Las elecciones autonómicas en Extremadura significaron un éxito electoral del PP (45,58 % de votos y 32 diputados), un retroceso del PSOE que mantiene, no obstante, un fuerte respaldo (42,90 % de votos y 30 diputados) y un significativo avance de IU (5,50 de votos y 3 diputados). Al perder la cómoda mayoría de que […]
Las elecciones autonómicas en Extremadura significaron un éxito electoral del PP (45,58 % de votos y 32 diputados), un retroceso del PSOE que mantiene, no obstante, un fuerte respaldo (42,90 % de votos y 30 diputados) y un significativo avance de IU (5,50 de votos y 3 diputados). Al perder la cómoda mayoría de que ha disfrutado durante largo tiempo y que le ha permitido gobernar en solitario esta comunidad durante casi treinta años, el PSOE se ha puesto nervioso y ha encontrado pronto la solución: disponer de los diputados de IU para así «frenar a la derecha». ¡Qué altura de miras, cómo piensan siempre en el bien del pueblo estos socialdemócratas ahora reconvertidos en neoliberales! Los medios próximos al alicaído presidente Zapatero y su partido (que están para un roto como un descosido, según se presente) comenzaron de inmediato una repugnante campaña de intimidación a los miembros de la coalición de izquierdas. Éstos no podían, ni por asomo, abstenerse: tenían obligatoriamente que apoyar al candidato «socialista» a la presidencia del gobierno regional para impedir «que vuelva la derecha».
Manuel Monereo ha explicado bien el engaño que esconde esa campaña postelectoral, cuyo fin último consiste en perpetuar el bipartidismo instaurado en la transición, sistema político que tan bien le va al poder económico y a la monarquía borbónica («Izquierda y derecha: para salir de la trampa», Rebelión, 21-6-2011). Las razones de los militantes de IU que, en un ejemplo de democracia, han expuesto argumentos a favor y en contra mediante un diálogo asambleario, al término del cual decidieron por mayoría abstenerse en la futura votación del parlamento regional, las ha resumido con acierto Miguel Manzanera desde la propia tierra extremeña (Rebelión, 22-6-2011).
Por eso, no voy a repetir lo ya leído sino que me centraré en un solo punto: la política de alianzas… del PSOE en otras comunidades autónomas, ya que este partido parece angustiadísimo, no por perder el poder (como sugerirían algunos malpensados), sino por impedir que gobierne allí la derecha. Veamos su actual y «altruista» política en este campo.
Comencemos por el Norte. En Navarra el partido regionalista de derechas UPN ha firmado un acuerdo con el PSN (Partido Socialista de Navarra) en virtud del cual la presidenta de UPN, Yolanda Barcina, será presidente de la comunidad y Roberto Jiménez, secretario general socialista, ocupará el cargo de vicepresidente, repartiéndose entre ambas formaciones las diversas consejerías. Será un gobierno «estable» y de «acción coordinada y unitaria» entre cuyos objetivos destaca el «cerrar la puerta a Bildu y otros partidos nacionalistas», según han declarado ambos dirigentes (Noticias de Navarra, 21-6-2011). Son conocidas las estrechas las relaciones entre UPN y el Opus Dei. «La afinidad entre la Iglesia [católica] y los líderes de UPN han sido una constante desde la formación del partido» (Gara, 2-9-2010).
En Asturias el PSOE ha pactado con el PP la presidencia del parlamento regional y la composición de la mesa de la cámara. Por ello, el diputado del PP Fernando Goñi ha sido elegido presidente, a pesar de que su partido quedó el tercero en número de diputados. Todos los partidos políticos menos el PSOE presentaron sus propios candidatos al cargo. Muy jesuítico, Fernando Lastra, portavoz del PSOE, afirmó que no era un acuerdo estricto sino «una decisión para evitar un mal mayor», que para él consistiría en que el partido con más escaños (Foro Asturias, de Álvarez- Cascos) ocupara ese cargo. IU-Los Verdes que obtuvo el 10,3 % de los votos y 4 diputados es la única formación política que se queda sin presencia en la mesa de la cámara (El Mundo, 16-6-2011). ¿Bien mayor, acaso, esta exclusión o quizá una nueva versión de la pinza bipartidista?
Vayamos al Sur, y más concretamente a Canarias. Según un acuerdo que acaba de ser firmado, el PSOE apoya en las islas a la derecha nacionalista de Coalición Canaria (CC) cuyo dirigente Paulino Rivero será el próximo presidente del gobierno regional. En el reparto previsto de consejerías CC tendrá cinco y el PSOE tres. Se devuelve así el apoyo que el gobierno Zapatero recibe de Coalición Canaria en el Congreso de Diputados. A esto llama Rivero hacer «política de altura» (ABC, 21-6-2011).
¿Está claro ahora con quién pacta el PSOE en el ámbito autonómico? En la misma línea y con igual desenvoltura han apoyado a la derecha en muchos ayuntamientos. No entraré en su detalle que puede verse en Internet: http://izquierdaunidaleon.blogspot.com/2011/06/lista-de-municipios-donde-gobierna-la.html
Mientras la dirección de IU trata a los miembros de su organización regional de Extremadura como a unos villanos y se burla de su democrática decisión porque ésta, según la cúpula dirigente, debe venir de arriba, el PSOE sin complejos atisba el futuro.
El populista José Bono ya ha indicado el camino: entenderse con el PP y llegar «incluso» (el término es suyo) a acuerdos como en el País Vasco. La agencia Europa-Press (21-6-2011) reproducía así sus últimas declaraciones: «El presidente del Congreso de Diputados, José Bono, ha afirmado este martes que le «gustaría» que en lugar de que sea IU quien protagonice la vida política de Extremadura, lo hagan el PP, «que ha ganado las elecciones», y el PSOE, y que «incluso» pudieran llegar a acuerdos «como en el País Vasco»». Es difícil explicar mejor la política de alianzas del PSOE: hay que marginar a IU y llegar a acuerdos con el PP. Ahora resulta que para este moralista de pacotilla el modelo es la antidemocrática Ley Orgánica de Partidos Políticos que ha secuestrado la voluntad popular hasta lograr que un partido minoritario como el Partido Socialista de Euskadi se hiciera con el gobierno vasco gracias al apoyo «fraternal» del PP. Hasta el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, habitualmente tan sumiso con el gobierno de Zapatero, ha tenido que recordarle a ambos partidos que no pueden decidir la política vasca porque juntos sólo tienen ahora el 30 % de los votos.
Parece que también ha aclarado sus intenciones el actual presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que se ha mostrado dispuesto, en el colmo de izquierdismo, a hacer la oposición… no al PP sino a IU que ha cometido el imperdonable delito de no regalarle sus votos el día de la investidura. Como el estilo chulesco ha prevalecido sobre las razones para tan revolucionario programa, me ahorro más comentarios (ya lo hizo con tino en días pasados Salvador López Arnal en una postdata).
Hace años, dos de nuestros mejores intelectuales críticos, Manuel Vázquez Montalbán y Eduardo Haro Tecglen, reflexionaban sobre el declive de la izquierda en España. El primero, llamaba a «dar más papel a los movimientos sociales que a las formaciones políticas convencionales», al tiempo que denunciaba «el arrasamiento de los valores culturales de la izquierda» por parte de la socialdemocracia. Haro, por su parte, no dudaba en llamar la » nueva derecha» al PSOE. ¿Qué escribirían hoy ambos de presenciar el esperpento de los políticos a costa de Extremadura?
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