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Las mentiras del hermano del presidente sobre Alfonso Cano

Mientras tanto, hay que seguir en lo mismo

Fuentes: Rebelión

 El 17 de diciembre (¡qué fecha!) esperaba encontrar en la prensa colombiana alguna noticia de esas extravagantes que saben publicar, sobre la muerte del Libertador Simón Bolívar; pero me encontré con el artículo de Enrique Santos Calderón, el hermano del presidente «‘El Cano que yo conocí»: http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10918488.html A la muerte física del comandante de las […]

 El 17 de diciembre (¡qué fecha!) esperaba encontrar en la prensa colombiana alguna noticia de esas extravagantes que saben publicar, sobre la muerte del Libertador Simón Bolívar; pero me encontré con el artículo de Enrique Santos Calderón, el hermano del presidente «‘El Cano que yo conocí»: http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10918488.html

A la muerte física del comandante de las Farc Alfonso Cano, acaecida el 4 de noviembre anterior, debía corresponder su muerte moral y, nada mejor para ello que una nota pseudo-periodística bien subliminal, teñida de recuerdos (acomodados) sobre su personalidad, escrita por un profesional del periodismo trasnacional, o mejor, por quien fuera durante largos años el presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

La primera mentira y obvia, es que Alfonso Cano mandó llamar a Enrique Santos. ¿Quién cree semejante acomodo? Nada de eso. Para ser consecuente con la moda trasnacional que hacía furor y no quedarse atrás del presidente de la Bolsa de New York, Richard Grasso, quien se había reunido en el Caguán el 25 de junio de 1999 con la comandancia de las Farc, Enrique debió solicitarle una entrevista periodística al comandante Cano, que le fue concedida un año después, cuando el comandante ya había llegado a la zona del Caguán, con la tarea estratégica esencial y de largo plazo, de separar a las Farc definitivamente de cualquier vinculación con el partido comunista legal, fundar el partido comunista clandestino y el movimiento bolivariano por una nueva Colombia; lo que ocurrió el 29 de abril del 2000, es decir 3 meses antes de la comentada reunión de Enrique Santos con el comandante Cano, y cuyo despliegue noticioso inquietó verdaderamente a la oligarquía colombiana y sus patrocinadores del naciente Plan Colombia.

La segunda mentira, retorcida, es que el comandante Cano no creía en un proceso de paz, cuando precisamente, él es el «intelectual orgánico» de lo que hoy se conoce como Solución Política al conflicto histórico social y armado de Colombia: participó directamente en todos los procesos de diálogo entre el Estado colombiano y las Farc en busca de la paz, y murió en combate levantando esa bandera. Otra cosa distinta era su pesimismo ante la perfidia del presidente Pastrana, quien habilidosamente logró convencer a Marulanda Vélez, del fatídico error de «negociar la paz en medio de la guerra», lo que a la postre terminó destruyendo el proceso del Caguán.

Pero además, no es difícil encontrar a lo largo del artículo, el objetivo sibilino del hermano del presidente: mostrar que el comandante Cano, » el mechudo intelectual con gruesas gafas y víctima de su antigüedad en las Farc, era un sectario y dogmático estalinista, bebedor y mujeriego, arrogante, inflexible y triunfalista, quien prefirió que lo mataran a vivir sin religión, y terminó pagando caro su cinismo y prepotencia».

Todo lo o cual coincide con las lagrimas de alegría de su hermano Juan Manuel el día de la muerte del comandante, cuando declaró públicamente que se había dado muerte al «dogmatismo y al extremismo político aislado de la realidad del país», como justificación de la orden presidencial dada a más de 1.000 soldados especiales, docenas de helicópteros artillados y los prolongados bombardeos masivos, para exterminar a 22 hombres que acompañaban a Cano y » no respetarle la vida a un hombre herido, viejo y casi ciego».

Pero, como se sabe que la vida continua, es imperativo dividir con flores: «Catatumbo es más agudo que Cano, sabe más de boxeo y Timoleón, el nuevo comandante de las Farc, es un erudito y literario», posiblemente no tan dogmáticos, ni tan extremistas, ni tan cínicos».

«Hablamos de Derechos Humanos al calor del licor y sin acuerdos». Es muy probable que el comandante Cano sonriera para sus adentros, conociendo la historia pública (que se conoció en la cafetería de antropología de la Universidad Nacional en los años 70) del sobrino directo del presidente de Colombia (y del periodista), separado siendo un bebé brutalmente de su madre, obligada por la familia a viajar a los EEUU y abandonar a su hijo, no reconocido, de por vida.

Mientras tanto (y esta orden dada a su hermano menor el presidente de Colombia que realmente aterroriza) ¡hay que seguir en lo mismo! 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.