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El arte a partir del dolor

Fuentes: Rebelión

 «El arte más poderoso de la vida, es hacer del dolor un talismán que cura» Frida Kahlo En el marco de las conmemoraciones del 40 aniversario del Golpe de Estado en Chile, asistimos a una presentación del Grupo de Danza Contemporánea de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM «En resistencia». No […]

 «El arte más poderoso de la vida, es hacer del dolor un talismán que cura» Frida Kahlo

En el marco de las conmemoraciones del 40 aniversario del Golpe de Estado en Chile, asistimos a una presentación del Grupo de Danza Contemporánea de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM «En resistencia». No llegamos para recordar el dolor, fuimos a compartir una creación artística que nos sirviera de memoria y de sosiego. Tuvimos la grata sorpresa de ver la impresionante coreografía de tres entusiastas herederas de Frida Kahlo, que recogen la virtud de hacer desde el dolor señales de optimismo y con su creación ayudarnos a recuperar confianza en la humanidad. Ellas hacen arte con sus cuerpos. Su interpretación del ensayo escrito «Diario de una tortura», en una pieza de danza convirtió el relato de torturas pasadas en un retozo de esperanzas futuras.

Hace algunos años, una revista chilena preguntó a Yayoi Kusama, pintora japonesa residente en Estados Unidos:

¿ Si usted no pudiera seguir siendo una artista, a qué se dedicaría? Respondió la creadora :

Me suicidaría. Por fortuna el espíritu latinoamericano es muy distante del asiático y en nuestra cosmovisión no todo es tan dramático. Pero tenemos el común denominador de recurrir a diversas formas de expresión artística para atenuar el dolor, crear fórmulas elusivas de olvido, para posponer en el tiempo el tener que evocar los fantasmas del pasado. Sin embargo cuarenta años de distancia del Golpe de Estado en Chile y la muerte de Allende, cuatro décadas de diáspora, desencuentros y reconciliaciones inacabadas, nos ponen cara a cara con nuestras debilidades y nos reclaman nuevos abordajes.

En «Diario de una tortura» procuré explicar que la tortura es una experiencia individual y a la vez de grupo. Traté de compartir -de alguna forma- la idea de que enfrentar a los torturadores también es una acción de resistencia colectiva. Sometidos a la violencia de nuestros verdugos nos vemos enfrentados a nuestro dolor y al desafío de resistir como individuos, como militantes, como seres humanos que quieren preservar su dignidad. Al mismo tiempo hay otro desafío, que es no defraudar a los que están en libertad y esperan de nosotros el silencio. O enfrentar los abusos con integridad para poder reclamar a otros prisioneros, iguales a nosotros, que se sumen a esa silenciosa y embrionaria forma de resistencia al poder brutal. El dolor, que fue origen de resistencia popular y alumbró caminos de libertad, evolucionó en estos años hasta ser capaz de generar belleza. Testimonio de desdichas, sirve de estímulo para la literatura, la plástica, la música y la danza. «Diario de una tortura» da cuenta de una vivencia concreta, pero convertida en danza se eleva del dolor y de la muerte a un canto de lucha por la resurrección y, espero, también por la insurrección.

El dolor, por la vía del arte se transforma en manifiesto, en denuncia universal y eventualmente en su antítesis: el gozo. El curso de la historia de nuestra diáspora chilena no ha cesado de ser manifestación del dolor, de muerte y asesinatos, de los nuestros y de los ajenos. De chilenos, argentinos, uruguayos. Y más tarde de palestinos, congoleses, sudafricanos y haitianos, nicaragüenses y salvadoreños, en una temática de compromiso por el cambio social que resulta inagotable y que pone a prueba hasta las más firmes convicciones. Gracias a la capacidad de hacer arte desde el dolor, desde el amor y el desamor; gracias a la belleza que brota del sentimiento, aunque a veces pareciera que nos han destrozado el corazón, hemos llegado a que la suma de emociones se convierta en composición, rima, pasos de danza, notas o pinceladas. Felicitamos a estas artistas/militantes de la solidaridad que han convertido un momento terrible en un acto de amor.