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La igualdad de las diferencias

Fuentes: Punto Final

La aceptación de la igualdad de las diferencias no es una cuestión orgánica como sucede en la naturaleza, donde la diversidad es clave para conseguir el equilibrio. Lamentablemente los humanos, sujetos a las construcciones culturales y a las jerarquizaciones provenientes de la sociedad de clases (cuestión que ocurre desde la edad de piedra según las […]

La aceptación de la igualdad de las diferencias no es una cuestión orgánica como sucede en la naturaleza, donde la diversidad es clave para conseguir el equilibrio. Lamentablemente los humanos, sujetos a las construcciones culturales y a las jerarquizaciones provenientes de la sociedad de clases (cuestión que ocurre desde la edad de piedra según las últimas investigaciones antropológicas) han profundizado divisiones artificiales para que la dispersión y pugna se arroguen un protagonismo imbatible.

Es así como, en el afán de conseguir como «logro» la igualdad ciudadana de la comunidad homosexual en Chile -ya que no es posible tener la lógica cósmica de natural valor por lo otro-, hay un marcado interés de diferenciarse entre los mismos grupos que promueven el respeto de las diferencias en la condición u opción sexual.

Victor Hugo Robles, el «Che de los gay», habla de «derechización del movimiento homosexual» porque rostros como Pablo Simonetti promueven el matrimonio entre personas del mismo sexo, ya que el matrimonio es una institución burguesa que no representa reivindicación real y consistente. Por eso, para él, la Marcha por la Igualdad del 23 de junio, con una asistencia de cien mil personas, a la que acudí con mi hijo y mi perro, es un trampolín para que intereses igualmente burgueses tengan tribuna. Rincón, Velasco, Tohá, Beyer, Saa, fueron algunos de los rostros que se pavonearon de su progresismo teniendo la seguridad de llegar a un público preferentemente joven y, por lo mismo, perteneciente al nuevo votante, uno que representa el complejo escenario que mantiene en el misterio el futuro de las elecciones.

En la inauguración de la muestra fotográfica del Movilh -«Salir del clóset», en el Centro Cultural Cine Arte Alameda-, tuve oportunidad de hablar de este tema con Rolando Jiménez, quien me expuso argumentos consistentes que me hicieron sumarme a la marcha, a pesar de que el «Che de los gay», con el cual he compartido opiniones respecto a varios tópicos, estuviera en disidencia. Jiménez me exponía que fuera de donde fuera el apoyo a la causa homosexual, el beneficio iba a ser transversal, incluyendo a los heterosexuales que afianzarían sus derechos individuales en la conservadora y tradicionalista sociedad chilena.

Por otra parte los y las homosexuales, transexuales, transgénero, lesbianas y todas las demás condiciones, tendencias y opciones sexuales, son «personas», que por su calidad de seres humanos tienen distintas sensibilidades políticas. En concordancia con esta idea, no hice más que sumar mi voluntad a una marcha que fue todo un éxito. Un conjunto heterogéneo que en completa armonía, colorido y alborozo se reunió para celebrar un nuevo país en el cual existe no solo tolerancia sino que respeto por el mismo y por el otro.

Por eso es que me causó molestia que una persona tan consciente y activa como Víctor Hugo acuse públicamente por redes sociales que la «Marcha x diversidad sexual es igualada, satisfacha, normalizada y secuestrada en oportunismos corporativos-gobernantes». Pudo ser lo último, cierto, pero le otorgó un carácter general, estigmatizando a miles de personas que ahí estábamos. ¿Se imaginan que todos ellos y ellas, yo incluida, fuéramos «fachos»?

No puedo dejar de mencionar que tanto en esta lucha como en la estudiantil el Partido Comunista (no sé a ciencia cierta si Víctor Hugo es militante, pero tengo la más absoluta seguridad que es simpatizante y muy cercano a sus referentes) ha representado una fricción, haciendo valer su postura y generando artificiosas polémicas en las figuras de Víctor Hugo y Camila respectivamente, donde potencian el sectarismo que frena el influjo orgánico de la masa crítica, esa que despierta por la necesidad de reconocerse en posición de ganar espacios que la misma sociedad y el capital secuestró para sus intereses.

Es de lamentar que un partido que justifica sus alianzas «transitorias» para entrar al juego de máscaras de la política procedimental, aspirando al mínimo beneficio de un cupo parlamentario, en estas causas populares se muestre tan intransigente, como si su visión fuera la única vía para lograr lo que el pueblo en su conjunto se ha propuesto obtener. No creo que sea bueno caer en estas disputas personalistas, más aún cuando hay como respaldo un multitudinario apoyo ciudadano que repletó las grandes alamedas. Y eso de los políticos siendo comparsa, no es más que el típico folclor de los rostros, que viendo escapar a pasos agigantados su supuesto poder, no hacen más que ser inteligentes y sumarse para atender los desafíos que el nuevo Chile se propone.

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 761, 6 de julio, 2012

www.puntofinal.cl