«Max: – Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.» (Luces de bohemia. Ramón del Valle Inclán) Cuántas veces habremos d icho «es un esperpento» queriendo indicar algo deforme, espantoso y hasta inaceptable, para referirnos al aspecto físico, al pensamiento, a la conformación […]
«Max: – Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.» (Luces de bohemia. Ramón del Valle Inclán)
Cuántas veces habremos d icho «es un esperpento» queriendo indicar algo deforme, espantoso y hasta inaceptable, para referirnos al aspecto físico, al pensamiento, a la conformación material o práctica de la idea. Esperpento es un término que define también un hacer literario del siglo XX, del que Valle Inclán es el principal responsable, aunque el término aparece como adjetivo en algunas novelas del maestro Galdos.
El primer trabajo literario definido por Valle Inclán como tal esperpento fue la obra «Luces de bohemia», 1920, aunque en obras anteriores fue dando contenido al término es en «Luces de bohemia» donde se detiene a explicar cómo lo construye: «Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. España es una deformación grotesca de la civilización europea.»
En «Luces …» Valle Inclán deposita su pensamiento en boca de su personaje Max Estrella, que se basa a su vez en la vida del escritor Alejandro Saw a. Con Max Estrella dibuja las formas de vida social, las relaciones y valores bajo el régimen borbónico, el estado de crisis de pensamiento y la deformidad generalizada a la que han llevado la corrupción y la decadencia. Ahí tenemos el por qué y el cómo de su trabajo, y ahí expone su protesta por ese deformarse, por la falta de implicación, por el sometimiento, por la miseria en la que se convive, aprobando la falta de ética y de valores sociales. Parece que nos dice que si se quiere que la realidad española cambie, tendrá que hacerse con radicalidad. Valle Inclán altera la forma de lo real, o no, para que nos alarme dando paso al no entender, elevando a la máxima categoría el no ver aunque esté a nuestro lado la tragedia, eso que decimos que por estar tan cerca no vemos, otro caso es el dejar que nos habite una conciencia confusa, el miedo, la resignación, el servilismo, la falta de autoestima.
En contra de quienes gustan o gustaban de la forma unicamente, en «Luces de bohemia» la emplea para favorecer la idea que trabaja, y reclama así otra manera de hacer con la que resaltar el contenido; es un tiempo nuevo, es el siglo XX. Desde caminos distintos exponía la misma preocupación que Galdos por la vida de la población española bajo el régimen corrupto de la monarquía borbona y sus aliados eclesiásticos, militares y clases vagas.
En su obra inmediatamente anterior a «Luces …», «Divinas palabras», los gobernantes acudían a la «divinización» de su lenguaje, a la ambigüedad, a la tergiversación, a la mentira di recta para engañar al pueblo y llevar a cabo el despojamiento de sus derechos y de sus bienes, son Cánovas y Sagasta quienes habitan «Divinas palabras», hoy protegen al régimen corrupto Rubalcaba y Rajoy, Rubaljoy, introduciendo en el pueblo la corrupción en la vida social, con la que desalojan los principios de justicia y garantizan la división entre la inmensa mayoría. Contamos con la carta que Juan Ramón Jiménez le escribió comentándole su lectura de la obra, de esa carta traigo aquí las primeras líneas: «Sr. D. Ramón del Valle Inclán.
Mi querido amigo:
Muchas gracias por el ejemplar de «Divinas Palabras» que ha tenido usted la bondad de enviarme. Estoy volvoendo a leer la maravillosa trajicomedia, una de las obras de usted que más me gustan y, desde lueg o, por su revuelta fuerza de invención, por su multiforme pasión interna, por sus colores, por su lenguaje y estilo, sintéticos de la jerga española -de todas las Españas-, la única obra «teatral», que se haya escrito en español, desde las mejores Romance de lobos de usted mismo. …»
Pero volviendo al propósito en «Luces …», lo que aquí resulta firme es dejar los significados más o menos ocultos de «Divinas palabras» para atacar a la clase dominante con claridad estrafalaria, hacer que se vea la deforma ción a que han llevado al país estos sinvergüenzas, hacerlo ver sin tapujos, y mostrarlo sin miedo a la reacción del poder: señalar a quiénes lo componen y qué quieren, cuál es su propósito .
Quiero comenzar por la Escena Cuarta, y no por la Primera a la que más adelante iremos, para señalar un asunto que afecta a nuestra época; en la Escena Cuarta, Valle pone en boca de un personaje que se jacta de no leer, Dorio de Gadex, el apelativo «garbancero» para referirse a Galdos, término que se ha atribuido en ocasiones a Valle, aunque contrariamente a ello lo pone en boca de un personaje harto de modernidad despreciativa con respecto a todo conocimiento, de manera que dibuja y nos indica algo que afecta a la postmodernidad, ese desprecio por el saber que nos aportan experiencias de épocas anteriores.
Se ha comparado «Luces de bohemia» con «La Divina Comedia» de Dante; en «Luces …» Max Estrella se hace acompañar por don Latino y en «La Divina Comedia» Dante lleva a su lado a Virgilio, estableciéndose la relac ión entre personajes a través de su condición y actitud para conducir a Max y a Dante orientándoles y abusando de ellos.
En cada una de las partes se hunde más al protagonista, y en ellas se contemplan el abismo y el infierno en el que vive el pueblo. Así llegará Max a ser detenido y encerrado en un calabozo de Gobernación, el edificio que en el franquismo fue la DGS (Dirección General de Seguridad) y hoy es el centro de gobierno de la Comunidad de Madrid, todo un récord de esperpentización: ha pasado de ser centro de torturas franquista para aparecer hoy como centro de atención a los ciudadanos, todo en un hilo de continuidad histórica-camaleónica.
En el calabozo de Gobernación Max conocerá a un obrero, detenido por revolucionario y que permanece esposado en la celda, el diálogo entre ellos enseña el pensamiento de la clase obrera que consciente lucha por cambiar la sociedad y el reconocimiento de un intelectual comprometido:
«El preso.- Usted no es proletario.
Max.- Yo soy el dolor de un mal sueño.
El pre so.- Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos.
Max.- Yo soy un poeta ciego.
El preso. ¡No es pequeña desgracia!… En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menos preciados. Aquí todo lo manda el dinero.
Max.- Hay que establecer la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol.
El preso.- No basta. El ideal revolucionario tiene que ser la destrucción de la riqueza, como en Rusia. No es suficiente la degollación de todos los ricos. Siempre aparecerá un heredero, y aun cu ando se suprima la herencia no podrá evitarse que los despojados conspiren para recobrarla. Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso sólo se consigue destruyendo la riqueza. Barcelona industrial tiene que hundirse para renacer de sus escombros con otro concepto de la propiedad y del trabajo. …»
Max será puesto en libertad por la visita que sus amigos hacen a Gobernación, y él mismo, al salir del calabozo, pedirá hablar con el gobernador civil, amigo suyo en tiempos de estudiante, y mientras Max le protesta por su detención el otro hace recuento de los recuerdos para que nos enteremos que había abandonado todo lo que le había hecho amigo de Max para integrarse en el aparato del Estado. Valle nos enseña en su comportamiento la tradición de abandono al poder y la corrupción sin el más mínimo pudor, el mismo que habíamos visto en «Las tormentas del 48», de Galdos, el uso del dinero público que los mismos siguen haciendo:
«El Ministro.- ¡No has cambiado! … Max, yo no quiero herir tu delicadeza, pero e n tanto dure aquí, puedo darte un sueldo.
…Max, todos los meses te llevarán el haber a tu casa. ¡Ahora, adiós! ¡Dame un abrazo! … vaya pensado (le dice al secretario) cómo se justifican las pesetas que hemos de darle a Máximo Estrella.
Dieguito (el secreta rio).- Las tomaremos de los fondos de la Policía.»
Tras ser puesto en libertad se encontrará con las prostitutas, y un escalón más le llevará a conocer a una madre que llora el asesinato de su hijo de pocos años a manos de la policía; las justificaciones de un comerciante y de la misma policía, el desprecio conformista de otros y los lamentos de la madre del niño le harán pensar en la falta de humanidad de éstos:
«-¡Negros fusiles, matadme también con vuestros plomos!
Max: – Esa voz me traspasa.
La madre del niño: – ¡Qué tan fría, boca de nardo!
Max: – ¡Jamás oí voz con esa cólera trágica!
Don Latino: – Hay mucho teatro.
Max: – ¡Imbécil!»
Con ello nos muestra la retorcida vaciedad, el alejamiento de unos y otros de sus próximos, la falta de conciencia gen eral. Max, conociendo la respuesta de la gente como parte de la realidad española se desespera, y seguidamente se despeña por el siguiente precipicio, el que le lleva de la muerte del niño a la muerte del obrero, señalando con ello la infancia y la madurez de la clase trabajadora que ve acompañada toda su vida por la policía:
«El farol, el chuzo, la caperuza del sereno, bajan con un trote de madreñas por la acera.
El empeñista: – ¿Qué ha sido, sereno?
El sereno: – Un preso que ha intentado fugarse.
Max: – Latino, ya no puedo gritar … ¡Me muero de rabia! … Estoy mascando ortigas. Ese muerto sabía su fin … La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España. Nuestra vida es un círculo dantesco. Rabia y vergüenza … ¿Has oído los comentario de esa gente, viejo canalla? Tú eres como ellos. Peor que ellos, porque no tienes una peseta. … llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte en un vuelo.
Don Latino: – ¡Max, no te pongas estupendo!.»
Ese es don Latino, el mediocre que se pega al genio para ap rovecharse de él, al que le gusta figurar, aparentar, hacer de menos al resto y participar de la corrupción que se despacha desde lo más alto, robando cuanto puede a quien se le acerca y a ese al que acompaña. Y así sucede, don Latino, que robaba a Max desde la primera página, le robará cuando haya muerto el número de lotería premiado, dejando a la familia de Max, esposa e hija, en la absoluta miseria, situación que las llevará al suicidio que apuntan en el mismo comienzo. La propuesta del comienzo se realizará al final, dejándonos una obra circular, y en ello un asunto simbólico, una situación sin salida, el momento histórico que uno sólo no puede romper.
» Max: – ¡Collet, mal vamos a vernos sin esas cuatro crónicas! ¿Dónde gano yo veinte duros, Collet?
Ma dama Collet: – Otra puerta se abrirá.
Max: – La de la muerte. Podemos suicidarnos colectivamente.
Madama Collet: – A mí la muerte no me asusta. ¡Pero tenemos una hija, Max!
Max: – ¿Y si Claudinita estuviese conforme con mi proyecto colectivo? … Con cuatro perras de carbón, podríamos hacer el viaje eterno.»
Valle Inclán, que sale con su nombre en la obra, se representa en Max significando la conciencia, y cómo las personas más sensibles y conscientes soportan el presente y ven el futuro de España, sostenida por la injusticia, que causa hambre y miseria moral e inmovilismo. Justo antes de morir, Max, que es ciego, repetirá las palabras que pronuncia también en la primera escena:
«Max: – ¡Espera, Collet! ¡He recobrado la vista! ¡Veo! ¡Oh, cómo veo! ¡Magnífica mente! ¡Esta hermosa la Moncloa!
¡El único rincón francés en este páramo madrileño! ¡Hay que volver a París, Collet! ¡Hay que volver allá, Collet! ¡Hay que renovar aquellos tiempos!.»
Para Max la luz que nos abrirá los ojos se encenderá con una primera revolución como en Francia, y la señal está en La Moncloa, la casa presidencial y borbónica, «el único rincón francés en este páramo madrileño!», nos dice.
La obra termina con la desfachatez charlatanera de la calle y la hipocresía de don Latino como repr esentación de esa podredumbre que todo lo enfatiza en la doble moral, que falsifica. Cuando la gente lee en el periódico la noticia del suicidio de dos mujeres, don Latino, que ha robado a Max el boleto de lotería premiado, se hace con el periódico:
«Lect ura de don Latino: – El tufo de un brasero. Dos señoras axfisiadas. …
El chico de la taberna: – ¡Aventuro que esas dos sujetas son la esposa y la hija de Don Máximo!
Don Latino: – ¡Absurdo! ¿Por qué habían de matarse?
Pica Lagartos: – ¡Pasaban muchas fatig as!
Don Latino: – Estaban acostumbradas. …
Pica Lagartos: – Ahora usted hubiera podido socorrerlas.
Don Latino: – ¡Naturalmente! ¡Y con el corazón que yo tengo, Venancio!.»
Valle Inclán nos dice cómo construye la imagen de España, ese esperpento: «Los hér oes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. España es una deformación grotesca de la civilización europea.»
En una segunda parte exp ondré algunos datos de interés sobre el compromiso político de Valle Inclán, ese camino de rebeldía política y literaria que caracterizó buena parte de su obra y su vida.
Título: Luces de bohemia.
Autor: Ramón del Valle Inclán.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Dietario de crisis», puedes bajártelo en Libros libres, de rebelion.org, y de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», edita Fundación Domingo Malagón.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.