Señore(a)s Asesores, consultores y ex-funcionarios de Gobierno, Intelectuales y demás firmantes de la carta encabezada por Rudolfo Hommes. Compatriotas, hemos leído con atención su reciente comunicación, publicada en la Revista Semana el día 28 de mayo del año en curso. Al respecto lo siguiente: 1. Saludamos toda expresión de respaldo al proceso de diálogos que […]
Señore(a)s Asesores, consultores y ex-funcionarios de Gobierno, Intelectuales y demás firmantes de la carta encabezada por Rudolfo Hommes.
Compatriotas, hemos leído con atención su reciente comunicación, publicada en la Revista Semana el día 28 de mayo del año en curso. Al respecto lo siguiente:
1. Saludamos toda expresión de respaldo al proceso de diálogos que se adelanta entre las FARC y el Gobierno Nacional, así se produzca en el contexto electoral.
2. Compartimos con ustedes que «la paz constituye un derecho inalienable de todos los colombianos y es condición indispensable para el desarrollo sostenible e incluyente de una sociedad democrática»; hemos venido sosteniendo, además, que siendo la paz un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento, su búsqueda requiere erigirse en política y propósito de Estado.
3. Los importantes avances obtenidos hasta ahora en el proceso, y que se han expresado en la elaboración de tres acuerdos parciales, son el resultado del trabajo serio, diligente y comprometido no de una, sino de las dos Delegaciones. De nuestra parte, ello ha quedado demostrado en las 250 propuestas mínimas que hemos presentado formalmente, con suficientes argumentaciones en la Mesa, a lo cual se suma un conjunto abultado de iniciativas, que en paralelo han ido abriendo camino a los puntos de la Agenda que están por desarrollarse.
4. Para abordar cada punto siempre hemos actuado entregando con antelación a los debates, visiones globales de los temas y soluciones específicas que tenemos el cuidado de construir a partir de las iniciativas que las comunidades han dejado sentadas en sus foros y otros espacios de participación.
5. Como constante y pensando en contribuir a aclimatar de mejor manera los diálogos, dando un paso adelante en brindar iniciativas que pongan fin al sufrimiento que produce la guerra entre la población, hemos propuesto el cese bilateral de fuegos, sin encontrar respuesta favorable del Gobierno. Aun así, por tres ocasiones decretamos ceses unilaterales, que nunca exigieron ni encontraron gesto de reciprocidad.
6. Si el proceso contara con la más amplia participación de la sociedad y tuvieran mayor publicidad sus evidentes avances, existirían mayores elementos de juicio para una opinión más informada, evitándose así instrumentalizaciones de conveniencia electoral. Esta ha sido una posición que las FARC-EP han tenido y hecho pública desde el inicio de las conversaciones, y ella inspira cada declaración política que hacemos en función no de «entorpecer la negociación» sino de brindar elementos de análisis a la opinión pública que ustedes mismos consideran carente de información suficiente relacionada con los diálogos.
7. Es natural y absolutamente legítimo que como actores de la vida nacional, nos reservemos el derecho a hacer pronunciamientos sobre el acontecer diario; ellos son inherentes al carácter político-militar de nuestra organización y han hecho parte de nuestra política a lo largo de cincuenta años de existencia, más en un escenario como el colombiano, que está sometido a una permanente y pertinaz guerra mediática de desinformación que fortalecen la hegemonía del pensamiento y la hegemonía cultural en general, definiendo los parámetros de lo que se considera el lenguaje «políticamente correcto» y la práctica política «admisible y tolerable».
8. Todo intelectual crítico debe actuar con integridad política y personal, que implica independencia o equilibrio al menos, antes de emitir juicios, que de una u otra forma descalifican o colocan a una de las partes como responsable de las falencias que pudiera tener un complejo proceso de paz como el que ahora se desarrolla entre el gobierno colombiano y la insurgencia. Y en esto no se puede pasar por alto, que nadie que realmente tenga sentido de patria, podría comulgar con una falsa idea de «paz» cuya acepción se ciña a los parámetros de la «democracia gobernable» o de la neutralidad cómplice del statu quo.
9. Los llamamos a no cesar en su empeño de apoyar este proceso de tanta importancia para el futuro de nuestro país y de sus generaciones futuras, independientemente de los resultados electorales. El horror de la guerra debe terminar. Colombia merece esa oportunidad histórica y a ese objetivo nos hemos entregado de manera plena y transparente, de lo que se deriva que si ha de hablarse de exigencias de celeridad y demostración de compromisos verdaderos con la paz mediante hechos claros, la sindéresis indica que estas deben elevarse a quienes tienen el poder de generar las transformaciones estructurales urgentes que requiere el país, para salir de la miseria y la desigualdad que lo abaten y que guardan en su seno las causas de la confrontación que nos desangra.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP.