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Chile, un país amnésico. ¿O no?

Fuentes: Rebelión

En una entrega anterior sosteníamos la tesis de que Chile era un país esquizofrénico al no reconocer sus déficits democráticos y de nivel de desarrollo, y por el contrario, pretender dar lecciones en ello al resto del mundo. Hoy nos ocupamos de otra patología que se ha hecho evidente cuando el equipo de Gobierno de […]

En una entrega anterior sosteníamos la tesis de que Chile era un país esquizofrénico al no reconocer sus déficits democráticos y de nivel de desarrollo, y por el contrario, pretender dar lecciones en ello al resto del mundo. Hoy nos ocupamos de otra patología que se ha hecho evidente cuando el equipo de Gobierno de la Sra. Bachelet asume sus funciones. Tal como en el Ensayo sobre la Ceguera Saramago nos relata la existencia de una sociedad donde todos se quedan ciegos, Chile está siendo aquejado de una amnesia en su clase dirigente, que espera se extienda a una amnesia colectiva. Difícil no hacer la analogía porque olvidar el pasado y perder la visión política es casi la misma cosa. La gran diferencia es que el amnésico no quiere olvidar pero olvida. El político de poca visión y oportunista olvida voluntariamente aunque sabe que no debe hacerlo.

El Programa de Gobierno, que es apoyado por el gran empresariado neoliberal, contradictoriamente prioriza la reforma educacional, la reforma tributaria y una nueva Constitución. Esta vez, indiscutiblemente se cuenta con la mayoría parlamentaria para apoyarlo, a menos que se continúe con la práctica histórica de los gobiernos de la Concertación, de negar que desaprovecharon las mayorías parlamentarias cuando dispusieron de ellas, tanto el primer periodo presidencial de Bachelet como en el de Lagos. La amnesia vuelve a surgir al pensar que se puede cumplir el Programa si no se hace una reforma tributaria verdadera y no se recuperan los recursos básicos para los chilenos. Tampoco se podrá cumplir a menos que haya una nueva Constitución verdaderamente democrática. Vale decir una Constitución que emane del pueblo soberano por medio de una Asamblea Constituyente, cuestión que el programa presidencial no contempla. Por otra parte, se requiere una amplia dosis de amnesia olvidar los graves antecedentes de algunos Ministros y Subsecretarios, en su gran mayoría, vinculados al sistema empresarial, e incompatibles con los postulados del Programa.

Amnésicos son aquellos que para justificar su participación en la Nueva Mayoría (Concertación mínimamente ampliada) aseguran que no es que apoyen incondicionalmente a esta coalición ganadora con los votos de la minoría del padrón electoral, sino que apoyan a su programa de gobierno. Un programa muy ambiguo, que recoge algunas consignas del movimiento ciudadano pero las vacía de contenido, lo que fácilmente permitirá pasar gato por liebre. Amnesia es también decir que se está de acuerdo con una nueva Constitución democrática como se lo pide la ciudadanía para luego ofrecer una constitución por la vía institucional, olvidando intencionalmente que el actual Parlamento es producto de una ley electoral antidemocrática consignada en la Constitución de la Dictadura, y que por consiguiente, no representa a la ciudadanía.

Lo que olvidan los partidarios de la Nueva Mayoría es que cuando la Concertación ganó sus primeras elecciones, dando término a la Dictadura, aunque de ninguna manera iniciando un periodo de democracia, a poco andar adoptaron la política de «en la medida de los posible» respecto al cumplimiento del Programa de Gobierno. Sus ideólogos confesaron que nunca hubo intención alguna de cumplir el programa electoral. Basta recordar, si la amnesia lo permite, las palabras de Edgardo Boeninger, el ex senador designado (no electo) Demócrata Cristiano, Ministro del primer gobierno de la Concertación. Siendo el principal ideólogo de la Transición, confesó en su obra Democracia en Chile (Editorial Andrés Bello, 1997) que el liderazgo de la Concertación desde su incepción había llegado a una convergencia ideológica con la derecha y que no tuvo la menor intención de cumplir con su programa de campaña. ¿Por qué habría de hacerlo ahora la Nueva Mayoría? ¿Porque la ciudadanía ya no teme protestar? La Concertación siempre supo poner oídos sordos a la demanda ciudadana y manipularla o bien reprimirla. Para eso apuestan a la amnesia colectiva.

A nadie le cabe la menor duda que la ciudadanía demanda activamente una educación universal, gratuita y de calidad y la propia Presidenta lo afirma. Sin embargo, designar como Ministro de Educación a Nicolás Eyzaguirre, el paladín del neoliberalismo, resulta contradictorio y constituye una verdadera provocación al movimiento estudiantil. Este Ministro no tuvo ningún conflicto ideológico al ejercer en dos oportunidades como funcionario del FMI, institución que imponía la privatización de la educación a los países endeudados, incluido Chile. Fue, además, Ministro de Hacienda durante el gobierno neoliberal de Ricardo Lagos, donde se destacó impulsando el Crédito con Aval del Estado para que las familias financiaran la educación de sus hijos. El nefasto resultado fue un endeudamiento insostenible para las familias, un gran negocio para la banca y un incentivo para el lucro en la educación. De la nada surgieron empresarios educacionales para aprovecharse de este sistema, entregándole al alumnado una educación sin ninguna garantía de calidad, al ser libres de regulación estatal. Algunos de los nuevos centros de estudio que se establecieron, fueron posteriormente clausurados por estafa al alumnado.

Para completar el panorama de las contradicciones entre lo que el nuevo gobierno aparenta comprometer en materia de educación y lo que demanda la ciudadanía, la Presidenta entreg ó el cargo de Subsecretaria de esa cartera a Claudia Peirano, quien tiene antecedentes de lucro en el sector al ser fundadora y socia de una empresa de asesorías educativas que prestaba servicios a familiares y correligionarios empresarios educativos. Consecuentemente, y resguardando sus propios intereses, antes de ser designada, la Sra. Peirano había declarado públicamente estar en desacuerdo con la gratuidad en la educación. La presión popular fue tan efectiva que la Presidenta hubo de designar una nueva Subsecretaria. El movimiento estudiantil ya ha advertido que se mantendrá vigilante y fortalecido por sus luchas compartidas con el movimiento sindical. Tampoco olvidan como los traicionó la Presidenta en su primer periodo. Sin ir más lejos, el mismo día de la toma de posesión los estudiantes realizaron su primer acto público de presión.

De suma gravedad resulta ser también lo ocurrido en las designaciones en el Ministerio de Defensa que no es más que una demostración de cómo la «familia militar» a la cual pertenece la Presidenta, continúa blindándose. Demuestra también el nivel de injerencia de las Fuerzas Armadas en la política con el objetivo de mantener el status quo garantizando la impunidad. No es sólo que el Ministro de Defensa Jorge Burgos en su anterior ejercicio como Senador haya prestado su voto de aprobación a la Ley que si bien por una parte establece una pequeñísima compensación monetaria a las víctimas de la tortura, por otra parte garantiza la impunidad absoluta a los torturadores. El Ministro, junto con la Presidenta, defendieron contra viento y marea la designación de la Subsecretaria, Carolina Echeverría, oficial reservista del Ejército, frente a una opinión pública escandalizada.

La Sra. Echeverría ha sido denunciada por la Asociación de Marinos Exonerados, por obstrucción a la justicia porque desprotegió a las víctimas de la Dictadura en su anterior cargo de Subsecretaria de la Marina y los presionó para abandonar sus demandas. La Presidenta, quien ejercía el cargo en su primer periodo, guardó silencio en aquella oportunidad, tras recibir la denuncia de estos hechos. La Sra. Echeverría se destacó también por la designación de un conocido victimario a un cargo público de alta visibilidad y por conflicto de intereses entre la empresa de su propiedad y su cargo respecto de las concesiones marítimas para la Central Termoeléctrica de Barrancones. Aunque se mantuvo firme, prolongadamente frente a las críticas, finalmente se vio obligada a renunciar antes de asumir. Se ahorra así el mal sabor de enfrentarse a las denuncias pendientes en contra de su padre por torturador, de las que a ella le habría correspondido hacerse cargo.

Se contaba también con la amnesia colectiva en buena parte de las designaciones restantes. La Ministra de Minería, Aurora Williams, ha sido cuestionada en su anterior rol de Administradora de la empresa operadora del Puerto de Antofagasta vinculada al grupo empresarial Luksic por utilizar resquicios legales para saltarse la consulta a la comunidad. Entre los Subsecretarios, el panorama no es mejor. El de Salud, antes de ser designado, afirmaba públicamente estar en contra del aborto, incluso el aborto terapéutico. El de Pesca afirmaba ser partidario de la pesca de arrastre de impactos inaceptables para los ecosistemas marinos y la pesca artesanal. El Bienes Nacionales había sido condenado por ofensas al pudor. El de Agricultura había estado complicado por una querella por estafa. Si bien los anteriores asumieron sus cargos, estos dos últimos renunciaron y fueron reemplazados antes de asumir. La designación de intendentes y gobernadores tampoco fue muy afortunada ya que incluyo individuos sumariados por posible mal uso de los recursos públicos.

Ante la inexistencia de oposición partidaria, afortunadamente, la amnesia no estaba presente en los movimientos sociales quienes denunciaron estos hechos y lograron presionar para provocar la baja de estos personajes. ¿Cuánto durará en su cargo el Ministro de Educación? ¿Cuánto podrán hacer los Ministros que están libres de sospecha estando insertos en un Ejecutivo que salvaguarda los intereses empresariales e imperiales? ¿Cuánto durara la unidad dentro de la heterogénea Nueva Mayoría, conseguido ya el objetivo electoral?

En un atisbo de memoria, se ha calificado a la Ceremonia de Transmisión del Mando como un momento histórico ya que la banda presidencial fue investida por la Presidenta del Senado, Senadora Isabel Allende, hija del mandatario asesinado en el Golpe de Estado de 1973, a la re-electa Presidenta Michelle Bachelet, hija de un General democrático, torturado y asesinado por sus propios compañeros de armas durante la Dictadura. «Nuestros padres estarían orgullosos» dijo la Presidenta. Olvida ella que ninguna de las dos ha dado muestras ni de la integridad política ni de la entrega incondicional a los intereses del pueblo de Chile que demostraron sus progenitores.

Combatir la amnesia es nuestra tarea colectiva. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.