelín romántico?

Yo, desde luego que sí. Y los dos protagonistas de Komatsu, más. Hay que ser un pelín «romántico» para ser comunista o ecologista o cualquiera de los «ista» que definen a la gente que de verdad lucha contra esta porquería de sistema. No olvidemos que, dejando de lado la patética vulgarización del romanticismo que ha hecho la burguesía con sus medios de masas, fue un movimiento cultural que tuvo con frecuencia un corazón revolucionario.

Su libro puede ser clasificado como destacado ejemplo de narrativa social. Hágame, si le parece y apetece, una vindicación del género. ¿En qué fuentes y autores ha bebido?

A mí me gustaría situarme en la estela de La mina, de Armando López Salinas o Dos días de septiembre, de Caballero Bonald, por citar dos de las novelas más importantes del que se llamó realismo social hace ya cincuenta años. Creo que hay algo de Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, pero con un tono de menor introspección psicológica, más de hechos. Me siento también deudor del realismo a secas en la literatura española, el de Galdós y Clarín; y del afán de escribir con sencillez narrativa y con un cierto carácter entre abrupto e impresionista de Pío Baroja, el autor preferido de mi abuela. Todo muy de andar por casa, la verdad.

¿De andar por casa? No tanto, no tanto… o su casa es muy amplia. El trasfondo de su narración es la ampliación de la M-30. Lo que explica en la novela pone los pelos de punta y recuerda, por lo bajo, el infierno de Dante. ¿No ha exagerado? ¿Aquello fue más o menos como describe? ¿Así están las relaciones laborales en la primera década del siglo XXI en el reino borbónico y nacional-católico de España?

Me emocioné en la presentación de Madrid porque los organizadores, vecinos afectados por las obras que encabezaron la oposición al monstruoso proyecto de ampliación de la M-30, sentían que la novela refleja muy bien el infierno que vivieron. La mayoría de los hechos graves que aparecen en la trama los tomé de noticias en prensa y testimonios directos. La parte que tiene que ver con el maltrato a los migrantes y el CIE de Aluche proviene en gran medida de un informe impresionante de Ferrocarril Clandestino… purita realidad española, vamos.

¿Y cómo es entonces posible ese apoyo continuado en Madrid al PP y a sus secuaces municipales y autonómicos?

«Komatsu» es un esfuerzo por llevar a los lugares de la comunicación social un discurso crítico con una realidad esperpéntica y que, al tiempo, intente contribuir a dar empuje a la gente que lucha. Si la ciudadanía está tan confundida, si tanta gente cree que el PP es una alternativa al PSOE y viceversa, o una fuerza que gobierna por el bien común, no es porque sea verdad, sino porque los discursos verdaderamente críticos están vedados en la esfera pública. No hay forma de discutir razonablemente con la televisión mentirosa y derechista, ni con todos los demás medios… de ahí provienen buena parte de los mimbres con los que el personal teje sus opiniones políticas y sus fútiles decisiones electorales. Las asociaciones de vecinos, los movimientos que crecen en Madrid por la defensa de los servicios públicos y contra las privatizaciones, están sometidos a una terapia intensiva de silencio… ellos y sus poderosos argumentos. Sin ir más lejos, la multitudinaria manifestación del 5 de mayo en defensa de la educación y la sanidad públicas en Madrid no apareció en casi ningún medio informativo no alternativo.

La primera vez que aparece el PCE en su novela, su personaje se refiere a él como el «Partido». ¿Por qué ese limpio homenaje al Partido de Pasionaria, José Díaz y Manuel Sacristán?

Porque en su base sigue habiendo, a pesar de los pesares (que son muchos), mucha gente genuinamente buena y rebelde como Santiago, heredera de lo mejor de la lucha antifranquista. Pedro Racionero, el militante de la agrupación Marx Madera del PCE al que dedico el libro, era uno de ellos.

Además de enrojecer, Victoria, no Vicky, la protagonista del libro, mira el mundo, casi desde el inicio de la narración, de la forma más humana que uno pueda desear y admirar. ¿No ha construido un ser imposible, una ciudadana que se preocupa de gentes desfavorecidas, que va a hospitales a atender a emigrantes desahuciados, que salta de clase como el que da un saltito con gracia para superar un charco de lluvia?

No creo que la inconsecuencia tenga que ser un defecto necesario entre los hijos de las clases dominantes. Victoria vive en su interior un conflicto arduo, nada de un «saltito», y lo que la obliga a optar por ser consecuente con la letra de los valores que dice defender esta sociedad son hechos muy graves que pasan ante sus ojos y de los cuales, quiera o no quiera, ella es parte.

Cuando en la contraportada explica las razones de la elección del título señala usted lo que su novela pretende: «que nos dejen respirar». ¿Quién nos tiene que dejar respirar?, ¿no respira usted ya?

Trece veces por minuto, que diría Gabriel Celaya en el famoso poema, que es un manifiesto maravilloso de la poesía social. Pero vivimos a golpes, apenas si nos dejan decir que somos quien somos… En cualquier caso, el texto que cita no es mío, es una generosa aportación del editor.

Sorprende también en «Komatsu» no sólo el homenaje sino el papel destacado que otorga usted al Madrid resistente, al Madrid que ni ha claudicado ni piensa claudicar. ¿Existe ese Madrid realmente o es fruto de su imaginación o comprensible pensamiento desiderativo?

Bueno, se nota que esta pregunta fue formulada antes de la acampada de la Puerta del Sol, ¿no le parece?

Me ha cogido otra vez. ¡Mecachis! Déjeme hablar por boca de otros, aunque no sea esta mi opinión. ¿No hay demasiado política en su novela? ¡No se le escapa ningún tema! ¡Todos los asuntos están allí! ¡Es una inmersión acelerada!

En mi opinión, es urgente llenar la literatura de todas esas realidades. Como dice Celaya en el poema ya citado, «maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales». Y ya va siendo hora de despertar por todos los medios, la narrativa uno de ellos, a mi juicio particularmente eficaz.

La última parte de la novela -«Presente»- la abre con una cita de Marti i Pol, detalle que le agradezco profundamente. Todo está por hacer, decía el poeta catalán, y todo es posible. ¿Qué está por hacer en su opinión?

Martí i Pol es uno de mis poetas preferidos desde hace ya tiempo. Creo que representa muy bien el tono épico que necesitamos quienes nos empeñamos en la tarea urgente de hacer frenar y cambiar este mundo que corre hacia el desastre. Estos días se está iluminando con fuerza la idea de que hay mucho por hacer, casi parece que hay que empezar de cero… aunque no es del todo verdad, los que despiertan ahora no deberían dejar de lado el bagaje de quienes no han cejado en el esfuerzo incluso en las circunstancias más adversas.

En la última parte de su narración, los protagonistas marchan de la ciudad y viven en el campo. ¿Hay que huir de las ciudades? ¿Es allí donde hay que respirar?

Precisamente no. Esa especie de epílogo que citas tiene como función demostrar que, hoy por hoy, en todas partes cuecen habas.

Dos preguntas más literarias. ¿Qué autores del panorama narrativo español le interesan más?

Sigo a Rafael Chirbes, Isaac Rosa, Rafael Reig, Belén Gopegui… Pero como dijera Reig, lo de mi ignorancia no son lagunas, es un océano inmenso.

¿Está escribiendo algún Komatsu PC-341? ¿Qué planes literarios tiene?

Lo de dedicarse a la literatura es complicado, la verdad. Implica mucho esfuerzo para quienes me rodean porque tengo niños, familia, un trabajo del que dependemos para vivir. No sólo es la tarea ardua de escribir, luego viene la publicación y la promoción, que a los que no somos conocidos y no nos respalda el potente negocio editorial nos chupa la sangre… Aun así, lo intentaremos, creo. Ya ando maquinando una historia que tiene que ver con la dictadura sombría de la Economía en eso que llamamos «el mundo del trabajo».

Estos días, como usted sabe bien, en la plaza de Catalunya de Barcelona unos jóvenes ciudadanos, y otros no tan jóvenes, han tomado el cielo por asalto. En una de las mesas desplegadas de este admirable colectivo comunero he visto su novela. No sé si esto le merece un comentario con el que finalizar la entrevista.

Vaya, es una estupenda noticia para la novela. Está donde debe estar, intentando ser útil en la ingente tarea en la que nos hemos embarcado, tan necesaria, tan urgente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.