Lo primero que hizo Nicolás Eyzaguirre cuando fue designado ministro de Educación fue visitar la sede del Colegio de Profesores, gesto que fue interpretado como una señal de que la opinión de los maestros empezaría a ser considerada. En aquella oportunidad, Eyzaguirre escuchó las cuestiones que estaban pendientes desde hacía tiempo. Por ejemplo, la deuda […]
Lo primero que hizo Nicolás Eyzaguirre cuando fue designado ministro de Educación fue visitar la sede del Colegio de Profesores, gesto que fue interpretado como una señal de que la opinión de los maestros empezaría a ser considerada.
En aquella oportunidad, Eyzaguirre escuchó las cuestiones que estaban pendientes desde hacía tiempo. Por ejemplo, la deuda histórica, tema que corre por las venas de los profesores. Se agregaron los relacionados con estabilidad laboral, el retiro de profesores en edad de jubilar y otros asuntos que pasaron a llamarse la «agenda corta», o sea las demandas más acuciantes. La agenda larga seguían siendo la carrera profesional docente, la desmunicipalización, el fin del lucro, la selección y el copago.
En su Mensaje al país el 21 de mayo, la presidenta Michelle Bachelet destacó que los profesores no solo serían escuchados, sino que se convertirían en actores relevantes de la nueva institucionalidad educacional.
MESAS COJAS
Sin embargo, la mesa de diálogo para enfrentar las demandas del magisterio demoró en constituirse y cuando lo hizo, no hubo la esperada negociación. Los funcionarios del Mineduc escucharon lo que planteaban los dirigentes del Colegio sin que se acordara absolutamente nada.
El 6 de junio, la Asamblea Nacional del Colegio de Profesores rechazó el proyecto de ley sobre fin del lucro, copago y selección de alumnos por considerarlo una iniciativa insuficiente. La Asamblea también repudió la negativa del gobierno a solucionar la agenda corta y se convocó a un paro nacional para el 25 de junio, que logró gran convocatoria.
Luego de esa movilización, se convocó nuevamente a una mesa de diálogo para buscar solución a los temas largamente postergados. El Colegio recibió una propuesta de protocolo de acuerdo, se sometió a una consulta nacional el 19 de agosto. Cerca del 70% de los profesores la rechazó. La directiva del gremio, encabezada por Jaime Gajardo, profesor comunista, quedó descolocada y sin horizontes. En ese clima se escucharon las primeras voces de protesta por la conducción del gremio. Desde regiones comenzaron a exigir soluciones concretas. Tres comunales iniciaron movilizaciones. Primero, Los Angeles, a la que se sumaron Tomé y Chiguayante.
DEL TELEFONAZO A LA REBELION
Así, sin un horizonte claro, se retoma la mesa de negociación pero sin ninguna respuesta del gobierno. El ministro Eyzaguirre -y numerosa comitiva- había viajado a Finlandia para conocer la educación de ese país. El presidente del Colegio estaba invitado a ese viaje pero declinó la oferta. Así se llega a la asamblea del 7 de noviembre. En ella Gajardo informa que le han hecho llegar una solución a dos de los cinco puntos de la agenda corta por vía telefónica de una «alta autoridad del Ministerio de Educación». Entonces, ardió Troya. Con un tumulto que demoró el inicio la asamblea por la irrupción de numerosos profesores, comenzó la tensa reunión. No obstante, la mayoría que apoya a Fajardo aprobó la oferta telefónica por 113 votos contra 58 y 12 abstenciones.
Pero ya los ánimos de los profesores de base estaban caldeados. A los tres comunales en paro y movilizados se suman otros, hasta llegar el 14 de noviembre a ciento veinte comunales paralizados.
El movimiento rebelde -o la «disidencia» como se ha dado en llamar- comienza a articularse de manera espontánea a lo largo del país. Resulta notoria la irrupción de profesores jóvenes, muchos de ellos no colegiados.
Los dirigentes nacionales disidentes, entretanto, no aparecen liderando la rebeldía de los profesores de base y, a pesar de coincidir en los planteamientos de los profesores movilizados y autonomizados, se cuidan de no autoasignarse el liderazgo del movimiento.
El 10 de noviembre la subsecretaria de Educación, Valentina Quiroga, hace entrega a la directiva del Colegio de un «Acta de reunión de trabajo», con un calendario de reuniones para abordar la propuesta de carrera profesional docente. También se hace mención a una indicación sustitutiva respecto de la titularidad de los profesores a contrata, y del proyecto de ley para un «bono de incentivo al retiro», que serían los dos puntos del supuesto telefonazo a Gajardo.
Pero en la siguiente reunión de la mesa, el dirigente disidente Darío Vásquez, secretario general del Colegio, exige que se traten los puntos de la agenda corta por cuanto no se podía obviar la rebelión de los profesores que ya se extendía por todo el país, afectando incluso a regionales dirigidos por el sector afín a Gajardo, como Bío Bío. Jaime Veas, asesor del Mineduc para la vinculación con el Colegio, se resiste señalando que estos dos puntos ya habían sido acordados por el equipo que él y Gajardo encabezan. Vásquez exigió aclarar esta situación por cuanto él no sabía de ese acuerdo. ¿Entonces, existió el telefonazo, realmente? Es algo que permanece en penumbras.
SE QUIEBRA LA MESA COJA
La delegación del Mineduc informa que en esas condiciones no podían seguir las conversaciones. Entretanto, en la Alameda trescientos profesores de la Región de O’Higgins hacían notar a gritos su descontento, y las comunas en paro habían aumentado a ciento cuarenta.
Cerrados los caminos y con un profesorado de base en rebeldía, la conducción del gremio optó por un camino seguro: citar a una reunión del directorio nacional y los presidentes de los regionales para el día 15 de noviembre.
La disidencia intentó instalar tres puntos: hacerse cargo del aumento de comunas en paro, llamar a un paro nacional y considerar una consulta nacional para que los profesores dijeran la última palabra. Nada de eso fue aceptado por la mayoría que dirige el Colegio. De los 26 dirigentes en esa reunión, 15 aprobaron la oferta del Mineduc y 11 la rechazaron. Pero ese acuerdo tampoco fue aceptado por los profesores rebeldes. Los comunales alzados aumentaron a ciento sesenta. En las capitales de regiones se sucedían las marchas que copaban las calles, carreteras y puentes, y en la capital comenzaban las escaramuzas con Carabineros. Ya había profesores detenidos.
En los hechos, la rebelión de los profesores desconoce la institucionalidad gremial. Se multiplican las voces que piden la renuncia de Jaime Gajardo, lo que es apoyado por Darío Vásquez, quien le pide dar un paso a un costado porque su presencia es un obstáculo para encontrar una solución.
En las redes sociales comienza a circular un video de profesores conocidos que apoyan a los maestros movilizados. La presidenta de la CUT y también dirigente nacional del Colegio, Bárbara Figueroa, critica duramente a los profesores movilizados, tildando la movilización como violenta e inorgánica. Al otro día es funada en la calle por airados profesores de Maipú.
LA REBELION CONTINUA
El movimiento de los profesores rebeldes está lejos de amainar. Quizás es la primera vez en la historia del gremio que tantos profesores se movilizan sin la participación de su presidente. El 21 de noviembre 25 mil profesores marcharon por la Alameda exigiendo claridad en la conducción.
Muchas voces se levantan rechazando el acuerdo, aunque trae mejoras. De hecho, por primera vez se reconoce la deuda histórica y se compromete formar una comisión para buscar solucionarla. Habrá que esperar el resultado de la consulta nacional que se acordó en el equipo que negoció la última propuesta con el gobierno. Y como sea que se resuelva, va quedando en claro que el avance será producto de la lucha de los profesores rebeldes y no de la gestión de la institucionalidad magisterial.
Los profesores, especialmente los jóvenes, parecen haber descubierto que es más útil la pelea decidida y autónoma, que la confianza en una institucionalidad a la que le cuesta moverse por su dependencia del gobierno y de los partidos políticos.
La teoría de «un pie en la calle y otro en el gobierno» parece que en el caso de los profesores no funciona.
————————-
RECUADRO
Las fuerzas rivales
El directorio nacional del Colegio de Profesores tiene once directores que en lo político se reparten de la siguiente manera:
Nueva Mayoría : dos dirigentes del PC: Jaime Gajardo y Bárbara Figueroa; dos socialistas, Juan Soto y Ligia Gallegos, y un radical, Sergio Gajardo.
Derecha : Verónica Monsalve, RN, que vota sistemáticamente con el bloque de conducción.
La disidencia por su parte se configura así:
Fuerza Social y Democrática : Darío Vásquez, Guido Reyes y Gustavo Méndez.
Partido Radical : Francisco Seguel, líder del Frente Radical de Trabajadores de la Educación (Frate).
Partido Humanista : Mario Aguilar, líder del movimiento Refundación.
Un nuevo actor ha tomado impulso en el profesorado: el Movimiento por la Unidad Docente (MUD). Tiene presencia en Concepción, Chiguayante, Puerto Montt, Santiago, Pucón y Ancud. Una de sus características es estar constituido en su mayoría por profesores jóvenes. Su vocero es Eduardo González.
Publicado en «Punto Final», edición Nº 818, 28 de noviembre, 2014