Comienza el año y continúa el propósito de llegar a un acuerdo entre el Gobierno Nacional y las Farc para suspender la confrontación armada entre Ejército y guerrilla, y así eximir a la sociedad de un conflicto del cual no queremos formar parte. La sociedad colombiana ha expresado de múltiples formas que el camino de […]
Comienza el año y continúa el propósito de llegar a un acuerdo entre el Gobierno Nacional y las Farc para suspender la confrontación armada entre Ejército y guerrilla, y así eximir a la sociedad de un conflicto del cual no queremos formar parte.
La sociedad colombiana ha expresado de múltiples formas que el camino de la confrontación armada no es el deseado.
Con el avance en las conversaciones, quienes no estén presentes en el proceso de negociación pueden salir afectados. Los voceros del bosque natural y de la paz, con la ya muy agredida y menguada naturaleza, están ausentes. Durante las conversaciones no se ha reivindicado el propósito de uso sostenible de los recursos naturales renovables ni se ha mencionado la recuperación y gestión de nuestros bosques y cuencas hidrográficas como condición para alcanzar una paz duradera.
Si no tomamos una actitud nacional de gestión y conservación del medio natural, a la confrontación por el poder político, seguirá la confrontación por el control y manejo del agua. Los primeros brotes de esta confrontación ya los estamos viviendo en diferentes espacios de nuestra geografía y son múltiples los conflictos que se están gestando y que van camino a una confrontación abierta. El deterioro de nuestras cuencas y bosques sigue en aumento y estamos destruyendo nuestras fuentes de agua, su biodiversidad y ecosistemas naturales. Estamos extinguiendo desde el bosque nublado en los Andes, hasta el bosque húmedo tropical del Pacífico y la Amazonia. El desarrollo agrario integral, que sin duda tiene aún múltiples aspectos por discutir y acordar, esperamos no encuentre como alternativa de solución a la propiedad del suelo, el avanzar en la destrucción de nuestros bosques y ecosistemas naturales.
Un aspecto positivo es que tanto el Gobierno como las Farc coinciden en que las zonas de reserva campesina (ZRC) son parte de la estrategia de solución para superar el conflicto rural. Éstas surgieron con el propósito de estabilizar y democratizar la propiedad en las zonas de expansión de la frontera agrícola y proteger al productor campesino evitando el carácter itinerante del colono.
La expansión de la frontera agraria no es la alternativa para solucionar la estructura de tenencia en el sector rural. Esto no significa que las ZRC no sean una opción social y ambiental en la actual frontera agropecuaria e incluso en el interior de las cuencas andinas intervenidas y transformadas desde hace muchos años. La figura de ZRC es útil para programas de reducción de emisiones de CO2 por deforestación y degradación de bosques en áreas de frontera agropecuaria, y para ejecutar propuestas de pago por servicios ambientales a campesinos ubicados en zonas altas y críticas de nuestras cuencas hidrográficas, como herramienta útil para generar ingresos y dar estabilidad a los campesinos productores. Las ZRC pueden conducir a una adecuada combinación de propósitos sociales y de conservación, manejo, control y aprovechamiento de los recursos naturales, infraestructura, producción limpia, producción orgánica, educación ambiental, comercialización y servicios.
Esperamos que la conservación y uso sostenible de los bosques y los ecosistemas naturales sean considerados en las conversaciones como condición para una paz duradera. La figura de ZRC debe ser rescatada para beneficio social y ambiental a lo largo y ancho del país, y no como instrumento de expansión de la frontera agrícola.