«vivan los estudiantes», Violeta Parra. «la necesidad se expresa a través del accidente», Hegel. En los 70s, los Chicago boys «marketearon» el modelo neoliberal chileno como el «milagro» ( 1990 al 2017 El PIB per cápita pasó de $4.500 a $23.500), que iba a resolver los problemas de todxs lxs jóvenes y trabajadorxs latinoamericanos. […]
«vivan los estudiantes»,
Violeta Parra.
«la necesidad se expresa a través del accidente»,
Hegel.
En los 70s, los Chicago boys «marketearon» el modelo neoliberal chileno como el «milagro» ( 1990 al 2017 El PIB per cápita pasó de $4.500 a $23.500), que iba a resolver los problemas de todxs lxs jóvenes y trabajadorxs latinoamericanos. No obstante, el Estado de emergencia decretado por el presidente y multimillonario Sebastián Piñera, contra la rebelión popular, demuestra todo lo contrario. Con el toque de queda, el mandatario, le echó más leña al fuego de la sublevación social. En Chile, estamos asistiendo a un escenario destituyente del régimen político económico (heredado del pinochetismo), con el desarrollo de una crisis revolucionaria que podría llegar a plantear la destitución de Piñera. Y es que como dicen en las arengas, «no son 30 pesos son 30 años» de neoliberalismo que finalmente lo único que produjo es más pobreza (según la fundación Sol, para el 2017, la pobreza pasó de un 8,6 % a un 29,4 %; y siendo el salario mínimo 400 000 pesos, a la mitad de jubilados les dan una pensión de 170 000).
Y no es para menos. La crisis capitalista mundial ha «golpeado» a todos los países del continente produciendo la caída de la demanda de materia prima, y, por ende, del crecimiento de las economías. Es así como el FMI extorsiona a los gobiernos exigiéndoles planes de ajuste antipopulares a cambio de seguir siendo sujetos de crédito.
Argentina en default (deuda del 100% del PBI). Brasil convulsionado con ingentes protestas sociales. En Ecuador, el presidente Lenin Moreno tuvo que retroceder, derogando el DS 803 frente a una rebelión que amenazaba con derrocarlo. Antes, en Puerto Rico, renunció el alcalde pro yanqui Roselló por una mezcla de corrupción y bancarrota económica. Haití, está pasando por un levantamiento popular desde hace más de un mes. Y en el caso de Chile, el crecimiento cayó al 1.9% del PBI con tendencia decreciente.
Por estas razones, The Financial Times, acaba de señalar que Piñera es un «lame duck» (21/10). Por su lado, The Economist, redactó, «…La respuesta del gobierno fue inepta. Un día después del alza de la tarifa, el Ministro de Economía, Juan A. Fontaine, sugirió que los trabajadores deberían levantarse más temprano para evitar pagar tarifas elevadas…En el 2017, el ingreso de los más ricos fue 39.1 veces más que el de los pobres, de acuerdo al Ministerio de Desarrollo. Eso es más de 30.8 veces que en el 2006. Mitad de chilenos ganan menos de 400 000 pesos al mes…», (20/10/19).
Y en efecto, el desenvolvimiento del presidente ha sido muy errático. Como si viviera en una burbuja, primero declaró que Chile era un «oasis» en el orbe, para luego declarar «que está en guerra contra un movimiento criminal poderoso», para finalmente dar un mensaje a la nación «pidiendo perdón» a la población; mientras que el Gral. Iturriaga, declaró, «que él está feliz y que no hay guerra», expresando las contradicciones en las alturas.
Y es que la política represora de Piñera al mandar a los militares para imponer la «gobernabilidad burguesa», logró todo lo contrario: Una mayor ira y rebelión popular. Decenas de miles de trabajadorxs chilenos fueron asesinados por la dictadura militar pinochetista en los 70s. Los comunistas y socialistas fueron víctimas de la misma. A la revuelta secundaria se han sumado los portuarios, jubilados, mineros de La Escondida (la más importante mundialmente en producción de cobre), mujeres, anarquistas, etc. Y en las jornadas de lucha del día miércoles 23, algunos analistas, calculan que hubo más de un millón de personas.
Esta cuestión se explica por el paso atrás del gobierno al «suspender» el alza del pasaje del Metro y plantear algunas concesiones mínimas al pueblo, que ha potenciado más al movimiento contestatario, desarrollando, por un lado, una agenda propia : levantamiento del Estado de emergencia y del toque de queda (más de 18 muertos, más de 600 heridos y 1.500 detenid os) y que se vaya Piñera, y por otro, una articulación superior a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), denominada la Mesa de Unidad Social (MUS), que está convocando a varias jornadas de lucha, y a la huelga general para imponer sus demandas.
«Piñera arrastra al país a una grave confrontación y al declarar el estado de emergencia ha profundizado una crisis social y de gobernabilidad sin precedentes en la historia de Chile», declaró la vocera de la MUS (El Mostrador, 23/10/19). Y no es para menos. En otras palabras, las masas han desafiado el Estado de emergencia y han comenzado a tomar el destino en sus propias manos. Es un movimiento inspirador para toda Latinoamérica. Lo que estamos observando en la rebelión chilena es el proceso molecular de la rebelión social. Décadas de ajustes y más ajustes contra el pueblo, ahora han tenido una respuesta masiva como si fuera un terremoto social. Y todo comenzó por el abuso del alza de pasajes del Metro. «la necesidad se expresa a través del accidente», decía el filósofo Hegel.
El gobierno, en su desesperación, llama al diálogo a los partidos políticos de derecha e izquierda, pero la MUS a denunciando que, «la lucha también es contra ellos». Y es que el pueblo rebelde ha comprendido que los llamados al diálogo de Piñera son solo palabrerías para que se replieguen y engañarlos denuevo.
Finalmente, la demanda de la renuncia de Piñera es la clave de la crisis política. El régimen político pinochetista tratara de sostenerse de mil formas. Apelará a las maniobras y los partidos que tengan cierta credibilidad (como la centroizquierda), «el diálogo y la paz», a la vez que reprime y realiza operaciones de detención selectiva de los dirigentes populares como viene sucediendo. No obstante, al parecer, el movimiento está desarrollándose rápidamente. Una Asamblea Constituyente soberana impuesta sobre las cenizas del gobierno de Piñera y del régimen pinochetista sería un paso extraordinario en la lucha contra los poderes fácticos capitalistas.
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