Siempre me ha causado honda inquietud la frase del general Clausewitz, «yo guio la mano de mi adversario», con la cual el genial estratega alemán trató de ilustrar una de las leyes que rige el fenómeno social de las guerras: A una acción militar mía, mi adversario responderá con otra de igual calidad o superior […]
Siempre me ha causado honda inquietud la frase del general Clausewitz, «yo guio la mano de mi adversario», con la cual el genial estratega alemán trató de ilustrar una de las leyes que rige el fenómeno social de las guerras: A una acción militar mía, mi adversario responderá con otra de igual calidad o superior y así, hasta los extremos.
En septiembre del 2010, cuando a raíz del aplastamiento mediante bombas inteligentes estadounidenses del jefe guerrillero Mono Jojoy; escribí el artículo de opinión «El cadáver ay siguió muriendo», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=114393 . En aquella fecha, aún no se sabía claramente lo que el periódico Washington Post publicó el 21.12.2013, sobre cómo la CIA usó clandestinamente y con fondos secretos estas bombas inteligentes y el satélite sin participación del ejército colombiano, reducido por mandato estadounidense únicamente a descender sobre el área bombardeada a rematar los heridos y recoger lámparas de Aladino, como sucedió en el caso de otro aplastamiento similar como el de Raúl Reyes.
Mi inquietud, ahora que he leído el informe del Washington Post ha aumentado. Sabíamos que el gobierno de EEUU y su brazo armado exterminador, estaba comprometido a fondo en una guerra contra todo lo que ellos catalogaron como «Terrorismo Global», sobre todo a partir del derrumbe de las torres gemelas de New York el 11/ Sept/ 2001. Lo que tampoco estaba muy claro, era que con ese catálogo arbitrario de organizaciones clasificadas como «terroristas», se había constituido para combatirlas con los mismos métodos, en un saco o costal ciego, en donde sin matices de ninguna clase se mezclaron diversas y múltiples organizaciones de muy distintas ideologías, religiones o conformaciones e historias nacionales; simplemente porque usaban lo que el conocido actor británico sir Peter Ustinov en una famosa frase lapidaria describió como «el terrorismo es una guerra de los pobres contra los ricos. La guerra es un terrorismo de los ricos contra los pobres». Ver webalia.com/peter-ustinov/gmx-tag27859.htm
Con el rasero empírico burdo de terroristas, sin mayor diferenciación o matiz teórico, ni ideológico, mezclando musulmanes, yihadistas, con guerrilleros comunistas ect, se inició una lucha sin cuartel y los mismos métodos de bombas inteligentes guidas en tiempo real por satélites, drones o aviones no tripulados, bombardeos terroríficos de arrasamiento y exterminio, y operaciones encubiertas con ayuda de agentes israelíes y británicos, sin mucho éxito ( hay que reconocerlo) en Afganistán, Irak y ahora lo sabemos, también en Colombia.
Cualquier persona sensata se preguntaría: ¿Qué tiene en común a organización musulmana militar de Al Qaeda, fundada, sostenida, financiada y apoyada por los servicios secretos de EEUU y las potencias coloniales europeas; con una guerrilla comunista de campesinos, indígenas, negros, trabajadores, artesanos y estudiantes colombianos, agredidos desde hace más de 70 años por los planes militares estadounidenses en Colombia como la muerte de JE Gaitán en 1948. La misión militar del general William Yarborough en 1959 que dio origen al terrorismo de Estado paramilitar actual. El Plan Latin American Security Operation (Laso) contra Marquetalia en 1964 que dio origen a las Farc y luego al ELN. El Instituto Lingüístico de Verano (ILV) en 1970, y luego todas las modalidades del Plan Colombia conocidas en los últimos 16 años? Sin embargo se usaron ( y se siguen usando) clandestinamente, ya lo sabemos, los mismos métodos de terror y exterminio para combatirlos sin discriminación ninguna, con el mismo olor a pentonita y los mismos «colateral damage» o daños colaterales, sobre la población civil .
Es decir, y esto es lo que causa mayor inquietud, ¿se considera a la insurgencia colombiana como una y los mismos forma más de Yihad musulmana, y se le guía su mano mediante bombardeos inteligentes por satélite para que escale su respuesta y se le pueda comparar mediáticamente con Al Qaeda, tal y como lo viene sugiriendo insistentemente desde hace varios meses el minguerra Pinzón con el fin de torpedear los diálogos de Paz de la Habana? ¿No es acaso imposición de Santos la de presionar los diálogos políticos de paz, con la guerra?
La estrategia contrainsurgente estadounidense para Colombia a pesar de las claridades arrojadas por el mentado informe del Washington Post, aún sigue y seguirá dando mucho qué pensar. De todas maneras me ratifico en lo que escribí hace ya 3 años largos, en el artículo arriba citado aquel 07 de septiembre del 2010:
…» Quien desvirtúa o degrada durante tanto tiempo el sentimiento de hostilidad ante un adversario, reconocido por todos los teóricos de la guerra como el motor de toda confrontación y lo reemplaza por el odio inhumano y las celebraciones mediáticas de la muerte como la que el mundo espantado acaba de ver en Colombia con el cadáver del jefe guerrillero Mono Jojoy; no puede reclamar ninguna superioridad moral ni ética.
Quien desde la cúpula de un Estado degrada una guerra social sobre el fundamento de hacerle el mayor daño posible a su enemigo interno, no puede esperar como respuesta nada diferente a daño posible.
Se debiera mejor recordar la recomendación que hacía insistentemente el general Clausewitz a su estado Mayor: «Yo guío la mano de mi adversario», o recordar también todos los terribles nombres de guerra de los rebeldes colombianos, quienes lo largo de esta historia de muerte han sido guiados hacia la Sangre-negra del odio y del Desquite, por la mano invisible de la guerra contrainsurgente y ahora geoestratégica estadounidense».
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.