FSJ: La delegación de Paz de las Farc hizo ayer un nuevo pronunciamiento público, el quinto desde el hecho el 5 de agosto, acerca de la necesidad de crear una Comisión de la Verdad que complemente la versión sobre las víctimas del conflicto que presentó el centro de Memoria Histórica. ¿ Usted respondió y propuso […]
FSJ: La delegación de Paz de las Farc hizo ayer un nuevo pronunciamiento público, el quinto desde el hecho el 5 de agosto, acerca de la necesidad de crear una Comisión de la Verdad que complemente la versión sobre las víctimas del conflicto que presentó el centro de Memoria Histórica. ¿ Usted respondió y propuso que un gaitanista doctrinario formara parte de ésta, serían usted o su hija?
GGJ: No necesariamente. Hay otros jóvenes que han investigado el caso. También hay un investigador de historia colombiana que conoce bastante el tema, por tener los años suficientes por haber sido testigo de muchos episodios. Me guardo el nombre porque no sé si él querrá que se sepa.
Pero mi hija María y yo, más que nadie, hemos tenido acceso a mucha documentación sobre el tema. Mucha gente se ha acercado a nosotras para darnos información y hemos investigado durante mucho tiempo el tema que, francamente, dominamos. Nuestra conclusión es clara y documentada: el conflicto lo generaron, premeditada y sistemáticamente, las oligarquías liberal y conservadora, política e ideológicamente unidas en aquel momento en lo que llamaron la Unión Nacional que encabezaba el presidente genocida Mariano Ospina Pérez.
FSJ: El año pasado usted puso a disposición de las partes que negocian en la Habana, y quienes pretenden negociar como el ELN, los documentos testimoniales que reescribirían el origen de nuestra violencia. ¿Ha aceptado alguien este ofrecimiento, la ha invitado el centro de Memoria Histórica a hacer parte de sus investigaciones?
GGJ: No, en absoluto. El Centro de Memoria Histórica está orientado por reconocidos violentólogos y yo me opongo a que la historia popular se enfoque exclusivamente desde el punto de vista de la victimización, porque esta se parece mucho a la caridad, que mira al pueblo con lástima, sin el debido respeto a su heroísmo. A nuestro pueblo hay que fomentarle la autoestima. Es fundamental para hacer de Colombia un país con democracia directa, donde los ciudadanos sean los que determinen nuestro destino colectivo.
FSJ: Cree que si el gobierno no atiende esta petición de las Farc podrían paralizarse los diálogos de paz antes de empezar el punto de la agenda que habla sobre las víctimas del conflicto armado?
No lo creo. Pienso que las FARC se sienten obligadas a hacer muchas concesiones. Eso que se llama diplomacia. Creo que es por ello que en su llamado a la conformación de la Comisión de la Verdad siguen afirmando – sabiendo que no es cierto- que el origen de la violencia fue una guerra partidista, echándole así la culpa al pueblo, mientras le lavan las manos al Partido Liberal que para ese entonces estaba presidido por Eduardo Santos.
¿Cuál guerra partidista, si el conflicto se inició en 1946 cuando las oligarquías liberal y conservadora se habían repartido por mitad el gobierno, conformando lo que llamaron la Unión Nacional? Mi papá había exclamado en el Teatro Municipal ante semejante propuesta: «les regalamos su plato de lentejas de los cinco ministerios…» porque en ese momento eran 10 los ministerios.
Las FARC creen – creo yo, o así lo parece – que no vale la pena develar esa verdad, que más vale limar asperezas para firmar la paz. Están siguiendo el ejemplo de Manuel Marulanda, que decidió decir que se inició en la guerrilla porque le robaron unas gallinas, cuando todos sabemos que se fue al monte junto con su familia perseguida porque era gaitanista.
¿Por qué dio semejante versión tan pedestre? Sencillamente porque quería echarse al bolsillo a Andrés Pastrana, hijo de Misael Pastrana, quien fungió como secretario privado del Presidente Ospina Pérez. Marulanda pensó que si decía la verdad, estaría señalando de genocida al gobierno al cual pertenecía Misael Pastrana.
Esas «lagunas» históricas las consideran necesarias para dialogar con la oligarquía. Es más, en su reiterada petición por conformar la Comisión de la Verdad, invitan a los investigadores del Centro de Memoria Histórica para que los acompañen en La Habana. En cambio, yo les propuse conmemorar el natalicio de mi padre en La Habana el pasado 23 de enero. No lo consideraron conveniente «por respeto a los anfitriones». Le pregunté a los cubanos si ellos eran los que se habían opuesto, en su calidad de anfitriones, a rendirle tributo a Gaitán en La Habana y me respondieron que no, que los anfitriones eran los miembros de la delegación colombiana encabezada por Humberto de la Calle. Blanco es…
Como todo el mundo sabe que el ELN no hace esas concesiones, por eso no está aún sentado en mesa de diálogo alguna. Están esperando que se queden solos, después de la desmovilización de las FARC, para que en condiciones más difíciles entren a negociar con el gobierno.
FSJ: Su argumento principal para apoyar una comisión de la verdad es aclarar que la violencia tiene un origen de clase, que a su vez dio un origen la lucha armada, denuncia que hacía con frecuencia su padre en sus escritos y en las tribunas. ¿No es desolador ver como la historia parece estancada, 65 años después se ve la misma lucha de clases y el asesinato de líderes campesin@s, especialmente en el Catatumbo y el Cauca?
GGJ: No nos ha de sorprender que la historia siga anclada en una noria, donde año tras año se repiten las mismas infamias. La oligarquía de hoy es heredera de sangre y de fortuna de la de ayer y la izquierda repite sus mismos dogmas que la llevan a tener vocación de suicidas.
FSJ: ¿Por qué cree usted que el Estado, que no ha admitido su responsabilidad en el genocidio político de la Unión Patriótica, tendría la honestidad y la humildad necesarias para reconocer el que sería tal vez el primer genocidio político y de clase, que empezó en el año 1946?
GGJ: El hecho de que el gobierno no le haya respondido a las FARC sobre su petición de conformar una Comisión de la Verdad tiene un sub fondo no solo político, sino familiar que obstaculiza emocional e ideológicamente, que el Estado actual reconozca su crimen y pida perdón.
En efecto, en el momento en que de manera premeditada, sistemática y generalizada se inició en 1946 la persecución a las huestes gaitanistas – lo cual constituye un genocidio -, el gobierno estaba conformado por lo que llamaban la Unión Nacional bajo la presidencia de Mariano Ospina Pérez y el pacto de unión lo hizo Ospina con el tío abuelo del actual presidente, Eduardo Santos, en su condición de jefe del Partido Liberal. Hay, pues, un vínculo afectivo que inhibe a Juan Manuel Santos para reconocer la verdad.
En su génesis no se puede hablar de violencia bipartidista, porque las oligarquías estaban unidas en un solo frente que mi papá combatió y que se disolvió cuando en 1947 el pueblo gaitanista se tomó al Partido Liberal, imponiendo a mi padre como jefe único del liberalismo. Este triunfo del pueblo gaitanista se logró un año después de que comenzara el genocidio, que se adelantó con el silencio y la complicidad del Partido Liberal, orientado y presidido por Eduardo Santos.
En ese momento la persecución dejó de ser exclusiva contra los gaitanistas, como en un inicio, y se extendió a todo el liberalismo popular porque mi papá ya era su jefe, rompiendo el pacto de Unión Nacional, por lo cual la persecución dio la impresión – para quienes no tienen formación política – que era la de un gobierno conservador contra un partido, el liberal. Pero, para entender el fenómeno, hay que saber que era ya un partido tomado por el gaitanismo y encabezado por Jorge Eliécer Gaitán, no era ya el partido que había pactado la unión con Ospina Pérez.
Alfredo Molano tiene en su poder copia de la carta manuscrita del jefe de la policía de aquel entonces, el coronel Virgilio Barco, donde señala que, por orden del gobierno, va a ir a buscar a la vereda de Chulavita a sicarios para conformar parapolicías que se encarguen de desatar el genocidio al gaitanismo. Escogió esa vereda porque, como él lo dice, sus habitantes eran sanguinarios.
FSJ: Violencia oficial, la llamaban en la época de su padre, terrorismo de Estado, en el contexto actual. ¿Qué responsabilidad tiene la «justicia» colombiana con relación a esta violencia que se repite en la impunidad?
GGJ: Tiene una enorme responsabilidad. Basta leer el expediente de la investigación del asesinato de mi papá para ver con claridad la impunidad y el prevaricato que salta a la vista en cada página. Además, ninguna de las denuncias que hizo mi padre en sus sucesivos memoriales de agravios enviados a Ospina, sobre la persecución a los gaitanistas, que van con señalamiento de nombre de las víctimas y de los victimarios, de lugares y de forma de persecución, fue investigado ni tuvo castigo judicial.
FSJ: ¿Qué papel han cumplido los medios de comunicación y los periodistas en la divulgación de una única historia y memoria histórica, sin incluir otras como la suya y otros trabajos que se adelantan sin apoyo institucional?
GGJ: Cuando jóvenes periodistas me entrevistan, me dicen que les gustaría mucho publicar lo que yo digo, pero que el medio de comunicación para el cual trabajan no se los va a permitir. Eso no solo ocurre con los periodistas. Muchas veces los universitarios me han invitado, en diferentes ciudades del país, a dictar conferencias en sus universidades. Se acuerda el día, la fecha, el tema y el lugar y luego es el silencio… nunca más se vuelven a comunicar conmigo. Al principio trataba de averiguar qué había pasado, pero esos jóvenes se me escondían. Ya ni pregunto, solo constato que la academia es un foco de oportunismo, arribismo e intrigas, como las de cualquier Vaticano.
FSJ: La identificación y divulgación de esas «otras memorias» contribuirán para que las aguas que no se han calmado desde el asesinato de su padre, vuelvan a su cauce normal?
GGJ: No exagero cuando digo que «las aguas regresarán a su nivel normal» cuando nuestra juventud estudie a fondo y conozca el cuerpo de doctrina de mi padre, que es una guía orgánica, eficiente y efectiva para la lucha revolucionaria. Muchos jóvenes lo admiran, pero no lo estudian. Es como si un físico admirara a Einstein, pero no lo estudiara. ¿De qué serviría?
FSJ: Con el asesinato de su padre, no solo se frustró la carrera política de un hombre irreemplazable, sino también la concreción del poder popular de las masas que lo apoyaban. ¿Si compara las marchas masivas de los años 40 con las del año 2012 y 2013, ve en estas masas, sin la figura de un líder como Jorge Eliécer Gaitán, la capacidad para arrebatar ese poder de la oligarquía en las próximas elecciones?
GGJ: Es un comienzo. José Martí dijo: «hay momentos en que el pueblo está listo y no lo está el hombre y hay momentos en que el hombre está listo pero no lo está el pueblo». Martí es una de las figuras que ha analizado con más profundidad y seriedad el importante papel del líder. La izquierda confunde «el culto a la personalidad» con la necesaria presencia de un líder a la cabeza de toda organización política, económica o social y, sino, que me muestren un solo proceso político que no haya contado con un dirigente que encarne los anhelos de la colectividad. Pero ese tema será para otra oportunidad, pues da para una exposición muy larga…
Fernanda Sánchez Jaramillo es periodista, magíster en relaciones internacionales y sindicalista.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.