La paz es una esperanza popular con enormes potenciales políticos para la transformación real de la sociedad colombiana, subordinada a los intereses retrogrados de la olgarquía dominante. El Acuerdo general para la superación del conflicto y el funcionamiento de la Mesa de conversaciones en La Habana, es un hito histórico para toda la nación de […]
La paz es una esperanza popular con enormes potenciales políticos para la transformación real de la sociedad colombiana, subordinada a los intereses retrogrados de la olgarquía dominante. El Acuerdo general para la superación del conflicto y el funcionamiento de la Mesa de conversaciones en La Habana, es un hito histórico para toda la nación de enorme incidencia en el rumbo general de la misma.
El señor Santos debió reconocer el peso de los acontecimientos y buscó el dialogo con la resistencia campesina revolucionaria y su expresión político/organizacional. No se trata de una gracia ni de un capricho. Es la correlación de fuerzas y el enorme impacto de la guerra civil sobre la estructura social y su forma estatal.
Hay, desde luego, un cálculo politiquero y electoral que se explica por el afan protagonico del Jefe de la Casa de Nariño. Aunque su espacios reeleccionista se va transformando en una quimera dada las demoledoras consecuencias del fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre la disputa territorial con Nicaragua por el Archipielago de San Andrés. En la memoria colectiva quedó la imagen de un pusilanime que impidió una solución satisfactoria de la diferencia por la plataforma marina. Para Santos será imposible evadir, en un eventual proceso electoral reeelccionista, los cuestionamientos y señalamientos por su responsabilidad en la pérdida de casi 100 mil kilometros cuadrados del mar Caribe de San Andrés. La cuenta de cobro llegará y el resultado electoral aún es todavía más incierto. Asi que no se haga muchas cuentas alegres el establecimiento de la Prosperidad Democtrática por otros 4 años más en la Casa de Nariño.
La paz es atacada por planes de guerra de la faccion bélica que aun vive la fantasía del Estado paramilitar uribista. No obstante la Mesa de Conversaciones y el proceso de paz ha configurado un Poder constituyente de gran potencia que presiona la inercia politica del sistema de poder oligárquico.
El Poder constituyente de la paz debe expresarse en la movilización de masas y en la configuración de escenarios, como las Constituyentes municipales y departamentales que organiza la Marcha Patriótica, para que la sociedad civil y las masas campesinas y urbanas adelanten pequeñas, medianas y grandes movilizaciones populares que fotalezcan el contenido político de la paz de La Habana.
Es muy probable que como parte de su banal estilo el señor Santos obture sorpresivamente la Mesa de conversaciones para incidir en las encuestas y en sus planes estrategicos reeleccionistas, sin embargo grandes bloques de la sociedad nacional deberán movilizarse para que no se imponga la lógica neoliberal de la guerra de la cupula de generales protouribistas.
Poder constituyente y acción de masas son los ejes centrales para avanzar en la paz, incluyendo la reforma agraria integral y el reconocimiento de los derechos políticos de los campesinos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.