Ante los terribles hechos sucedidos en Ceuta, urgen reflexiones sobre el fenómeno de la emigración africana en Europa desde los campos más diversos. A falta de análisis serios y rigurosos sobre el fenómeno en reportajes de investigación y de un debate en profundidad por parte de la sociedad civil y las instituciones públicas, el discurso […]
Ante los terribles hechos sucedidos en Ceuta, urgen reflexiones sobre el fenómeno de la emigración africana en Europa desde los campos más diversos. A falta de análisis serios y rigurosos sobre el fenómeno en reportajes de investigación y de un debate en profundidad por parte de la sociedad civil y las instituciones públicas, el discurso general en torno al fenómeno migratorio africano está formado principalmente por respuestas apasionadas en forma de artículos de opinión o en noticias apresuradas fruto de los más brutales acontecimientos de represión, expulsión o maltrato a emigrantes en su intento de llegar a territorio europeo.
En nuestro país, donde la emigración subsahariana es mucho más tardía que en países vecinos, los emigrantes alcanzan visibilidad en los medios de comunicación a través del drama de la llegada. El cruce de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla y el arribo de las pateras es sin duda una etapa determinante del «viaje a Europa» la cual alcanza sobreexposición frente tantos otros aspectos del fenómeno por su espectacularidad mediática. Con excepción de los horrores de la estancia en los CIES, el desinterés de la prensa por narrar y dar a conocer los momentos previos y posteriores de la llegada de africanos a España es lacerante. El espacio que ocupan en la parilla televisiva y en los contenidos de la prensa escrita es irrelevante, razón por la cual tenemos la obligación de acudir a otros medios audiovisuales para informarnos. El cine, por el dinero y el esfuerzo invertidos en cada proyecto y por su respuesta más lenta a los acontecimientos, favorece a la reflexión pausada de directores y audiencia. Además, gracias a la universalidad de su lenguaje, continúa siendo un medio ideal para acercarnos y comprender el fenómeno de la emigración. Con puntuales excepciones, los directores de cine de nuestro país no han sido capaces de meditar sobre la emigración en profundidad, centrándose en sus filmes de manera obsesiva en el cruce del estrecho, haciéndole el juego a la prensa general. La realidad de la emigración es compleja y de múltiples caras. Sobre su variabilidad histórica y contextual, su correlación directa con los vaivenes económicos propios del sistema capitalista extremo, la colonización y la esclavitud y, en gran medida, sobre cómo afecta la experiencia migratoria a hombres y mujeres de manera íntima y personal, se vienen ocupando directores africanos desde los años 60. A ellos hemos de recurrir para entender desde este lado del estrecho las motivaciones y los problemas que llevan a hombres y mujeres a lanzarse a la emigración. Con anterioridad a la década de los años sesenta, no se puede hablar con propiedad de «cines africanos», ya que las películas venían firmadas por occidentales y tanto los temas tratados como los sujetos representados no eran africanos. Con la creación de las naciones independientes verán la luz los «cines africanos», compuestos de obras hechas por africanos sobre temas y con sujetos africanos.
La realidad de la emigración será retratada en detalle a través de la mirada de los creadores africanos, voceros de sus conciudadanos y, en tantas ocasiones, testigos en carne propia de la necesidad de abandonar el país natal. La experiencia de la emigración económica o del exilio político es una constante en sus películas desde los trabajos de los pioneros y continúa presente en realizaciones contemporáneas. Del interés en el fenómeno es muestra La noire de… (1966), el primer largometraje del senegalés Sembène Ousman (1923-2007, considerado «padre del cine africano») sobre el viaje de trabajo de una joven de Dakar a Antibes, a donde emigra acompañando a la pareja francesa que la tenía contratada en Senegal. Se trata de una reflexión abierta sobre el racismo, la dificultad de integración y los prejuicios que encontrará la joven a su llegada a Europa. Estas terribles realidades la golpearán desde su llegada, borrando de golpe los sueños e idealizaciones sobre la vida en Occidente. Con las contraposiciones entre la vida de la joven africana y la de sus patrones y el dramático final de la protagonista se compele al público a cuestionar el sistema capitalista y neocolonial actual y sus efectos sobre la vida de sus principales víctimas: los emigrantes. La noire de… alcanzaría gran reconocimiento internacional y ganaría el Premio Jean Vigo a la mejor obra novel, abriendo camino a otros realizadores africanos, algunos de los cuales la seguirían muy de cerca en planteamiento y temática.
Si existe un autor que ha trabajado en profundidad y de manera crítica la realidad migratoria sirviéndose del medio cinematográfico es el mauritano Med Hondo (1936). Inclasificable y fecundo, su trabajo como director se caracteriza por una mezcla de tesón y lucha constantes, a las que se une su independencia creativa y un discurso crítico de izquierdas. Estas cualidades y sus consideraciones acerca de la actuación de Francia en la etapa colonial y en la actualidad, así como el tratamiento de temas comprometidos como el conflicto del Sáhara, el papel de la mujer en la historia anticolonial o la esclavitud, entre otros, le han valido en numerosas ocasiones la censura. Tanto en fases previas al rodaje como en el momento de distribución, la presión de los organismos franceses han dificultado su trabajo. Poniendo todo su empeño y patrimonio en cada proyecto ha ido creado un corpus de filmes único por su especificidad y capacidad para enfrentarse y desequilibrar el estatus quo.
Desde su primer largometraje de ficción Soleil Ô (1967), la emigración ocupa un lugar privilegiado. En este filme experimental y vanguardista expone la toma de conciencia política de un emigrante en Francia, analizando aspectos de candente actualidad hoy como la dependencia económica y política de África y sus ciudadanos; el racismo y la doble moral de los europeos; el olvido y desinterés de las instituciones hacia el emigrante y las luchas político-sociales que están en juego. Soleil Ô fue seleccionada para la Semana de la crítica en Cannes a pesar de su ridículo presupuesto, su modo artesanal de realización y su fuerte mensaje crítico de base marxista y anticolonial. Sin duda, su experimentación formal y exótica autoría ayudaron en su selección, además del clima propicio a finales de los 60 a manifestaciones artísticas de izquierda. En cualquier caso, su calidad sería ratificada un par de años después en el festival de Locarno con el Leopardo de Oro a la mejor película (1970).
Aún humeaban las brasas del mayor del 68 cuando Med Hondo empieza a filmar Les Bicots-Nègres: vos voisins (1974), una obra que se podría definir como la película manifiesto sobre la emigración en Francia en los años 70. Por la falta de medios económicos tardaría cuatro años en terminarla, rodándola durante los fines de semana. Didáctica en su planteamiento, el objetivo del director era el de «ser lo más fiel a la realidad de la emigración, discutir con los interesados y hacer un análisis explicando las razones de su situación». Las razones de su llegada y partida así como su motivaciones son aspectos que se tratan en la película usando una mezcla de ficción y documental donde el mensaje político es de una claridad pasmosa. Sus reflexiones son aplicables en buena parte a la realidad española actual por el desfase histórico de nuestro país como receptor de mano de obra y como proveedor de fuerza de trabajo cualificada al extranjero a raíz de la crisis económica. Cinta didáctica, humorística y vanguardista en su forma, es una de las pocas películas que, en su momento, tomaron a los emigrantes como tema central. A la creencia en el estado provisorio del emigrante Med Hondo opone el asentamiento definitivo en Europa, ahondando sobre sus efectos sobrevenidos: la creación de guetos, la incomprensión y negación de la identidad del otro, los problemas de integración social, laboral y emocional, así como las complicaciones ligadas al regreso al país de origen.
Desde estas obras inaugurales, muchísimos directores han seguido trabajando el tema de la emigración de manera directa o tangencial, tratando de dar respuesta a las contradicciones que entraña su propia experiencia personal en Europa. Acercarnos a ellos nos ayudará a comprender mejor las realidades diarias de aquellos hombres y mujeres africanos que se ven avocados a la emigración. Si algo definirá al siglo XXI dentro de la historia será, sin duda, el flujo migratorio de proporciones desconocidas. Una realidad similar no se puede silenciar ni amordazar, sino que debe ser entendida y analizada en detalle para evitar de una vez por todas sus dramas más terribles y sus injusticias. Con sus películas, Sembène Ousman, Med Hondo, Abderrahmane Sissako, Idrissa Ouedraogo o Jean-Marie Teno, entre otros, nos ayudan a comprender. Sólo hemos de tomarnos el tiempo de acercarnos a sus películas.
Películas ineludibles para adentrarse en la experiencia de la emigración africana.
Afrique-sur-Seine, Mamadou Sarr, Paulin S. Vieyra (1955).
La noire de…, Sembène Ousman (1966).
Soleil Ô, Med Hondo (1967).
Touki Bouki, Djibril Diop Mambety (1973).
Les Bicots-Nègres: vos voisins, Med Hondo (1974).
Octobre, Abderrahmane Sissako (1992).
Cri du coeur, Idrissa Ouedraogo (1994).
La Haine, Mathieu Kassovitz (1995).
Le Clandestin, Zeka Laplaine (1996).
Clando, Jean-Marie Teno (1996).
Heremakono/Esperando la felicidad, Abderrahmane Sissako (2002).
Le Havre, Aki Kaurismäki (2011).
La pirogue, Moussa Touré (2012).
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