Causa gracia, por no decir hilaridad o risa, que desde la llamada izquierda, antiguos defensores acérrimos de la Constitución del 91, ahora con la crisis de la alcaldía de Bogotá o «el asunto Petro», acepten así sea a regañadientes que, este cuadernillo político con el que se metió de lleno a Colombia en el neo-liberalismo […]
Causa gracia, por no decir hilaridad o risa, que desde la llamada izquierda, antiguos defensores acérrimos de la Constitución del 91, ahora con la crisis de la alcaldía de Bogotá o «el asunto Petro», acepten así sea a regañadientes que, este cuadernillo político con el que se metió de lleno a Colombia en el neo-liberalismo genocida, se ha descuadernado definitivamente y constituye un «bumerang contra la democracia».
La constitución del 91 pactada entre el convicto y confeso neo-liberal Cesar Gaviria, el desarrollista Gómez Hurtado (calificado por alguien de izquierda como, «en aquel entonces la cabeza del sector progresista de las clases dominantes») y la coalición de guerrilleros derrotados y desmovilizados del M19 y del EPL aliado a Carlos Castaño; redactaron ese bodrio para la gobernanza, cuyo mayor logro, no ha sido el imperio de los derechos humanos allí consignados, sino el despojo neoliberal de 6 millones de campesinos, 200. 000 muertos políticos exterminados incluidos los 5.000 dirigentes de la Unión Patriótica, un 6% del PIB para el militarismo, y un permanente desbarajuste institucional que el director del Centro de Estudios Liberales llamó chuscamente «choque permanente de trenes»; como si en Colombia hubiese trenes.
Pero el velo que finalmente ha corrido la larga y sangrienta lucha de clases que se ha librado y aún se libra en Colombia, la que el bobo Gabrielito Silva en de su columna del diario español Planeta el Tiempo 12.01.2014 descubre como una novedad excepcional y exótica en nuestro país; no es tanto la «disfuncionalidad» de la Constitución del 91 anotada, como el concepto pervertido de democracia oligárquica vigente en Colombia : Esa entelequia metafísica liberal-conservadora con la cual se blindó la Oligarquía cipaya colombiana durante siglos para mantener dominados y alienados a los trabajadores colombianos y poder entregar el territorio patrio a potencias extranjeras (como en caso de Panamá etc) y realizar hasta la actualidad el genocidio impune contra ellos, iniciado con la masacre de 1928 en los campos de la United Fruit Company.
Dolor de cabeza le ha costado a Petro, entender que dentro de aquel esquema de participar en elecciones, salir elegido y administrarle los bienes al capital, en el cual él creyó poder estar sin que ni una gota de esa miel se le pegara; la Oligarquía cipaya colombiana sólo permite que sean sus propios cogollos o delfines certificados, quienes administren esos bienes los que por definición son propiedad privada o han sido privatizados bajo la norma constitucional del 91, que hoy le aplican.
Y más malestar le debe haber causado el haber entendido finalmente el famoso verso de Bertold Brecht o de Martin Niemöller sobre el fascismo: «Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé»…
….. El exterminio físico de hace 40 años contra los comunistas y demócratas y opositores al régimen; se continuó y se amplió hoy al exterminio político que le están aplicando a él, un hombre de centro, o la Liberal Piedad Córdova y que preparan contra el miembro del Polo Democrático Iván Cepeda, entre otros.
Sin embargo el Pueblo que como dijera Jorge Eliecer Gaitán «es superior a sus dirigentes», si ha captado plenamente el momento, este si excepcional, que se está viviendo actualmente en Colombia, especialmente en Bogotá, y ha salido como Constituyente Primario a defender en las plazas la democracia participativa y la paz. Es de esperarse que el Proceso Constituyente de movilización popular continúe hasta concluir en la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que coincida con la firma del pacto de la Habana para finalizar el conflicto armado colombiano.
Pero se necesita que los actuales dirigentes de la llamada Izquierda colombiana, tengan la pequeñez de entender el momento político en el que nos encontramos y depongan su grandeza de intereses, con miras a construir ese Frente Político de la Franja Democrática con un programa amplio que permita conformar un nuevo Gobierno Constituyente que cimente un país incluyente, digno, democrático, soberano y, en Paz. Léase bien: un Nuevo Gobierno Constituyente que….
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.