Deben ser muy pocos, quienes no estén de acuerdo con el artículo periodístico de opinión del investigador colombiano Carlos Medina Gallego, titulado «Las FARC-EP: Reingeniería militar y política. Balance 2012», publicado en portal Rebelión (20.12.2012) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161075&titular=las-farc-ep:-reingenier%EDa-militar-y-pol%EDtica-. Es un buen análisis de la situación actual en que se encuentra el conflicto armado colombiano, argumentado con información […]
Deben ser muy pocos, quienes no estén de acuerdo con el artículo periodístico de opinión del investigador colombiano Carlos Medina Gallego, titulado «Las FARC-EP: Reingeniería militar y política. Balance 2012», publicado en portal Rebelión (20.12.2012) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161075&titular=las-farc-ep:-reingenier%EDa-militar-y-pol%EDtica-.
Es un buen análisis de la situación actual en que se encuentra el conflicto armado colombiano, argumentado con información militar y estadísticas de la guerra de baja intensidad (GBI) que se libra en Colombia y que no todo el mundo posee, pero están a disposición del grupo de investigación en seguridad y defensa de la universidad nacional de Colombia. Sin embargo, a pesar de su objetividad y buena intención, es un análisis insuficiente o parcial, porque ha sido desarrollado siguiendo la tradicional lógica dominante en Colombia para este tipo de análisis, que toma únicamente la antinomia de los aspectos internos (colombianos) de esta guerra, obviando, o pasando por alto o mejor olvidando, los aspectos externos (geoestratégicos y trasnacionales) de la misma, convertidos finalmente en el factor determinante o decisivo del desarrollo de ella.
Y sin pretender abarcarlos todos (lo cual es imposible) sí me quiero referir tan sólo a dos de estos aspectos determinantes, que el secretario de defensa de los EEUU León Panetta, ex director de la omnipresente y omnipotente Agencia Central de Inteligencia (CIA) y quien se supone tiene en sus manos, su cabeza y en sus computadores , toda, o casi toda, la información del mundo, recientemente ha puesto de manifiesto ante el mundo:
1- El fracaso de la «War on Drugs» estadounidense y su redefinición especialmente en México, Colombia y en el resto del continente americano, tal como lo reconoció en su reciente gira de abril de 2012. Ver foto El Espectador. 27.04.2012 con el ministro de defensa colombiano:
Y 2- La terribles verdades para el «orgullo americano», pronunciadas en el club nacional de prensa de los EEUU, donde Mr Panetta dijo entre otras cosas que: «Tras más de diez años de guerra continua, de despliegue tras despliegue de tropas, Estados Unidos ha llegado a un momento crítico…Estados Unidos se encuentra en un punto estratégico crucial con amenazas dispersas por el mundo y el reto de mantener su propia fortaleza económica…La era del cheque en blanco para la defensa ha terminado y el país tendrá que reducir sus fuerzas y prepararse para amenazas que no disminuyen…La fortaleza de EE.UU comprende el fortalecimiento de su base industrial…Lo último que necesitamos es que, encarados con una crisis y cuando precisemos suministros, tengamos que contar con las industrias de otros países». (Agencia EFE. 18.12.2012).
Con esto, considerado como un contexto más general, y correlacionándolo con la situación militar interna para Colombia descrita en su artículo por el investigador Medina Gallego; a lo que se puede agregar la «precepción del desgaste» reflejada en la tendencia hacia un pesimismo generalizado sobre el gobierno del país, los fallos jurídicos de Cortes Internacionales sobre fronteras y sobre el Terrorismo de Estado, que se ha detectado en las últimas encuestas oficiales de opinión; puede (y debe llegar a ser pertinente) considerar que la decisión del presidente J. M. Santos de sentarse a la mesa con las Farc-EP, es algo más complejo y contradictorio a la retórica militarista de negociar en medio de la guerra un empate positivo, o de haber logrado para el Estado una gran victoria político-militar con el fin de continuar la guerra, al haber elevado (el presidente JM Santos, su ministro de guerra Pinzón, junto con los politiqueros de la unidad nacional gobernante) a rango constitucional el Fuero Militar para la Impunidad (FMI).
Sinceramente ¿habrá alguien quien crea que ese Fuero Militar aprobado, va a ayudar a las heroicas Fuerzas Armadas de Colombia a lavar la ignominia de los falsos positivos y el Terrorismo de Estado y a ganar una guerra como la que se libra en Colombia? ¿Y si se cree, o se afirma que, la victoria estratégica es lejana, con qué finalidad político-militar se aprobó? Uno puede entonces concluir que no hay preguntas necias; las necias (casi siempre) son las respuestas.
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano.
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