El Presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja, don Pedro Sanz, ha venido en estos últimos tiempos mareando la perdiz a cuenta de los servicios que debe ofrecer la Sanidad de la Comunidad de la que ostenta la Presidencia, respecto a las limítrofes y su compensación. Si nos centráramos únicamente en el aspecto sanitario, […]
El Presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja, don Pedro Sanz, ha venido en estos últimos tiempos mareando la perdiz a cuenta de los servicios que debe ofrecer la Sanidad de la Comunidad de la que ostenta la Presidencia, respecto a las limítrofes y su compensación.
Si nos centráramos únicamente en el aspecto sanitario, es decir, en la negación al auxilio a personas necesitadas, el caso, ya de por sí, además de ser una aberración, se encuentra tipificado dentro del Código Penal Español (y en los Derechos Humanos, y en cualquier legislación que se considere democrática) por lo que, de inmediato, el Fiscal General debería haber tomado cartas en el asunto. Pero, por lo visto, su actuación no se debe únicamente a cuestiones relacionadas estrictamente con la Sanidad: se rechaza a una población concreta, la que está empadronada en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), lo que agrava el delito, pues se discrimina a unos ciudadanos de otros en función de su lugar de origen o de residencia. Ambas cuestiones, en principio, deberían haber sido tenidas en cuenta por el Poder Judicial que se considere independiente en un Estado de Derecho enmarcado en la Comunidad Europea. Ambas, denegar el auxilio al necesitado, y el discriminar por razón de origen o empadronamiento, son, a su vez, posiblemente constitutivas de delito no sólo en el Estado Español, sino también en instancias superiores, que deberían tomar cartas en el asunto.
Pero las actuaciones y declaraciones del Sr. Sanz exceden incluso tales acusaciones. Por la prensa nos podemos hacer eco de que el presidente riojano pretendía lograr algún tipo de compensación en el caso de admitir a los y las pacientes vascas: que las riojanas que quieran abortar lo hicieran en la CAV, y no en los Centros Médicos que les corresponden por naturaleza. Pacto o chantaje los tribunales correspondientes y los electores lo decidirán; pero de lo que no cabe duda es que el Sr. Sanz muestra su cariz más retrógrado respecto a la cuestión del aborto, obligando a las 400 mujeres que deciden interrumpir el embarazo a exiliar su decisión a otra Comunidad (como en tiempos del Generalísimo tenían que hacer yendo a París o a Londres).
La decisión puede parecer baladí y carente de importancia si hacemos abstracción de los tiempos en los que vivimos, pero adquiere otro matiz al contextualizarla.
El PP, al que pertenece el Sr. Sanz, ha logrado la mayoría absoluta en el Estado Español, mientras en la CAV apenas ha logrado 800 votos más que en las últimas Elecciones Generales, siendo ésta última contienda en la que las fuerzas nacionalistas (PNV y Amaiur) han conseguido sobrepasar el listón del Bloque PP-PSE. Es decir, por un lado, las ideas más contrarias al progresismo social (como es el caso del aborto) se han impuesto; y por el otro, la amenaza de la secesión de las Comunidades toma cuerpo. Y el Sr. Sanz ha tomado cuenta de ambos hechos. ¿Cómo?
Si el País Vasco quiere su independencia ha de darse cuenta de que sus vecinos se van a oponer de manera frontal, incluso a nivel sanitario, desoyendo las peticiones de auxilio humanitario que se pudieran crear: es un «que se las arreglen ellos». Aviso de navegantes para quienes opten por la independencia.
En segundo lugar, si queremos preservar la santidad del Territorio Español, damos muestras del desenfreno sexual (tantas veces esgrimida por curas y obispos a la hora de enfrentarse al tema del aborto), encontrado a las teorías más cercanas al Opus Dei (opuestas a dicha posibilidad). España es católica, y el País Vasco, o rectifica (apelación al JEL), o se hace laica y opuesta a los designios de la Iglesia. Nuevamente, el País Vasco ha de retornar al redil de la buena práctica cristiana si no quiere verse abocado a la vorágine del pecado.
En ambos casos afloran los miedos del españolito que ve alejarse cada vez más a quienes durante siglos ha tenido sometidos (incluso militarmente). Las declaraciones del Sr. Sanz no son limpias, están emponzoñadas.
Estas consideraciones deberían servir de acicate para soliviantar no sólo las reacciones de las asociaciones pro-abortistas de la Comunidad Foral de La Rioja, y de las feministas en general (directamente afectadas), sino también de los nacionalistas vascos, que deben hallar en tales declaraciones una amenaza velada a poder llevar a cabo sus proyectos políticos legítimamente amparados en la Constitución; y de aquellos que se consideran progresistas españoles, que acaban de comprende la ofensiva de la Derecha Nacional-Católica, tal y como se desprende de la petición de que la religión vuelva a ser asignatura obligatoria en la ESO.
Las cosas no suceden porque sí, tienen sus razones, aunque éstas se oculten a los electores, y poco a poco vayan aflorando. El Sr. Sanz no es un loco ni un iluminado, responde a ciertos patrones que se van asentando en la sociedad, y a los que encarna, pero que no supera. Es la función del dirigente mediocre, que no comprende el devenir de la historia, que se aferra a su pasado (nacional-católico), y, por lo mismo, niega la realidad actual.
Para terminar, el Sr. Sanz, como representante de las varonías del PP, pretende exigir a la CAV el cumplimiento del pacto no escrito (o sí) de solidaridad, mientras aplica la doctrina contraria cuando le apetece, y sin encontrar oposición en la dirección de su propio partido político.
Un último apunte para concluir: el Gobierno Vasco del divino-divino López no parece haber hecho más que pedir por favor al Sumo Sacerdote Rajoy que ponga orden en su casa, sin siquiera intentar hacer presente su enfado frente a la situación planteada. Delega sus funciones (de mandato imperativo en el Estatuto) en el Estado Español, esperando que éste solucione el problema, mientras los nacionalistas del PNV y Amaiur parecen observar los toros desde fuera.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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