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Resaca de septiembre

Fuentes: El Siglo

Hablamos de resaca para referirnos al fenómeno de retorno a su lecho marino de las olas que bañan las playas. Así identificamos una vuelta a la normalidad, la calma luego de la tormenta y, tras las fiestas dieciocheras, llamamos así a esa sensación que sobreviene pasadas las andanzas del feriado. Es también un instante para […]

Hablamos de resaca para referirnos al fenómeno de retorno a su lecho marino de las olas que bañan las playas. Así identificamos una vuelta a la normalidad, la calma luego de la tormenta y, tras las fiestas dieciocheras, llamamos así a esa sensación que sobreviene pasadas las andanzas del feriado. Es también un instante para la reflexión y el comentario. Desde luego, raro país el nuestro que conmemora como aniversario de la independencia nacional el 18 de septiembre, en circunstancias que entonces, en 1810, sólo hubo una primera junta de gobierno, la cual ratificó su absoluta lealtad a la corona española. Es decir, de anticolonialismo, de independencia, nada. ¿Será lo que nos marca en esto de andar siempre a medias? Y que cuando por fin el pueblo, con el gobierno de la Unidad Popular, decidió romper las ataduras, desde el extranjero vino la orden y las FFAA, la derecha y los empresarios bañaran en sangre la historia? Raro país. El 19 la parafernalia rayana en el ridículo de la «parada militar», cascos prusianos de por medio, y gente aplaudiendo a instituciones dudosas que celebran unas ciertas «glorias del ejército…¿Cuáles? ¿Operación Cóndor quizás? ¿Caravana de la muerte tal vez?

Y ahí van los gobernantes sacándole provecho a la tragedia de Juan Fernández para contrarrestar la ofensiva estudiantil por la educación; ni siquiera les llama la atención que los rescates de restos los hayan efectuado los lugareños o empresas privadas, ¿y los uniformados cuándo? Con tal ineficiencia no vaya a ser cosa que a la derecha se le ocurra que también es buen negocio privatizarlos. Pero, afortunadamente, estuvo el Te Deum, ecuménico, universal, amplio, como lo estableció el presidente Allende. Y allí, de cara a Piñera y sus próceres, Pedro Yáñez el payador apoyando a los estudiantes, condenando la hambruna en Somalía, abogando por una cultura solidaria y una nueva sociedad. Buena señal porque al fin de cuentas mal que mal se trata de las iglesias chilenas.

Fue también durante estas fiestas que el oleaje golpeó con fuerza a las cúpulas de la Concertación, en donde la soberbia de algunos resulta simplemente irracional. El bloque de centro pasa por su peor momento, pero algunos de sus líderes dicen no importarle si algunos de los partidos que le integran buscan nuevos senderos más próximos al pueblo.

La otra cara de la moneda está en la base : leo en el más que centenario periódico «La Discusión» de Chillán las declaraciones de todos los dirigentes de todos esos partidos que revelan un espíritu unitario, en busca de cambios reales. A la par, en la misma página, en igualdad de condiciones, se publica las opiniones del dirigente comunista Boris Calderón que aboga por una nueva correlación de fuerzas, una nueva mayoría nacional para cambiar el modelo. Eso es lo que piensa la mujer y el hombre de cada día de este país. ¿ Serán escuchados en las cúpulas del centro político?

En otro ángulo, la resaca septembrina nos muestra al pinochetismo corcoveando molesto con el gobierno argentino porque Sergio Apablaza no le será entregado a la UDI. Contratan nuevos abogados, golpean las puertas de organismos internacionales de DD HH, ¡¡ellos, los responsables del genocidio !! Mientras acá cuidan del juez Romano, procesado por crímenes horribles. No tienen remedio. Tampoco tiene cura el alcalde de Providencia, ex funcionario de los servicios de la dictadura, desalojando colegios en toma y amenazando más. La respuesta la han dado de nuevo los jóvenes chilenos. Termina la resaca, la lucha continúa.