Gabriel García Márquez decía que «todos tenemos tres vidas: una vida pública, una vida privada y una vida secreta». A raíz del internet, con el surgimiento de aparatos inteligentes y con las redes sociales, hoy podríamos decir que todos tenemos una vida virtual. El internet es como la tarjeta de memoria de la Comunidad de […]
Gabriel García Márquez decía que «todos tenemos tres vidas: una vida pública, una vida privada y una vida secreta». A raíz del internet, con el surgimiento de aparatos inteligentes y con las redes sociales, hoy podríamos decir que todos tenemos una vida virtual.
El internet es como la tarjeta de memoria de la Comunidad de Inteligencia (IC por sus siglas en inglés). Se dice que la IC es quien tiene el control total de toda la información que fluye cada segundo por medio de todos los dispositivos inteligentes. Tienen en su posesión algo así como el almacenamiento infinito de absolutamente toda la información de toda aquella persona que, sin importar su ubicación geográfica en el planeta, haya tocado una computadora, un teléfono, una laptop, una tableta… Como lo señala Edward Joseph Snowden: «La National Security Agency (NSA) con tu teléfono sabe quién eres, qué haces, con quién estás, y qué has hecho en el pasado».
Todas y cada una de las palabras que alguna vez has tecleado en cualquier aparato inteligente, hasta la última coma, siguen intactas en algún lugar que sólo quienes trabajan para la IC conocen; tu historial de búsquedas en google, tu historial de compras online, aunque las hayas ‘borrado’, esa información no irá a ninguna parte, aunque según tú ya enviaste uno que otro video al canasto de basura, la IC tiene una copia indestructible que jamás se borrará. En otras palabras, mandar datos a la basura desde tu computadora sólo significa que esos datos desaparecen para ti pero, obviamente, no para la IC.
Si estás leyendo esta nota desde algún dispositivo inteligente, asegúrate de poner tu mejor pose ya que de ser un blanco de la IC, ya sea porque eres ‘sospechoso’ de algo o simplemente porque así les da la gana, podrán ver a detalle no sólo todos los movimientos de tu rostro sino cada detalle de tu vida pública, de tu vida privada, de tu vida ‘secreta’ y de tu vida virtual.
Hoy, no faltarán quienes argumenten que la invasión a la privacidad de millones de personas por medio del espionaje no nos afecta, dirán que «el que nada debe nada teme», cierto, sólo que esto es más bien una cuestión de libertades básicas de todas las personas. Es una cuestión de que todos tienen derecho a la privacidad y, al mismo tiempo, nadie (ni siquiera el imperio más poderoso del mundo) debería de tener el derecho a invadir la vida privada de nadie.
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