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Can Vies y la Gran Novela de Barcelona

Fuentes: Diagonal

En Ciudades rebeldes, David Harvey suelta una pulla que merece no pasar desapercibida: «Reivindicar el derecho a la ciudad supone, de hecho, reclamar el derecho a algo que ya no existe (si es que alguna vez existió en realidad)». ¿Cómo puede una ciudad dejar de existir o, peor aún, no haber existido nunca? Toda ciudad […]

En Ciudades rebeldes, David Harvey suelta una pulla que merece no pasar desapercibida: «Reivindicar el derecho a la ciudad supone, de hecho, reclamar el derecho a algo que ya no existe (si es que alguna vez existió en realidad)». ¿Cómo puede una ciudad dejar de existir o, peor aún, no haber existido nunca?

Toda ciudad se proyecta en un complejo juego cruzado de símbolos, planos y narraciones. Hay en ella un cartesianismo, una geometría cuya nitidez la eleva a la categoría de eso que Lefebvre llamó el espacio abstracto. Férreo y etéreo, en él la ciudad es la Ley. La ciudad es también la ensoñación de sí misma. Una fantasía que requiere de una ambiciosa ficción narrativa que encauce las pulsiones y proponga un escenario referencial por el que dicha ciudad se vea a sí misma. Otorgarse la plenipotencialidad del relato. De la Gran Novela.

Las costuras de la Gran Novela de Barcelona estallaron cuando las administraciones decidieron que, en lugar de tener su Gran Novela (burguesa, charni, canalla…), Barcelona misma sería una ficción perfectamente novelada y disponible en cómodas entregas para el recreo de los millones de lectores que cada año pasarían, convenientemente adiestrados, sus páginas. La mejor manera que encontraron de capitalizar la ciudad fue que ésta dejara de existir fuera de los catálogos y las guías.

Mientras la evidencia real de la ciudad se reducía a su desertización pública, su banalización turística y a su rendición a las élites extractivas, Barcelona fue perdiendo lectores entre sus propios ciudadanos. En la base lectora de esta Novela ya no queda casi nadie capaz de digerir un párrafo más sin sentirse engañado, como el lector que constata, al avanzar por el best seller de turno, que el autor le ha tomado por idiota.

La mecha de este despropósito prendió con el desalojo de Can Vies, en Sants, si bien llevaba tiempo preparada. El #EfecteCanVies no ha sido sólo el arrebato ciudadano frente a políticas despóticas de las administraciones y la impunidad represora de unas fuerzas policiales sociópatas. El #EfecteCanVies ha sido el carpetazo de mucha gente a una trama que, confundida con lo real, ya no es capaz de sustentar ninguna de sus piruetas argumentales. Ha sido el clamor ignífugo de una narratividad común destinada a cortocircuitar lo que la ciudad había intentado perpetuar con sus aparatos discursivos y punitivos.

La Gran Novela de Barcelona ha sido aniquilada y con ella quién sabe si también la fantasía de que en algún momento esta ciudad había llegado a existir. Lo único que sabemos es que Barcelona tendrá que ser (y ya está siendo) reescrita por otros autores.