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Nunca lo lamentarán demasiado

Fuentes: Rebelión

JM Santos y el Militarismo colombiano, creyeron que aplastando con bombas teledirigidas por la CIA a los comandantes guerrilleros Reyes, Jojoy y Cano, o mandando ejecutar bárbaramente a Iván Ríos, se iría a reproducir lo sucedido con el «mexicano» Gacha o el «patrón» don Pablo, quienes una vez muertos, su pandilla que los seguía por […]

JM Santos y el Militarismo colombiano, creyeron que aplastando con bombas teledirigidas por la CIA a los comandantes guerrilleros Reyes, Jojoy y Cano, o mandando ejecutar bárbaramente a Iván Ríos, se iría a reproducir lo sucedido con el «mexicano» Gacha o el «patrón» don Pablo, quienes una vez muertos, su pandilla que los seguía por el dinero, se desintegró. Ciegos de soberbia e incitados por sus jefes estadounidenses, creyéndose a pie juntillas el libreto propagandístico del narco-terrorismo, que obstinadamente desconoce la motivación política de la guerrilla colombiana y aceleraron el plan Blancos de Alto Valor Estratégico.

Obtuvieron espasmos de alegría, bañados con lágrimas de una indescriptible y rara felicidad, celebrada con tragos de wisky legítimo, con cada una de esas muertes, que asimilaron con la victoria inmediata. Chin, chin, es el fin del fin; brindaron. Pero (esa es su ignorancia supina o asnal) no sabían que los «cuchos» (colombianismo popular para referirse a una persona mayor con cierto respeto) gozaban de un prestigio sólido y amplio, ganado en tantos años de lucha y brega liberadora; en su veteranía. Eran muchos años (60 según los historiadores de la violencia en Colombia) de decisiones político militares defendiendo sus bases populares y sus influencias, de la depredación, el saqueo y el exterminio a que los ha sometido el Militarismo creado por el virrey Lleras Camargo en 1957, como arma fundamental de dominación del imperialismo norteamericano sobre todo nuestro pueblo trabajador.

Nunca imaginaron que la muchachada guerrillera, en lugar de amedrentarse, tomaría esas muertes como si hubieran sido heridas propias, hechas a seres estimados, respetados y queridos, y trataría de limpiarlas en igual magnitud, o «lavarlas» más ampliamente con el honor del guerrero que llevan dentro. Los «cuchos» que en cierta medida representaban la cordura y el realismo de la política elaborada para lo militar, no estuvieron más allí y por lo que se está viendo en las mismas noticias maquilladas del régimen, la pequeña emboscada, la mina pequeña o el francotirador aislado, que antes se reseñaba, ha dado paso a la gran emboscada, la gran explosión controlada, los «tatucos» o morteros artesanales en serie, los ataques más grandes y las muchas muertes de colombianos que presagian ominosamente la prolongación del conflicto.

Nadie cree que la película de vaqueros contada por el fornido ministro de defensa Pinzón y desmentida por sus mismos generales, sea suficiente explicación y menos oficial, para lo acontecido anteayer y ayer en la región del Caguán, en donde según Uribe Vélez «la FART había sido erradicada junto con las maticas de cocaína»; pues si se analiza el BODY COUNTER o conteo de cadáveres (de colombianos insisto) en los últimos meses, se ve la tendencia escaladora de las refriegas que menciono arriba, enmarcada por dos elementos coyunturales: uno el asenso promisorio, masivo, combativo y Consiente de la movilización social hacia la segunda independencia, y otro, la agudización de la contradicción entre las dos fracciones de la oligarquía trasnacional dominante en Colombia: la mafiosa pre moderna, y, la financiera (que incluso ya se apoderó del diario el Tiempo-Planeta).

Viene de visita oficial a Colombia el ex director de la CIA y secretario de Defensa de Obama, León Panetta, y de un momento para otro, el hombre fuerte del Militarismo colombiano, quien había durado incólume varios periodos presidenciales en la cúpula de las Fuerza Pública y fue el sostén férreo tanto de Uribe como de Santos, sale sin pena ni gloria, diciendo en el colmo de su egolatría «pueda ser que sin su mando la policía siga sin variar el rumbo». Y por si fuera poco, el enemigo jurado de la reeleción de Uribe Vélez, el súper poderoso ministro del interior Vargas Lleras, debe ser mantenido en actualidad política, enviándolo como cualquier vulgar demagogo de su familia, a ofrecer «100 mil casa gratis a los sectores menos favorecidos de la sociedad», en lo que queda de gobierno Santos.

Los «cuchos» han sido remplazados rápidamente por sus segundos al mando y la confrontación político militar en Colombia se va dirigiendo en el Tiempo y el Espacio hacia un lugar oscuro y desconocido, en donde lo único cierto es la pronta utilización de drones americanos como los utilizados en Afganistán, junto con la pesadumbre del conteo de cadáveres de ambos bandos.

Nunca lamentarán suficiente la estupidez Militarista de haber aplastado con bombas «inteligentes» made in USA, a aquellos «cuchos» guerrilleros y veteranos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.