En atención a las múltiples inquietudes, así como a las apresuradas incomprensiones y descalificaciones de algunos sectores políticos acerca de las propuestas sobre el segundo punto del «Acuerdo General» referido a la «Participación Política», las FARC-EP, además de invitar a una lectura integral y rigurosa del mencionado acuerdo, ponen a disposición de la opinión pública […]
En atención a las múltiples inquietudes, así como a las apresuradas incomprensiones y descalificaciones de algunos sectores políticos acerca de las propuestas sobre el segundo punto del «Acuerdo General» referido a la «Participación Política», las FARC-EP, además de invitar a una lectura integral y rigurosa del mencionado acuerdo, ponen a disposición de la opinión pública una «guía metodológica», con la que se evidencia que cada una de las propuestas formuladas se ciñe al espíritu y la letra de lo pactado para dar inicio a los diálogos de La Habana.
Se trata de nuestro punto de vista que, como el del Gobierno, merece respeto, atención, análisis juicioso y sindéresis. De la misma forma que en el caso del primer punto de la Agenda, consideramos que nuestras propuestas mínimas están concebidas para el debate franco y abierto, y con la intención de avanzar en la construcción del acuerdo hacia la paz con justicia social anhelada por nuestro pueblo. Un cuadro comparativo del Acuerdo General con las propuestas de las FARC en torno a la «Participación política para la democratización real, la paz con justicia social y la reconciliación nacional», será entregado a los periodistas al final de este encuentro.
Abrimos este nuevo ciclo de conversaciones, reiterando al país nuestra propuesta de aplazamiento del calendario electoral y de la necesidad de una Constituyente para la Paz que dirima disensos, establezca los cambios institucionales que el propósito superior de la paz requiera, y refrende con la legitimidad que emana del Constituyente Primario el eventual acuerdo de reconciliación, y garantice la seguridad jurídica del tratado de paz por encima de cualquier pretensión de injerencia internacional o de élites enemigas de la paz.
El aplazamiento por uno o dos años de las elecciones, incluido en la Ley convocatoria de la Constituyente, como atribución del Congreso, no solo generaría un espacio para la construcción sin apremios de la paz sobre bases sólidas, sino que salvaría el proceso de maledicencias y suspicacias que podrían vincularlo con aspiraciones electorales de índole personal. La paz debe ser una política de Estado, para que situaciones difíciles como las elecciones no pongan en peligro el anhelo de reconciliación del pueblo de Colombia. La paz es de todos, no de una colectividad política o de grupo; eso le resta legitimidad. A la paz se debe convocar a amigos y enemigos. Y las FARC están dispuestas a recibir a todos ellos, aquí en La Habana para intercambiar sobre cómo lograr el bien superior que nos desvela.
El aplazamiento de las elecciones significaría uno o dos años para que el gobierno que inició el proceso, lo culmine. La augusta Asamblea convocada por el Congreso podría ampliar a 5 años el periodo presidencial, sin reelección, establecer el derecho a la segunda instancia para los parlamentarios, así como la iniciativa de que por una sola vez los legisladores puedan aspirar, libres de inhabilidades, a cargos de elección popular. La propuesta que hoy reiteramos es para ser convenida entre todos los sectores políticos y organizaciones sociales que conforman nuestra nacionalidad.
La Asamblea Nacional Constituyente es nuestra esperanza y es nuestra certeza de paz. De ella depende la solución política o la guerra. Del sagrado recinto de sus deliberaciones saldrá el tratado de paz que pondrá fin a un conflicto armado de medio siglo. «Lo imposible -como decía el caudillo de multitudes, Jorge Eliécer Gaitán- no es más que lo difícil visto por ojos donde no ha nacido la fe y ha muerto la esperanza». Y la esperanza de paz de Colombia está hoy más viva y actuante que nunca.
Para concluir, por favor, escuchen a los campesinos del Catatumbo; no lo repriman, no los asesinen, no los judicialicen con el montaje de siempre de que son guerrilleros. La Delegación de paz de las FARC en La Habana no es un pararrayos de los desatinos de un gobierno en el manejo del problema agrario.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP