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De la resistencia a la paz

Fuentes: Rebelión

Si la idea es verdaderamente construir un nuevo pacto social para abrir el camino a la refundación del Estado-Nación, entonces los acuerdos de paz deben ser con el pueblo colombiano, de cara al país, sin trampas y sin condiciones; pues se trata nada más y nada menos, que de las demandas históricas de la nación […]

Si la idea es verdaderamente construir un nuevo pacto social para abrir el camino a la refundación del Estado-Nación, entonces los acuerdos de paz deben ser con el pueblo colombiano, de cara al país, sin trampas y sin condiciones; pues se trata nada más y nada menos, que de las demandas históricas de la nación colombiana.

El cumplimiento de estos acuerdos hoy recae en quienes los suscriben, pero fundamentalmente en las diversas, ricas y plurales organizaciones del pueblo, que con sus luchas e imaginarios, diseñan las estrategias más diversas, elaboran programas, marchas, congresos, propuestas, proyectos, cabildos, manifiestos, plataformas; debates y resistencias múltiples, con la mirada en conseguir el objetivo más importante del pueblo colombiano que es la paz con dignidad, pero que desde ya NO tiene eco en las élites del terror, en la decadente clase política Colombiana, ni en sus partidos para-oligárquicos, que no demuestran en realidad su voluntad política; y menos su capacidad para cumplir con lo que se comprometieron.

Entonces, el pueblo colombiano no puede caer en una «suerte» de aceptación «tácita» de las reglas del juego de la «democracia formal»; hay que seguir avanzando en una visión estratégica a largo plazo; y desde las resistencias democráticas, populares y revolucionarias, que en Colombia ya no solo son un poder contestatario o cuestionador del orden social existente, sino que se van afianzando como un verdadero referente alternativo y constituyente en NuestrAmérica, enfrentando a la ofensiva criminal del régimen a quien se le disputará unitariamente la perspectiva estratégica del cambio democrático revolucionario.

Es claro, que si la izquierda y el movimiento popular no «refunden» la perspectiva de su proyecto histórico, se lograría trascender y acumular una verdadera FUERZA POLITICA NACIONAL, en una dirección convergente y más audaz para la paz verdadera y el cambio social.

Entonces, no hay que permitir que se estanque la búsqueda de un acuerdo de paz, ni los ejes principales de sus demandas, tampoco la creciente protesta social con sus protagonistas fundamentales; los movimientos sociales, y las fuerzas revolucionarias e insurgentes; ELN, FARC-EP, EPL.

Hoy particularmente la oligarquía Colombiana, deberá enfrentar la rebeldía social, que exige una respuesta a la profunda crisis neoliberal, a la guerra; y a la aplicación de políticas imperiales, que niegan los intereses colectivos de los colombian@s, pero garantizando los de una minoría siempre privilegiada, terrorista y transnacional izada, que exigen una paz que mejore las condiciones de su proyecto de acumulación.

Mientras, del lado del pueblo; este ha instalado ya un proceso profundo de movilización, reflexión, análisis, y de búsqueda de como «dar pasos» más contundentes para afianzar y converger agendas comunes, que potenciadas quitaría al poder , a las élites y a los enemigos de la paz un buen margen de maniobra, como a los que persisten en «dialogar» de manera separada con las diferentes fuerzas, para fragmentar al pueblo, sus demandas o para neutralizar potenciales conflictos, y sobretodo imponer con la violencia, su agenda política reaccionaria.

Hay que responder tratando como un pueblo el proceso de construcción para la unidad de acción – que es muy complejo- , en razón de la naturaleza plural de las organizaciones, de la diversidad de prácticas e intereses, así como de experiencias organizativas; sin embargo, hoy está más clara la importancia de crecer el protagonismo del sujeto popular colectivo, que redefine estrategias de lucha para seguir acumulando fuerzas para la paz, como para enfrentar a las empresas transnacionales y a las violencia del estado que recula en los espacios de diálogo generados por el pueblo.

El «Estado» no «dará» nada, la democratización y la paz la conquistará el pueblo con su rebeldía, con la movilización unitaria y la SOLIDARIDAD INTERNACIONAL, desde sus escenarios de lucha, en donde no pueden dejar intacto el poder de las élites oligárquicas y criminales, hay que seguir creciendo los saltos cualitativos en los distintos ámbitos de la lucha; y respetar los acuerdos entre organizaciones sociales y revolucionarias, sin exclusiones; y tratando de trascender siempre de una visión eminentemente electoral, a una fuerte y consolidada perspectiva estratégica de lucha, cerrar las brechas imaginarias entre las luchas sociales y políticas; y claro, el pueblo tiene que buscar el poder político con una enriquecida estrategia de recuperación y defensa de sus territorios, valiéndose cada vez más de las múltiples prácticas contra hegemónicas que constituyen una fuerza social con mayor determinación y profundos anhelos de paz y de cambios que deben ser conquistados y capitalizados políticamente por el pueblo.

Entonces hay que trascender de la resistencia a la paz y generar transformaciones más contundentes, para poder erigir con el accionar multidireccional del pueblo, una conducción horizontal y colectiva; un instrumento que permita trascender los límites de la democracia burguesa, es decir pluricultural, antiimperialista; y profundamente Camilista, Bolivariana y Humanista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.