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El estallido

Fuentes: Rebelión

Me parece que culpar a Cuba y/o a Venezuela de los luctuosos sucesos ocurridos y aún latentes en Chile sería una ingenuidad si no escondiera el solapado interés que trasciende del conocido refrán «a río revuelto ganancia de pescadores». Es casi imposible imaginar que en un país en el que no existen o han dejado […]

Me parece que culpar a Cuba y/o a Venezuela de los luctuosos sucesos ocurridos y aún latentes en Chile sería una ingenuidad si no escondiera el solapado interés que trasciende del conocido refrán «a río revuelto ganancia de pescadores». Es casi imposible imaginar que en un país en el que no existen o han dejado de existir movimientos políticos y sociales sólidamente organizados pueda darse fácilmente la cooptación popular a la que se atribuyen las protestas chilenas.

Es muy fácil en cambio identificar las raíces del malestar chileno a través de los indicadores que los organismos internacionales y entre ellos el PNUD y la CEPAL con sede en el mismo Santiago han venido publicando estos últimos años. En el reciente informe «Desigualdades, orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile» del 2017 el PNUD revelaba que el 33% del ingreso que genera la economía chilena queda en manos del 1% más rico de la población» lo que no solo refleja una indiscutible desigualdad sino que también incide en el bienestar general de la población a la que la falta de inversiones públicas le ha ido restando derechos adquiridos y negando el acceso a los avances tecnológicos contemporáneos o volviéndoselos poco menos que inaccesibles.

No es ninguna novedad que la de Chile es una de las economías más sólidas de la región, su ingreso per cápita se destaca en América latina y la inflación se ha mantenido estable, sin embargo, nada de eso se refleja si, dado su sostenido crecimiento, se analiza su enorme e injustificada desigualdad social.

Hasta 1981, Chile disponía de universidades públicas, pero a partir de entonces se autorizaron las privadas, a las que en general se accede mediante créditos bancarios que obligan a los futuros profesionales a pagarlos luego de su graduación, Un sistema que también ha adoptado la universidad pública y que en consecuencia la vuelve casi inaccesible para la mayor parte de la población estudiantil.

El sistema de salud, tanto público como privado es otra de las áreas a las que deben aportar los trabajadores en forma directa y que suele ser motivo de grandes demoras y discriminación entre sus destinatarios,

Las pensiones y las jubilaciones también se hallan en manos privadas y se basa en el ahorro y la capitalización Individual. Los trabajadores dependientes cotizan obligatoriamente en las AFP y los independientes lo hacen en forma voluntaria lo que en la mayoría de los casos no es garantía de una correcta administración de dichos aportes ni tampoco que puedan cubrir las necesidades de la tercera edad.

A raíz del reciente «levantamiento popular» el presidente reaccionó bastante rápidamente y anticipó una serie de medidas, (zurcidos y remiendos), tendientes a paliar la crisis. Sin embargo, es evidente que solo una reestructuración democrática y profunda basada en el más absoluto reconocimiento de las desigualdades, carencias y aspiraciones del pueblo chileno y una genuina intención de paliar o aún más que eso, de eliminar las causas de la inequidad, la injusticia y el arbitrario manejo económico y social del estado, es muy difícil sino imposible que se pueda revertir esa situación de hartazgo e insatisfacción del noble y ya probablemente nunca más resignado pueblo chileno.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.