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Crónica del borde del precipicio: o empujamos o nos tiran

Fuentes: Rebelión

Mientras en el Congreso de los Diputados el gobierno de «los españoles» embestía a lxs trabajadorxs contra el abismo, provocando la irremediable caída de muchas y de muchos, en las calles de Madrid la lucha por la supervivencia y la dignidad de unos cuantos mineros tomaba forma de manifestación y de cántico, de reivindicación, consigna […]

Mientras en el Congreso de los Diputados el gobierno de «los españoles» embestía a lxs trabajadorxs contra el abismo, provocando la irremediable caída de muchas y de muchos, en las calles de Madrid la lucha por la supervivencia y la dignidad de unos cuantos mineros tomaba forma de manifestación y de cántico, de reivindicación, consigna y rabia enfrentada, entre el sentir del apoyo popular y la brutal represión comandada desde la Delegación del Gobierno y ejercida por aquellos que, siendo trabajadores y pareciendo olvidarse (o habiendo sido olvidados) de ello, disfrutan de la violencia extrema, impune y gratuita.

Y, entonces, la burla y el desprecio hacia todxs y cada unx de lxs trabajadorxs del Estado español se materialzan en aplausos en la tribuna del Partido Popular del hemiciclo, mientras se hace el anuncio de los golpes que se vienen: se baja el sueldo ya mermado por los continuos recortes acaecidos durante la crisis a lxs empleadxs públicxs; a modo de favor se anuncia el recorte del subsidio por desempleo argumentando que se hace para fomentar la búsqueda de empleo; se sube el IVA con el objetivo de…esto es un enigma; etcétera, etcétera, etcétera. Y al otro lado de la puerta a quienes luchan en la calle por sus puestos de trabajo, su futuro y el de sus familias, se les reprime brutalmente con palos y pelotas de goma. Traguemos saliva.

Menos mal que por muy cruda y desesperada que nos pinte la situación el sistema financiero global, con sus recortes y sus primas de riesgo, sus invasiones por gas y petróleo y sus exterminios, siempre nos quedarán el calor aterciopelado y reconfortante de las canciones y los poemas de la farándula progre española, que cuando más falta hace siempre da la cara por lxs trabajadorxs y nos regala encantos y acicates que hagan más llevadero el día a día… siempre que haya cámaras de televisión y micrófonos, claro.

Aun así, hoy por hoy, no está todo perdido. Nos queda la esperanza de que IU, a golpe de pactar con quienes se suponen sus contrarios; de dejar vendidxs, como en Andalucía recientemente y por citar sólo un ejemplo, a quienes aun siguen confiándoles su voto buscando una alternativa; de mantener estrategias puramente electoralistas; de, en definitiva, bailar descaradamente el agua del capital, consiga cambiar los derroteros de explotación cada vez más esclavista que nos vienen sucediendo… Aunque igual esta esperanza también está perdida y su forma de gestionar su supuesto comunismo queda muy lejos de la conformación de un poder popular real y antagónico que pueda plantear una alternativa de abajo a arriba, participativa, de aglutinación de fuerzas críticas y de confrontación contra el poder burgués capitalista actual.

Así que lxs más, el 99% largo, nos vemos en el borde del abismo intentando aguantar las continuas embestidas para no caer. Nos encontamos siendo víctimas del mismo sistema capitalista que hace unos años nos prometía una casa con piscina, un coche deportivo, una familia guapísima con dentaduras pefectas… y además sufriendo las viejas enfermedades de una izquierda desmembrada y desorganizada, víctima de la alienación que le provoca la falta de conciencia revolucionaria, del fetichismo verbal (el «cómo me gusta oirme»), de dogmatismos anacrónicos e improductivos, de la falta de autocrítica, etcétera… Miserias que entre las que ha conseguido imponer el propio sistema capitalista y las que son responsabilidad extrictamente de la izquierda, han llevado, de todas todas, a conseguir que el pueblo explotado se olvide de que está explotado y de que puede y debe luchar por cambiarlo.

Al menos parece que los mineros nos están enseñando que existe otro camino, el de la lucha por lo propio. Solo queda darse cuenta de que conocer el camino no es suficiente para recorrerlo, que para eso hay que dar pasos.

David Prieto García. Red Roja.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.