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Los ganchos ciegos de la oligarquía en las conversaciones del Catatumbo

Fuentes: Agencia Prensa Rural

En los 36 días en los que el Catatumbo está en protesta, con el depósito de la paciencia del todo vacío, después de que Tibú se levantara después de tantos años, después de que en Ocaña 11 mil campesinos perdieran el miedo en Aguas claras, después de que nos arrebataran a golpe de bala a […]

En los 36 días en los que el Catatumbo está en protesta, con el depósito de la paciencia del todo vacío, después de que Tibú se levantara después de tantos años, después de que en Ocaña 11 mil campesinos perdieran el miedo en Aguas claras, después de que nos arrebataran a golpe de bala a Leonel, Edinson, Diomar y Hermides, y después de que los campesinos y campesinas pusieran en el mapa a esa olvidada región, solo entonces, Santos se preguntó si sería conveniente seguirles mamando gallo.

Decidió, a pesar de que sospechaba que con una organización ordenada, disciplinada y politizada, compuesta por víctimas de carne y hueso del paramilitarismo y la política de falsos positivos, con gente que sabe de lo que habla y que no necesitan grandes asesores que reciben millones a la lata ni grandes campañas de publicidad para convencer a nadie, decidió tratar la crisis como se tratan todas las crisis en nuestro país: engañando.

Empezó entonces el baile de cifras que con ayuda de la orquesta de los medios del capital sonaba como un gato al que le pisan la cola: feo y provoca alejarse. Ahí quisieron romper la dinámica en la que los campesinos llevaban la iniciativa de manera decidida y decidieron poner 2 billones de pesos debajo de cualquiera de las alfombras que les calientan los pies. Luego fueron 80 mil millones. Los campesinos sabían que con eso no había ni para cumplir con el dos por ciento del plan de desarrollo sostenible para la Zona de Reserva Campesina, también sabían que de ese dos por ciento jamas llegaría más del 0,5 por ciento, siendo generosos, pero igual toca acumular más legitimidad.

Se decidió priorizar en cada zona los proyectos más inaplazables. La comisión del gobierno rebajó más la cifra y además rechazó la repartición y el trabajo del campesinado para detectar y priorizar. Finalmente se levantaron de la mesa sin motivo y no volvieron a la mesa sino de la mano de otro gancho ciego: Angelino Garzón, con la misma propuesta de todos los anteriores, disolver la protesta.

El primero de los ganchos ciegos fueron Palomino y Marcolino. La oligarquía y su aventajado miembro desde la casa de Nariño, marcaban perfil y mandaban a la mesa al perro peligroso que siempre muerde a los vecinos. El caso es morder y reventar cualquier iniciativa que pueda utilizar la boca para cualquier otra cosa que no sea procesar más carne de cañón, en un platillo macabro.

El segundo gancho ciego fue el ministro de trabajo, Noé, que llegó a la mesa con el visto bueno del campesinado que, a pesar de todo, todavía cree que el gobierno quiere llegar al final del conflicto de manera negociada. Esa fue la primera vez que intentaron poner una cara amable delante del campesino para poner a los perros rabiosos escondidos, pero dirigiendo nuevamente las conversaciones. Fue un acto de muy buena voluntad, por parte de la comisión campesina soportar al viceministro de defensa como vocero de la comisión gubernamental, en una nueva provocación para reventar la mesa. Realmente es Pinzón y el Ministro de Minas, los que marcan el ritmo de las conversaciones, junto con la dueña de los predios que el Estado vendió para explotación carbonera, desconociendo la Zona de Reserva Campesina y asumiendo la Zona Minera Estratégica de facto.

Nuevamente la mesa se rompe por el eslabón mas débil, el que tiene el hierro fatigado, el eslabón que quiere portar el candado y la parte que no quiere ni cree que se deba de hablar nada sobre lo que creen, es suyo.

Pero igual la campaña mediática continúa y se debe continuar con el circo. Entra en escena Angelino Garzón. El campesino nuevamente se mantiene con una positiva expectativa. Angelino es un nuevo gancho ciego, de tan alto rango, que debería tener 6 ojos, todos ellos tan útiles como los de un topo.

Esta situación, estos acontecimientos, arrojan claridad sobre lo que acá está pasando. El campesinado ha conversado con ministros, viceministros, alcaldes, gobernadores, personeros y hasta con el vicepresidente. Ninguno de ellos es el interlocutor adecuado, según parece. Solo son algunos representantes de los que realmente mandan y que se encuentran, plácidamente, disfrutando de los privilegios que obtienen de la sangre del campesinado, de la clase obrera, del estudiantado y de los desfavorecidos en general. ¡Vampiros!.

Ninguno de los ganchos ciegos tenía ninguna propuesta ni tenía ningún poder, porque sus amos así lo habían dispuesto. Si los ministros no tienen ningún poder de decisión ni pueden dar ninguna garantía, ¿con quién es que estamos hablando?, ¿Con quién es que debemos sentarnos en la mesa?

Como los vampiros no van a dar la cara, sería bueno que pudiese darla el vampiro que han destacado como su representante, en las instituciones legales. Acá toca es hablar con Santos cara a cara para exigir a la legalidad y el poder de facto que cumplan.

Fuente: http://prensarural.org/spip/spip.php?article11382