A Yoel y a Sixto, entrañables poetas del SUR. Corre inevitable el rumor de que se avecina una peligrosa insurrección de creadores cubanos, y yo doy fe de que es cierto, va a ocurrir. Los hechos aquí narrados son parte de una verdad asombrosa y estremecedora. Todo acontecerá entre los días 4 y 8 de […]
A Yoel y a Sixto, entrañables poetas del SUR.
Corre inevitable el rumor de que se avecina una peligrosa insurrección de creadores cubanos, y yo doy fe de que es cierto, va a ocurrir. Los hechos aquí narrados son parte de una verdad asombrosa y estremecedora.
Todo acontecerá entre los días 4 y 8 de junio de este 2014 en Pilón, pueblito acurrucado entre las estribaciones de la Sierra Maestra y el mar Caribe. Hablo de la XXII edición del Festival Internacional Al Sur Está la Poesía. ¿Será acaso esta una de las formas en que se manipula políticamente el arte?
No lo creo, pero allí, desde hace casi 25 años, un pequeño grupo de poetas locales iniciaron una revolución dentro de la Revolución que cambiaría los destinos de los pobladores, convertirían la poesía en escudo contra la desidia, el mal gusto, la banalización consumista y, con ella al unísono, sembrarían un alud de espiritualidad que crecería con los años.
Con el empeño de los poetas: Alejandro Aguilar, Gustavo Ramírez, Grabiel Guerra, Sixto J. Rodríguez Arrechea, Nelson Gudín, Yoel Izaguirre Rosabal y Alexander Besú, estos dos últimos de Niquero, todos fundadores del Grupo Sur, se desarrolló el primer festival comunitario que fue en sus inicios municipal, transitando por su calidad a un evento de carácter provincial, nacional y finalmente internacional.
Se conspiró y realizó la idea, siempre con la ayuda de las diferentes instancias del Gobierno, del PCC, la Dirección de Cultura y Patrimonio, de la UNEAC, la Dirección Provincial del Libro y con el apoyo de los muchos amigos del grupo, entre los que vale reconocer a Alex Pauside, poeta de la vanguardia cubana, nacido en aquel lomerío que besa las aguas del azul Caribe.
Entonces llegó la poesía a las intrincadas comunidades, a los talleres, a los campos de cultivo, a las escuelas, al hospital, a la pequeña casa de abuelos, a las oficinas y a cada barrio del llano. A la sazón, los recitales poéticos y presentaciones de libros, las pequeñas ferias culturales, los bailes con música de órgano y repentistas y hasta los cuenteros, armaron el alma de la gente simple y le salvaban de la cotidianidad de un país bloqueado e imperfecto, donde la revolución era también poesía. ¿Será acaso esto una forma de jugar políticamente con el arte?
Mis compañeros de grupo a los que se sumaron Julio C Sánchez Guerra y Lázaro Gómez años más tarde, no todos son militantes, pero sí cubanos entrañables, amadores de su historia, de la poesía y su gente, francos y humildes; ellos hicieron levantar la ola de esperanza que ya no descansará jamás y que siempre será esperada cada año.
Con aquella lírica marea se alzaría una invitación que aceptaron poetas como: César López. Pablo Armando Fernández. Nancy Morejón, Alex Pausides, Aitana Alberti, Basilia Paspatamatiu, Waldo Leyva, Reynaldo García Blanco, Alpidio Alonso, Luis Carlos Suárez, Lucía Muñoz, Julio Sánchez Chang, Edel Morales, Juventina Soler, Aimara Aimerich, René Coyra, Ronel González, Luis Lexandel Pita, Omar Parada, José Luis Serrano, Israel Domínguez, Ian Rodríguez, Alejandro Ponce, Frank Castell, Sacha, Carlos Esquivel, María Liliana Celorrio, Tony Borrego, Rafael Vilches, entre muchos más que harían la lista interminable.
Y estos creadores, les aseguro, no venían a jugar políticamente con el arte, venían y vienen a llenarse de pueblo, a disentir en los acalorados y necesarios coloquios literarios y al intercambio imprescindible. Vienen y vendrán a ser parte de algo que es poco usual en el mundo mercantilizado de hoy, a regalar su arte desde el profundo compromiso del corazón del hombre.
Sea este testimonio de joven poeta, evidencia necesaria para reconocer que el verdadero arte es más que genialidad y delicadeza fina, si a la postre salva al hombre y lo aparta de lo que destruye y mata, si lo convierte en crítico reflexivo de su realidad y con ello le da las claves para conquistar el imprevisible futuro, aunque otros olviden el compromiso santo y ético del creador y, ciegos por pura voluntad, jueguen políticamente a simular el arte, si es que esta aberración es posible.
Perdone usted Padura pero el Grupo Sur cierra filas al lado de Guillermo Rodríguez Rivera y el cabalgar de Don Quijote.
Fuente: http://jovencuba.com/2014/05/20/peligrosa-insurreccion-de-creadores-en-cuba/