Recomiendo:
0

La desaceleración de la economía chilena

Fuentes: Punto Final

Desde fines de 2013, los distintos indicadores económicos de Chile se han situando por debajo de las expectativas de los analistas. El pobre desempeño de la economía ha configurado así, un escenario de desaceleración. Las promesas del gobierno de que la economía retomaría la senda de un crecimiento vigoroso en la última parte del año […]

Desde fines de 2013, los distintos indicadores económicos de Chile se han situando por debajo de las expectativas de los analistas. El pobre desempeño de la economía ha configurado así, un escenario de desaceleración. Las promesas del gobierno de que la economía retomaría la senda de un crecimiento vigoroso en la última parte del año parecen cada vez más alejadas de la realidad. Por el contrario, la evidencia indica más bien que estaríamos situados en un periodo de   «crecimiento ralentizado» más o menos largo.

Lo distintivo de la actual desaceleración, que augura que será algo más que un episodio pasajero, está en la caída de la inversión. Posteriores a esta caída han seguido disminuciones en el gasto de los hogares, especialmente en bienes durables, y el estancamiento de las cifras de empleo y salarios.

A comienzos de año la importación de bienes de capital anotaba caídas del orden del 20%. Estas señales son particularmente clarificadoras en el contexto de la economía chilena, ya que dada la ausencia de una industria productora de bienes de capital, la inversión y el proceso de ampliación de la capacidad productiva toman necesariamente la forma de importación de este tipo de bienes. De ahí que estas cifras avisaban acerca del estado real de la economía y las características que tomaría la desaceleración en los siguientes meses.

La caída de la inversión no solo tiene efectos en el desempeño coyuntural de la economía, sino que también en el mediano y largo plazo. En su Informe de política monetaria, de septiembre, el Banco Central estimaba que el crecimiento de la economía en el mediano plazo se ubicaría en el rango de 4 y 4,5%, inferior al estimado en ocasiones anteriores. Una de las causas de esta baja estaría precisamente en el menor crecimiento que experimentaría el parque total de maquinaria, equipos y construcciones, 4,5 versus 5,8% que promedió en los últimos cinco años.

Entre las causas de esta caída se encuentra el fin del ciclo de proyectos de la gran minería, cuyo alto componente de construcción ayudó a generar importantes encadenamientos productivos con el resto de la economía, con fuertes impactos en el empleo y en los salarios de las demás actividades. A esto vino a sumarse, en el último tiempo, el encarecimiento de los bienes de capital fruto de la depreciación del peso.

GANANCIAS DEL CAPITAL Y SUS IMPACTOS EN LA ACTIVIDAD ECONOMICA

Sin embargo, el fin del ciclo de los grandes proyectos mineros no aparece como la única causa de la actual situación de la inversión. Esta se debe también a un deterioro general de la rentabilidad del capital.

Esto explicaría porqué el capital, una vez agotado el auge internacional de las materias primas, no ha podido seguir impulsando el crecimiento por la vía de un redireccionamiento del proceso de acumulación hacia otras esferas productivas. Para ello requeriría encontrar esferas que gocen de rentabilidades tan atractivas como las de la minería, que posean una escala de producción tan grande como ésta para absorber importantes montos de inversión y que, además, generen encadenamientos con el resto de las ramas de la economía.

Es difícil encontrar algún sector económico que hoy cumpla con estas condiciones, en donde el deterioro que ha sufrido la rentabilidad del capital en el último tiempo aparece como elemento clave.

De acuerdo a la Superintendencia de Valores y Seguros, aquellas compañías cuyas acciones integran el principal índice accionario de la Bolsa de Santiago, el IPSA, mostraron en el primer semestre de este año un incremento de utilidades del orden del 11% respecto al mismo periodo del año anterior. Sin embargo, este incremento se explicó principalmente por las ganancias obtenidas por la banca, la cual se ha visto beneficiada por el aumento de la inflación durante la primera mitad del año.

Al excluir las utilidades de los bancos, correspondientes en gran medida a meras transferencias entre deudores y acreedores y no en estricto rigor a nuevo valor generado en el proceso productivo, el cuadro cambia significativamente. Se observa que el total de ganancias de las empresas no pertenecientes al sector bancario se ha estancado.

Las cifras del segundo semestre seguirían esta misma tendencia. Según una estimación de LarraínVial en base a 20 empresas con mayor presencia en el IPSA, en el tercer trimestre de este año las ganancias antes del pago de intereses e impuestos (Ebitda) retrocederían en un 4% con respecto a igual periodo de 2013. Entre los sectores que registrarían caídas están el minero con un 34%, las aerolíneas con 15% y el comercio minorista con 11%. En tanto que el sector energético y la industria de alimentos se desmarcarían de la tendencia.

El leitmotiv de la producción capitalista es la obtención de ganancias, por lo que cualquier deterioro en este aspecto repercute negativamente sobre la actividad económica. Nada ni nadie puede, so pena de romper las reglas del juego capitalistas, obligar a las empresas a invertir cuando las perspectivas de rentabilidad no son satisfactorias. De ahí que estas señales sirvan de «termómetro» de lo que pasará en la economía en los próximos meses.

PANORAMA POLITICO-SOCIAL

Ante tal escenario, el gobierno, junto al gran empresariado, se ha apresurado a efectuar una serie de reuniones para afinar una agenda proinversión, que permita destrabar una serie de proyectos. Por el lado del gobierno han participado los equipos de los ministerios de Hacienda y Economía. Mientras que por la patronal han negociado los representantes de los gremios más tradicionales, con la Confederación de la Producción y del Comercio a la cabeza.

Es la respuesta que la burguesía comienza a delinear para salir del escenario que se ha configurado después del fin de la bonanza del cobre, cuya repetición resulta difícil. El capitalismo chileno aún tiene que resolver problemas pendientes del ciclo anterior (como los costos de la energía), necesita válvulas de escape que le permitan asegurar la disciplina de la fuerza de trabajo, una rentabilidad aceptable según sus estándares y el consenso de la población. Esto porque aquellos mecanismos que le permitieron sostener altas tasas de crecimiento, bajas tasas de desocupación, elevadas rentabilidades y una integración de amplias franjas de población vía consumo y endeudamiento de los hogares, están agotados.

La respuesta en la vereda opuesta no parece estar clara. Los movimientos sociales evidencian un claro estado de reflujo. Parecen haber quedado desorientados ante la transformación de algunos de sus representantes en los administradores de turno del modelo. Las consecuencias más inmediatas de esto ha sido la desmovilización ante los cantos de sirena del gobierno, por una parte, y la «gremia ­ lización» de las demandas, por otra.

 

Publicado en «Punto Final», edición Nº 817, 14 de noviembre, 2014

[email protected]

www.puntofinal.cl