En Colombia se disputan tres modelos de paz: la que esgrime el ex presidente Uribe desde la extrema derecha, la que impulsa el presidente Santos desde la derecha y la paz popular. La paz de Uribe es el sueño de una parte del bloque dominante, que empieza y termina con la eliminación de la insurgencia […]
En Colombia se disputan tres modelos de paz: la que esgrime el ex presidente Uribe desde la extrema derecha, la que impulsa el presidente Santos desde la derecha y la paz popular.
La paz de Uribe es el sueño de una parte del bloque dominante, que empieza y termina con la eliminación de la insurgencia armada y la oposición política de izquierda, ésta se propone lograrla mediante dos formas de lucha: con la derrota militar o mediante la desmovilización en la mesa de diálogo. El propósito es mantener todas las estructuras económicas y políticas intactas a través de la neutralización del opositor. Esta paz se logra con la profundización y continuación de la guerra contra-insurgente.
La paz del presidente Santos liderando otro pedazo del bloque dominante consiste en la desmovilización de la insurgencia, sumando algunas garantías de participación y reinserción políticas en el sistema democrático existente. Las reglas de la institucionalidad existente son las que rigen y éstas no están sujetas a la negociación. Cualquier cambio o reforma se tendría que lograr mediante el juego electoral, donde la otra insurgencia, convertida en partido político, disputaría alcaldías, gobernaciones, curules parlamentarios y hasta la presidencia misma dentro de unas reglas del juego que ya están delineadas y calculadas para que los sempiternos duelos del poder, ganen.
El modelo de paz democrática es el que caracterizó el proceso del FMLN en El Salvador (1992) y el de la desmovilización del M-19, Quintín Lame, EPL y PRT en el proceso con Barco y Gaviria (1989-1990). Es también el modelo que Santos le pretende imponer hoy a la insurgencia y que se expresa por el gobierno en la mesa de la Habana.
La paz popular es el resultado de un profundo proceso participativo de debate y deliberación que produzca, como resultado, la arquitectura de un nuevo proyecto de nación, en el cual se pueda vivir sin guerra. Naturalmente, ello implica transformaciones estructurales a las causas que originaron y perpetúan la guerra. Es decir, parte del supuesto que la resolución del conflicto armado empieza por la resolución del conflicto social, político y económico que lo parió y estimula. Lo determinante de la paz popular es el protagonismo popular en el proceso. El pueblo que ha sufrido los rigores nefastos de la guerra es quien define la agenda, el contenido y la temática. Por tanto, la metodología es profundamente democrática y participativa.
La paz popular se sustenta en la ética de la unidad y congruencia de medios y fines. Dicho de otra manera, si se espera un resultado democrático, el proceso mismo debe serlo. No se puede esperar como resultado una sociedad incluyente si se parte de un proceso de paz excluyente.
La apuesta del ELN es por la paz popular. Es esa la esencia de la Convención Nacional, propuesta de paz para la nación que hicimos pública en 1997, ya hace quince años. Convencidos estamos que esa propuesta no ha perdido vigencia, pues el clamor del pueblo colombiano por ser partícipe en el actual proceso de paz, ha crecido en los últimos tiempos.
Desde el año pasado el país viene siendo testigo de intensas movilizaciones sociales y populares que exigen su protagonismo en el proceso de paz.
En el pasado mes de Abril tanto la masiva Marcha por la Paz del 9 de abril como la del Congreso Nacional para la Paz, demuestran claramente que el pueblo colombiano está dispuesto y preparado para empezar a construir la Nueva Nación, al tiempo que se supera el conflicto armado.
Es por ello que el ELN acudirá a una mesa de diálogos, la cual sigue incierta, para crear mecanismos que generen confianza y den garantías a la participación protagónica de la sociedad, priorizando los sectores sociales que más han padecido los estragos del prolongado conflicto social y armado.
Sus justos reclamos y demandas, alcanzados en arduas luchas, son mandatos definitivos y base de la arquitectura del proceso de paz que debe darle futuro y reconciliación a Colombia y en la que es muy importante el aporte de otros pueblos hermanos y gobiernos amigos.
El ELN concibe la paz popular como el camino hacia un nuevo paradigma político, social, cultural y ecológico. Como tal, debe haber congruencia total entre medios y fines porque el camino y la forma de recorrerlo son tan importantes como el destino mismo.